En las primeras cuatro fechas del torneo de primera división se convirtieron 111 goles, pero desde media o larga distancia ni siquiera alcanzan al diez por ciento de esa cifra. El "pateá al arco" es un reclamo que se repite en las tribunas de los estadios, sin embargo no encuentra habitual respuesta en el campo. No hay dudas de que este recurso de un envío desde afuera del área grande fue resignando terreno en la búsqueda de la red. Y muchas veces ni siquiera se utiliza cuando la defensa rival se abroquela para cerrar los caminos hacia la profundidad.
Es una realidad que la exageración táctica muchas veces relega la chance de romper el juego de las equivalencias mediante un zapatazo certero. Incluso, a diferencia de lo que ocurría hace tiempo, tampoco se acude al remate como herramienta cuando los partidos transcurren bajo la lluvia o en suelos mojados, cuando la pelota desarrolla más velocidad y presenta serias dificultades para los arqueros.
Tal vez patear desde una distancia considerable ya no es incorporado como una posibilidad prioritaria por los entrenadores. O quizás porque no sobren buenos ejecutantes para tal fin. Pero, que los hay, los hay.
Pero como el fútbol también es contagio, algunas conversiones recientes fueron claves para animar a ciertos jugadores a ensayar el método y así le pusieron osadía a la técnica de la pegada. Y esa reiteración en el intento puso en valor esta vía para buscar el festejo.
Cuando se pone esta cuestión en el prisma del análisis, también se incluye el abanico de chances que presentan los tiros libres gestados por infracciones y en este ítem también se constata la carencia de futbolistas destacados para esta misión, ya que no son capitalizados.
Antes era habitual que cada equipo tuviera al menos un ejecutante con precisión meridiana para exigir o convertir, en cambio en la actualidad con un simple ejercicio de recorrida por los 30 planteles de primera división se encontrará la confirmación de que son pocos los que tienen intérpretes.
Por eso ahora son noticia estos goles de larga distancia. Tanto que Central, con un "equipo de baja definición", como fue evaluado con certeza por Ovación en la edición del martes, logró con dos estupendos zapatazos el segundo gol ante Patronato por el torneo y el primero a Morón por la Copa Argentina.
Washington Camacho clavó un zurdazo en el ángulo del arco entrerriano mientras Walter Montoya con derecha sacó del empate a Central en Salta. Y no es casualidad en el volante chaqueño, porque ya lo había hecho con un remate similar en la victoria frente a Atlético Nacional en el partido de ida por la Copa Libertadores.
Newell's tiene en Ignacio Scocco a su mejor intérprete para estos menesteres, porque quedaron grabados en la memoria aquel golazo que le hizo el año pasado a River al empalmar de volea en el Monumental, como así el tanto que le marcó hace unos años a San Martín de San Juan en el Coloso desde lejos.
También en la tercera fecha Sebastián Blanco hizo un magnífico gol para San Lorenzo ante Vélez desde afuera del área grande, como los que en la última jornada lograron Darío Benedetto para Boca contra Quilmes y Claudio Bieler para Belgrano en cancha de Unión.
Es de esperar que aquellos con cualidades para patear no se resignen a morir en el intento en un contexto en el que los equipos buscan llegar a situaciones de gol dentro del área mediante las incursiones por los costados o eventualmente rompiendo por el medio.
Por supuesto que no es sencillo combinar las virtudes necesarias para llegar a la red mediante remates desde lejos, porque aquellos que lo logran en forma reiterada además de su riqueza técnica tienen muy bien calibrada la ecuación confianza - potencia - precisión. Pero todavía el fútbol argentino tiene jugadores que pueden hacerlo. Y para muestra basta un gol. Por eso sólo es cuestión de sincronizar y rematar. "Sin miedo al absurdo", como lo dijo una vez Gabriel Batistuta.
Jugadores con pegada que hicieron historia
La historia de los goles logrados desde afuera del área grande, por ejecución de tiros libres o remates con la pelota en movimiento, fue escrita con tinta dorada por inolvidables jugadores notables. Rosario tuvo muchos, como el Negro Palma o el Yaya Rossi. Y cada lector elegirá el suyo. Porque el mundo también admiró al alemán Lothar Matthaus, al brasileño Dirceu, a Daniel Pasarella, Beto Alonso y Miguel Bordón, entre tantos que marcaron una época por sus goles a distancia, ubicando como estilistas el balón en los rincones del arco.
Y sin dudas que con el devenir de los años Diego Maradona, Roberto Carlos, Ronaldinho, Pirlo, Beckham, Juan Arango, Rogerio Ceni, Juninho Pernambucano y Juan Román Riquelme escribieron otro capítulo implacable entre la certeza quirúrgica y la potencia justa. Como el inglés Steven Gerrard en Liverpool, hoy en Los Angeles Galaxy. Y el propio Totti, quien aún genera elogios en el calcio.
Y hoy, además de la excelencia inconmensurable de Lionel Messi, aparecen con pegadas impecables James Rodríguez, Cristiano Ronaldo, Zlatan Ibrahimovic y Freddy Guarín, entre muchos que cuando se perfilan hay peligro de gol.