La derrota en la visita a Boca dejó un saldo perturbador. Por encima del resultado, hubo una muy pobre producción que ni siquiera sirvió para elaborarla como escenario de puesta a punto válida de cara a los octavos de final de la Sudamericana. El traspié en la Bombonera representó otra oportunidad desaprovechada en el ámbito de liga, no arrimó ningún tipo de certezas, y solo instaló rincones de incertidumbre más inoportunos que nunca. En ese marco, el entrenador Gabriel Heinze deberá decidir de qué manera utiliza el choque del viernes a las 19, ante Talleres por la última fecha del torneo local. Si usa fichas nominales de peso o si apuesta por un mix alternativo, teniendo en cuenta que el próximo martes comienza la trascendental serie con Corinthians.
El golpe recibido en el último compromiso obligó a dar algunos pasos atrás en el recorrido previo de este Newell’s, que nunca consiguió hacer pie en el ámbito doméstico, nunca pudo revalidar esas ambiciones que fue tejiendo en la Copa dentro del flanco interno, ni tampoco pudo medir con precisión la envergadura de sus pasos ni la factibilidad de sus sueños.
Boca, con muy poco, lo exigió y lo puso en aprietos al conjunto rojinegro. Con una línea de cinco atrás, con Medina aprovechando las espaldas de Sforza, y Barco y Fabra abriendo grietas con mucha facilidad en el sector derecho del equipo, el xeneize lo llevó a cumplir un papel de reparto en el desarrollo del pleito.
La apuesta del local sorprendió y dejó sin capacidad de respuestas a un Newell’s que se fue enterrando en sus propias dudas e imprecisiones. En las filas rojinegras no surgió un revulsivo, un canalizador de intenciones de reacción, una guía que muestre el camino para apuntalar una remontada confiable ante un trámite adverso.
No hubo inteligencia colectiva para exponer signos de rebeldía dentro de la cancha, y tampoco llegaron desde el banco de relevos pautas y lineamientos para actuar como señalamiento. Así, un equipo confundido y superado, adentro y fuera de la cancha, derivó en una puesta en escena que le resta serenidad mientras prepara los duelos frente al Timao.
Muchos puntos bajos
Frente a Boca hubo puntos muy bajos que llenaron de razones la derrota en la última excursión de visitante en el torneo. Incluso dejaron el marcador algo lejos de lo que verdaderamente dejó el partido en el escenario de los merecimientos.
El baile de Barco a Mosquera puso otra vez en evidencia las fallas del colombiano para marcar. Cuando el equipo no tiene la pelota, o se ve obligado por el desarrollo a adoptar roles de contención, el marcador de punta derecho exhibe grandes problemas y limitaciones. Y, en duelos de mayor exigencia, es una puerta abierta que facilita las apetencias de los rivales de turno.
El marco de desconfianza esta vez afectó también a Gustavo Velázquez, quien suele ser uno de los pocos elementos regulares y confiables en la última línea, y ante Boca también sufrió cada vez que tuvo que salir a cortar. Esa inquietud se verificó también en fallas en las salidas, otrora uno de sus fuertes.
Ante la partida de Ditta, toda la defensa se llenó de preguntas. Y, como casi siempre, Ortiz volvió a exponer serios inconvenientes para contener las arremetidas de los volantes ofensivos y los delanteros rivales. Allí, el Newell’s de Heinze nunca encontró garantías y necesita uno o dos refuerzos en esa zona.
Portillo tampoco colaboró para controlar al adversario y en la Boca se perdió en una peligrosa intrascendencia. Y hacia delante tampoco se las arregló para poder construir algo confiable.
En tanto, sorpresivamente, Sforza se vio desbordado por el posicionamiento de Medina y nunca pudo ubicarse y llevar el partido a los carriles que le convenían a Newell’s.
Arriba, los esfuerzos de Recalde (único rendimiento aceptable en la Bombonera) caen en sacos rotos por la soledad que recibe de Aguirre y Pérez Tica. Los extremos pasaron de ser cartas para abrir partidos, a ser parte de un desconcierto, sobre todo en los compromisos de visitante.
Así, Newell’s debe hacer borrón y cuenta nueva después de un paso en falso, más que inoportuno.
Los errores de Hoyos
Otro factor que generó preocupación en los hinchas rojinegros es el bajón de Hoyos bajos los tres palos, quien viene protagonizando errores determinantes en partidos clave, o en momentos decisivos. El lunes le cedió el primer gol a Boca y encaminó la suerte del duelo. Si el xeneize encontró la apertura fue por un enorme error del arquero, quien salió a cortar el centro ante el desborde de Valentín Barco, puso las manos al fuerte zurdazo y la metió en su arco.
Esa falla le costó demasiado caro a Newell’s, y la completó con otra mala salida en el segundo gol del xeneize. Las equivocaciones del guardavallas hicieron recordar otras similares que tuvo a lo largo de todo el torneo, en especial ante otro grande, River, en la derrota por 1 a 0 en el adicional, donde estaba mal ubicado.
El juez Fernando Echenique le adjudicó el primer gol a Barco. Pero su tiro no fue dirigido hacia el arco, sino que se trató de un centro. Hoyos, hizo todo mal y no hizo más que meterla.
Hoyos tiene antecedentes que ponen sus rendimientos bajo la lupa. Antes sufrió el 0-2 contra Central Córdoba de Santiago del Estero, con un gol desde la mitad de cancha de Gamba, que contó con su colaboración.
Hay que remontarse al debut para encontrar otro error así, en el 2 a 2 ante Platense. El arquero calamar Arce pateó desde su propia cancha, y Hoyos calculó mal y complicó todo.