La goleada tremenda, histórica, que sufrió Newell's contra Boca por 5 a 0, es fin de ciclo. Más allá de que Cristian Fabbiani continúe al frente del equipo y el propio entrenador diga que tiene fuerzas y que seguirá. Lo concreto es que resulta imposible ocultar la realidad.
El equipo rojinegro no tiene respuestas anímicas y futbolísticas para frenar semejante caída libre y lo sucedido en la Bombonera lo reflejó con crudeza. De la peor manera. Mansillando la prestigiosa historia rojinegra, en un estadio donde alguna vez fue merecedor de elogios y envidia de muchos, por la vuelta olímpica que dio allí en 1991.
La caótica situación de Newell’s lo expone a ser vapuleado y aplastado por cualquiera. Si la fecha pasada lo empató por casualidad y en la agonía del partido contra Estudiantes en el Coloso, el Xeneize en cambio no le tuvo piedad. Lo aniquiló. Dejó en claro las enormes debilidades de un conjunto rojinegro que está perdido y con un entrenador que se equivoca y toma decisiones que no resuelven nada.
Las fallas de Fabbiani forman parte de una crisis mucho más aguda que afecta al club del Parque: el plano institucional. Con una comisión directiva enorme responsable de la conformación de un plantel falto de la mínima categoría y que, como se encuentra en retirada, Fabbiani parece que continuará en el rol de técnico como si nada. Al fin y al cabo, la dirigencia entendería que no tiene sentido cambiar de entrenador, cuando restan apenas 5 fechas. De lo contrario, con tan mala campaña y una goleada humillante, sería insostenible mantener al entrenador.
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La transición hasta las elecciones en Newell's
Fabbiani caería por peso propio en otras circunstancias. Porque las manifestaciones de los hinchas, hubiesen resultado una presión insostenible para las autoridades del club. Pero como las decisiones que se adoptan son simplemente para atravesar la transición hasta las elecciones del 14 de diciembre, el entrenador hoy se mantiene en el cargo.
Fabbiani pretende seguir y así será por ahora. Es comprensible que confía en sí mismo, aunque todo lo que se observa a su alrededor es negativo. El para qué seguir es un interrogante enorme. Cinco derrotas en los últimos siete partidos es un mensaje elocuente, hacia el propio Ogro. El equipo no responde. Responsabilidad de los jugadores, pero de él mismo, que no logra una mínima reacción.
Equivoca los recursos para sacar a Newell’s del fondo. Lo volvió a hacer contra Boca. Y lo pagó. Muy mal. Si la Lepra tiene enormes problemas en la mitad de cancha, sin capacidad de recuperación, por qué insistió con Regiardo y Banega, cuando queda a la vista que necesita otro volante con despliegue y contención. Dejó que Boca y Paredes la manejen a su antojo.
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La línea de cinco fracasó
Recurrió a la línea de cinco, esa misma que dejó de lado durante varios partidos. Y la misma fue un fiasco. Los zagueros fueron un concierto de desaciertos.
Por incapacidad, que tiene mucha, o falta de decisión, el arco de Marchesín encima le quedó tan lejos como Rosario de la Bombonera. Newell’s olvidó que el fútbol también es atacar.
Salió a defenderse
Por lo tanto, Newell’s se dedicó con exclusividad a defender en la Bombonera y fracasó en lo único que intentó. Cinco goles lastiman y dejan heridas que no van a cicatrizar. El viernes recibirá a Tigre en el primero de los últimos cinco encuentros que restan en el año. Newell’s se encuentra a cinco puntos del último que clasifica a los octavos de final y el fútbol vive de ilusión. Pero no tiene sentido engañarse. Lo de la Lepra del Ogro es una verdadera pesadilla.