La suerte que era esquiva durante el pasado semestre y se ensañaba con rachas dolorosas que castigaban su ego, ahora le ofrece un guiño de complicidad constante y consuelo. Central necesitaba un gesto contundente para ratificar su sólida imagen de recuperación. Ayer obtuvo una nueva victoria nada menos que ante Gimnasia. El mismo Lobo que es actualmente un gran examinador de realidades ajenas. Al izar la bandera del triunfo a la vera del río Paraná, el equipo canalla quedó además parado en el hemisferio de los protagonistas que sueñan con la Copa Sudamericana en este largo torneo que comanda por ahora Boca.
Era un buen partido para saber cómo estaba realmente Central. Porque enfrente tenía a este Gimnasia que venía tumbando muñecos sin parar. El representativo tripero era una máquina demoledora de cosechar porotos gordos. No en vano acumulaba ocho presentaciones al hilo sin besar la lona. Y ayer arrancó pegando un grito feroz al minuto y medio. El Lobo metió tres toques y festejó. Sí, Brahian Aleman definió con clase ante el cierre desesperado del Ruso Rodríguez y la impotencia del resto de los canallas, quienes en materia defensiva fallaron sin anestesia.
Central quedó aturdido. No hacía pie porque la visita edificó además un muro humano en la última línea. Por eso hizo poco. Aunque exigió a Arias con un remate de zurda lanzado por Camacho pasado el cuarto de hora.
Luego hubo que esperar hasta los 36' para ver otra jugada peligrosa de verdad. Fue cuando Musto le sacó pintura al palo izquierdo del arco platense tras la salida de un córner. El local no encontraba la fórmula para lastimar a su rival, que reforzaba minuto a minuto la retaguardia para evitar cualquier dolor de cabeza.
Claro que antes de irse al descanso Camacho y Musto pusieron en jaque de lo lindo a Arias. Parecía cosa del destino. A Gimnasia no había con qué ni cómo entrarle. Se mostraba inmune al juego canalla. Y fue a tomar aire con el pecho inflado. En ganador. Sin hacer mucho, pero siendo eficaz.
Cuando comenzó el complemento, el pibe Rivas mostró sus credenciales al rematar en dos ocasiones seguidas de manera punzante pese a que la pelota no terminó dando en el blanco. Luego llegó la expulsión de Ruben tras pisarle el pecho a Romero (ver aparte). Todo era cuesta arriba para el conjunto auriazul.
Pintaba para cachetazo. La desazón florecía en los cuatro puntos cardinales del estadio. Y eso que Gimnasia no hacía ni mu. No le interesaba atacar. Sólo se esforzaba por bloquear su fondo. Era la mezquindad en vida. No obstante, el Lobo se vio vulnerado cuando el final estaba casi en puerta.
Primero Camacho empardó el partido a los 36' y encendió la llama de la ilusión. Todo el pueblo centralista apostaba unas fichas más en la mesa de la esperanza. Y terminó clavando un pleno. Porque a los 40' Carrizo tiró el centro y encontró a un Chaqueño Herrera letal para marcar y sellar el 2 a 1 en medio del delirio popular tribunero.
Los canallas cantaron victoria bajo la luna de Arroyito. Lo hicieron con esfuerzo, dedicación y necesidad. Y terminaron destronando a un Lobo perdido en el infierno encantador del Gigante. Central sigue escalando posiciones de manera acelerada y soñando despierto con ingresar a la Copa Sudamericana, mientras camina hacia en el horizonte con nuevos bríos.