Después del porrazo, lo mejor que le puede pasar a Central es levantar cabeza. En realidad está obligado a hacerlo hoy frente a Estudiantes (a las 21, con arbitraje de Nicolás Lamolina) si es que mantenerse con chances de clasificación en la Copa de la Liga. Es que no hay otro camino para que las ilusiones se mantengan en pie. Es cierto, podría empatar, pero allí comenzaría a depender de otros resultados. Y en medio del sinsabor que generó el frustrante debut copero, el mejor aliado que tiene el equipo del Kily es que vuelve a jugar en el Gigante, donde cosechó el 73 por ciento de los puntos disputados, disimulando bastante bien la baja producción futbolística. Claro, pensar que el sólo hecho de jugar de local implicará la pronta recuperación sería un error tremendo o, cuanto menos, una apuesta sumamente arriesgada, porque la levantada debe tener un sustento futbolístico, algo que por al momento el canalla le está costando.
No siempre los números sirven para dictaminar sentencia sobre tal o cual tema. Todo depende de la interpretación que se haga de los mismos. En este caso en particular para Central es un aliciente, importante si se quiere. Es difícil hablar que el equipo cuenta con todos los argumentos como para que la clasificación no se le escape teniendo en cuenta que de los tres partidos que le quedan dos son en condición de local. Ahora, si hay un lugar donde este Central del Kily puede sentir que es capaz de buscar cierto refugio, es en el Gigante.
Por eso se podría hablar del descanso emocional que el equipo pueda poner en la previa de un partido que se las trae, y no sólo por la implicancia de estos tres puntos en juego, sino porque será la previa de una semana fuerte, en la que en el medio habrá una segunda chance por Copa Sudamericana (el miércoles ante San Lorenzo), donde la levantada también se torne inexorable, y que desembocará en el próximo domingo (también en Arroyito) en el clásico ante Newell’s.
Si la obligación de lograr un triunfo para meterse decididamente entre los cuatro mejores de la zona A hubiera sido de visitante, los interrogantes serían mayores, y el panorama más oscuro. Mucho más oscuro. ¿Por qué se destaca la producción en el Gigante? Porque de los cuatro partidos que disputó en este torneo ganó más de lo que empató y nunca perdió (3 triunfos, 2 empates). Y más, aún con un nivel futbolístico que no convence, a esa productividad se le podría agregar algo del torneo pasado, que fue cuando Central sufrió la última derrota jugando en su estadio: ante River, por la quinta fecha de la Copa Diego Maradona.
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Central buscará sacar provecho de la localía.
Sebastián Suárez Meccia / La Capital
Esto hasta podría emparentarse con ese día a día con el que se acostumbró a vivir el equipo del Kily, donde, se aclara, la regularidad lo tiene bastante olvidado y es seguramente donde anida el mayor problema. Si esta posibilidad que se le presenta hubiese sido de visitante (recién el pasado fin de semana el canalla logró su primer triunfo, ante Aldosivi) ya la cosa debiera mirarse bajo un contexto de mayor desconcierto y menores expectativas. Parece loco, pero este Central encuentra cierto amparo cuando juega en su cancha. Una disparidad en el comportamiento de la que el cuerpo técnico ya debe haber tomado nota, pero al que por el momento parece no encontrarle explicación. Incluso, el Pelado Ferreyra planteó durante la semana ese escenario, sin explicaciones lógicas de por medio.
Lo que pasó con Argentinos Juniors (2-1), Godoy Cruz (2-2), Arsenal (2-1), Central Córdoba (2-2) y Banfield (3-1) es lo que le da a Central la posibilidad de creer. Porque lo que queda ya es poco y las licencias no abundan. Hasta suena contradictorio el hecho de que los equipos del fútbol argentino, y Central no es la excepción, no puedan aprovechar el empuje de sus hinchas.
Contra Estudiantes será prácticamente a todo o nada, sin espacios para las medias tintas ni los titubeos. Pero será donde Central, aún sin jugar del todo bien, mejores resultados obtuvo y donde encuentra amparo y algún que otro escudo protector.
Aquellos dos puntos de quiebre
En la 5ª fecha Central sumó su tercera derrota en el torneo, de visitante, frente a Racing y fue la primera vez que el ciclo del Kily González comenzó a verse jaqueado. Fue por las formas en la que se dio la derrota. Pero la posibilidad que hubiera fin de ciclo al partido siguiente no parecía ser concreta. En la 8ª fecha llegó el bochorno del final en el traspié contra San Lorenzo y ahí sí la continuidad del DT fue “el” tema. Es ambas ocasiones Central necesitó reaccionar, y ¿qué pasó? Lo logró. Primero contra Arsenal para subsanar lo ocurrido en Avellaneda y después ante el desvencijado Banfield. Dos momentos que pudieron ser tildados como “puntos de quiebre” y a los que Central les encontró solución. Ambos de local.