Se hizo referencia cientos de veces durante la pasada Liga Profesional sobre la disparidad entre el comportamiento de local del Central de Miguel Ángel Russo y el de visitante. Y ya finalizado el torneo no está de más repasar lo que fue ese accionar en el Gigante de Arroyito, con paso firme, y esa performance endeble de visitante, que fue sin dudas lo que le impidió al canalla pelear más arriba. Un mejor equilibrio en la Copa de la Liga que se viene es seguramente lo que buscarán el entrenador y los futbolistas, quienes deben tener muy en claro que algo tendrán que cambiar. Para los que creen que se trata de algo propio del fútbol habría que exponer dos números que muestran una contundencia increíble: de local, Central obtuvo el 76,1 por ciento de los puntos (9 triunfos y cinco empates), de visitante apenas el 25,6 (1 victoria, 7 empates y 5 derrotas).
Cuando el torneo estaba llegando a su fin llegó el partido ante River, en el Gigante, y tras el eléctrico 3-3 el sabor que les quedó a la mayoría de los hinchas fue de bronca por la forma en la que se dio el final del encuentro, pero quedó flotando la sensación de que se había mantenido el invicto de local, justo frente al flamante campeón del fútbol argentino.
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Central se hizo muy fuerte en su estadio. Fue el único equipo que terminó invicto en condición de local.
Leonardo Vincenti / La Capital
Esa mitad del vaso, la media llena, no tiene por qué no ser destacada, de hecho, el equipo de Russo fue el único invicto en condición de local. Pero la otra cara de la moneda dejó mucho que desear, con un equipo que nunca se atrevió a mostrar afuera un mínimo de todo lo bueno que venía haciendo en el Gigante.
Es cierto, no es de todos los días terminar un torneo invicto en condición de local y Central lo hizo, lo que habla de un enorme mérito, pero para lo que viene necesita que el empuje que llegue semana de por medio, en cada presentación como visitante le meta un poquito de colaboración.
Y los resultados que logró, tanto en un terreno como en el otro no fueron fruto de la casualidad. Por ejemplo, en el Gigante de Arroyito no la pasó del todo bien en el debut frente a Argentinos Juniors y en el empate contra Unión. Fueron dos partidos en los que se vio superado futbolísticamente, pero así y todo los sacó adelante (el primero lo ganó y el restante lo empató). El resto, casi ninguno mereció perder, por lo que esa cosecha bien merecida la tiene.
¿Y afuera? Cosechó lo que sembró. Porque a excepción de ese único partido que ganó, ante Huracán, en el resto no hizo méritos suficientes como para que el final del cotejo encontrara a los jugadores masticando bronca por no haber podido ganar. En Tucumán estuvo cerca de ganarlo y no pudo por un par de errores propios en los minutos finales, pero se recuerda que en los primeros 20 pudo estar tres o cuatro goles abajo. En definitiva, esos poquitos puntos que el canalla obtuvo jugando como visitante son los que mereció.
Entonces, la premisa para buscar un salto de calidad en el torneo que se viene será potenciar el juego, pero sobre todo la cabeza, porque hubo muchos encuentros en los que el equipo nunca logró meterse de lleno en partido.
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La de San Lorenzo fue una de las tantas derrotas como visitante que sufrió el equipo de Russo en el torneo pasado.
Marcelo Bustamante / La Capital
Esta dualidad se le planteó en muchas ocasiones a Russo y el técnico siempre se aferró a un mismo discurso, advirtiendo que la intención es que el equipo juegue de la misma manera tanto de local como de visitante, pero es claro que es algo que nunca pudo hacer.
Seguramente el entrenador canalla tendrá un diagnóstico más preciso de por qué se dio de esta forma y dónde debe apuntarle para que pueda emparejar un poco los porcentajes. Por eso, el desafío en la Copa de la Liga será que Central mantenga la consistencia cuando le toque jugar en el Gigante, pero que pueda sí mostrar una versión superadora en el momento en el que le toque ir como visitante. El antecedente del último torneo es contundente sobre el tema.