"El jugador no es un producto de laboratorio". A partir de esa frase se puede empezar a desmenuzar lo que fue la salida del cargo de coordinador de las divisiones inferiores de Rosario Central de Daniel Teglia, para quien el cambio en la metodología de trabajo con los chicos, que se dio con la llegada de Gustavo Grossi, fue la piedra fundacional de su alejamiento. Igual no guarda rencor. Todo lo contrario. Hay una enorme predisposición para colaborar "en lo que sea". Lo dejó en claro en un mano a mano que mantuvo con Ovación, algunos días después de que se enterara que ya no formaba parte del proyecto, por intermedio de una nota publicada por este mismo diario. Eso también fue motivo de análisis en lo que a la crítica a las formas se refiere.
"En una reunión con los dirigentes comenté cómo estaba la situación en inferiores. Incluso yo mismo sugerí que haya algún encargado general, pero básicamente con el objetivo de formar entrenadores", dijo Teglia. Y agregó: "Inferiores es un mundo aparte y si no tenés alguien que esté todo el día es imposible hacer cambios. Pensé que la figura de Grossi tenía que ver con eso y me parece bárbaro, pero hay un gran desconocimiento en materia de entrenamientos y en eso creo que este proceso ha subestimado y tratado despectivamente a la mayoría de los entrenadores, a quienes se les sacó espacio, poder de decisión y tiempo con sus jugadores. Hay una idea de creer que un jugador es un producto de laboratorio y no es así, porque la transferencia técnico-jugador es fundamental. Hay un montón de cosas que el jugador recibe día a día y que sólo las puede transferir quien las vivió y si tiene capacidad docente, didáctica y pedagógica para poder volcarla progresivamente, conociendo todo lo que el chico necesita en todo lo que tiene que ver con su aspecto humano y deportivo.
—¿Hoy hay más ciencia que trabajo humano?
—La ciencia es siempre bienvenida, pero dosificada y trasladada por gente capacitada para los momentos irrepetibles que necesita el joven jugador.
—¿Y para vos esto no es lo ideal, al menos lo que siempre tuviste en la cabeza para el trabajo con chicos?
—El aporte de la ciencia es fundamental e imprescindible, pero el aporte de la persona en el día a día mucho más. Los números, la información fría, son sólo datos para que un ser humano procese. Cualquier relación docente-alumno se enriquece con la comunicación porque la calidad del docente hace al talento que tenés enfrente para terminar de formarlo. No estoy en desacuerdo con la ciencia, pero sí en la forma de aplicarla porque hay determinadas edades donde existen prioridades, donde los chicos la van a pasar mejor con su familia que en un lugar ajeno a su hábitat. Hay edades para traerlos, para tratar de profundizar algunos conocimientos y otras donde los chicos sí tienen que demostrar con sus propias herramientas para qué están capacitados.
—¿Cómo está hoy tu situación laboral?
—Yo nunca quise generarle inconvenientes al club, pero tampoco quiero generármelos a mí mismo porque tenía un proyecto de vida de dos años trabajando dentro del club. Me enteré por el diario que no iba a seguir, algo totalmente anormal, teniendo contacto con los directivos y hablando diariamente. La incertidumbre es grande porque a muchos trabajadores tampoco se les avisó y deportivamente es muy malo. En los últimos dos años a esta altura del mes cada entrenador sabía con qué división iba a trabajar. Hoy nadie sabe qué categoría va a tener bajo su mando y por eso hay gente muy valiosa que fue buscando trabajo en otros lados.
—Seguramente no es el fin de año que esperabas.
—En absoluto, porque estábamos proyectando muchas cosas con los entrenadores. Nunca tuve problemas con nadie, aunque sí planteamos cuestiones que tenían que ver con decisiones que no nos parecían acertadas y desde mi punto de vista esas decisiones fueron perjudicando al club. Sé que es difícil administrarlos, pero no creo que sea necesario dejar tantos jugadores libres. En la nota en la que me enteré que no seguía en el club se dijo que Central tiene más de 1.000 jugadores y no es así. Tal vez incluyan a los chicos de baby, pero esas categorías son autosuficientes porque el club no las mantiene. Los mismos chicos se pagan el fichaje, la ropa, una mensualidad y encima un técnico de baby hoy gana 1.200 pesos. Ahora, si hay alguien que se da cuenta si un chico de 10 años tiene futuro de primera división me parece que se equivoca.
—¿Las formas es lo que más cuestionás de tu salida?
—Fue raro. Sobre todo leyendo algunos argumentos tácticos que se quisieron dar respecto a que se buscaba otra imagen, algo más identificado con el club como la verticalidad en el juego. Me hubiese gustado que alguien hubiera tenido alguna vez alguna charla conmigo sobre aspectos tácticos para ver si alguien encontraba conocimientos más profundos de los que ya había en el club. Si charlamos de fútbol, los que me conocen saben de cuántas cosas podemos hablar. Más allá de las formas, hay un director deportivo que manda y tenía que aceptarlo. Sí creo que tengo la obligación con los directivos de colaborar. Sí me parece innecesario trabajar a escondidas, sin presentarse, sin que nadie supiera quién es quién y plantear un proyecto para tomar fotos y el primer día de este año mostrar como que todo lo anterior no servía de nada. Con eso se humilló a mucha gente que incluso trabajaba ad honórem.
—¿Lo que se intentó llevar a cabo es un nuevo sistema de captación?
—Central no tuvo nunca en su historia una captación como la del año 2013, donde llegaron más de 25 mil chicos al club y se modificaron un montón de categorías. Cómo iba a haber pasto en las canchas si estaban llenas de pibes. Y hoy llueve y no podemos entrenar. Son dos caminos que si se piensan bien no son incompatibles. Podemos tener canchas buenas, pero no hay necesidad de modificar un sistema de captación que te trae pibes de todos lados. Y sobre todo romper con la ilusión de chicos, como se hizo a fines del año pasado, al decidir en cinco o diez minutos su futuro cuando hacía años que estaban en el club.
—¿Y les hiciste saber a los dirigentes tu disconformismo por la forma en la que te enteraste?
—Sí, por supuesto.
—¿Por qué creés que se dieron estos cambios?
—Mirá, yo coincido con la comisión directiva respecto a que Central tenía que modernizarse. Nos tocó a nosotros generar ingresos para mejorar las canchas, el hotel, para construir una cancha de sintético y eso lo hicimos con mucho esfuerzo, incluso de los padres.
—Con estos cambios que se llevaron a cabo no tuvieron un buen año en inferiores.
—Tuvimos un año muy duro con la lógica incidencia en los resultados, y los resultados deportivos son una lectura más. Este año nos fue muy mal. Estábamos proyectándonos para seguir siendo el más importante de Rosario, algo que habíamos logrado en 2014, pero Central perdió al mejor captador del país (la Academia Duchini), que hoy es empleado exclusivo de Newell’s. Esas cosas nos hacen creer que Central en muchos aspectos se fue debilitando.
—¿Creés que hubo algo en particular de tu metodología de trabajo que no convenció y que llevó a que te fueras del club?
—Nunca lo supe porque nunca hablé con los dirigentes de este tipo de cosas. Lo poco que hablaba lo hacía con Grossi, pero sería bueno que ellos lo expresen. Creo que Central tomó otro rumbo y de hecho lo que hizo la primera división fue increíble y sirve como marco para tener otro tipo de tranquilidad. Este año Central tuvo la tranquilidad de una primera que peleó arriba, pero nunca hay que olvidarse del trabajo que se hace desde abajo.
—¿A este proyecto que llevabas adelante le faltaba mucho por desarrollar? ¿Hay algún tipo de autocrítica que hacés al respecto?
—Muchas cosas. No había un presupuesto acorde y por eso con el apoyo de mucha gente se generaron en poco tiempo ciertas condiciones dignas. Central necesitaba seguir creciendo y en ese momento, con el equipo en la B Nacional, era todo más difícil. Pero todo lo que se hizo nunca fue impuesto, sino pactado con toda la gente que trabajaba en el club. Estábamos en medio de todo ese trabajo cuando de un día para el otro pareció que estaba todo mal, justo cuando Central había logrado la mejor campaña en inferiores en los últimos 15 años.