Unas cuantas cosas cambiaron en este Central para jugar ante River y todas fueron para peor. En realidad, ninguna de ellas colaboró para imprimirle al equipo un espíritu competitivo. Y terminó en el Monumental de forma previsible, con un doloroso 4 a 0.
Desde la apuesta táctica inicial hasta la postura de no insistir con la salida siempre pelota al pie, el Canalla ofreció poquito, con algunos movimientos defensivos que parecieron poco trabajados.
Holan estableció pautas claras: un equipo retrasado, a la espera de ver en qué momento poder sorprender con alguna contra. El tema es que River jamás lo dejó progresar ni un metro con la pelota al pie. Es que fue tanta la especulación que la cancha le quedó larguísima al equipo.
Central dejó de lado la salida prolija
A diferencia de otros partidos, Central esta vez no insistió con la salida prolija y pelota al pie. Lo hizo sólo un par de ocasiones y cuando veía que las condiciones estaban dadas. Por eso hubo mucha salida larga por parte de Broun o de algunos de los centrales.
Y la consecuencia fue que Ruben (y a veces Duarte) se debatieran en cada dividida, de las cuales perdió en su gran mayoría.
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Ahora, uno de los mayores desaguisados se vio en cada retroceso, sobre todo por la izquierda de la defensa, donde se apreciaron movimientos de una incongruencia impropias de un sistema con tres centrales.
Fue muy evidente en cancha ver cómo en cada arremetida de River, Giaccone se cerraba más de la cuenta, Alan Rodríguez se adelantaba para ir en busca del volante que quedaba River y Juan Giménez se recostaba sobre la línea para oficiar de lateral. Es decir, la función de esa defensa con tres centrales y con las bandas reforzadas quedó en la nada.
Enfrente, la enorme superioridad de River
Claro, frente a la enorme superioridad de River, a Central se le hacía imposible progresar y generar peligro, por eso a lo único que podía llegar a apostar era a alguna pelota parada. Pero hubo un hecho particular a los 27’ del primer tiempo.
Tiro libre unos metros en campo de River y en lugar de que los centrales fueran a buscar de cabeza, el ejecutante fue Mauricio Martínez, uno de los de mayor estatura. La jugó corta para Raffin, éste a Kevin Ortiz y el volante la cruzó larga, al fondo, para Duarte, que fue presa fácil del Huevo Acuña.
A los pocos minutos hubo una acción similar y fue Caramelo otra vez el ejecutante.
Todo fue un compendio de errores en este Central que no hizo pie en el Monumental, lo que hace relativamente sencilla la explicación de una derrota que se presagió a los pocos minutos de iniciado el partido. Sólo era cuestión de que el Millonario acertara el primer golpe.