Si Facundo Buonanotte hubiese sido transferido al fútbol inglés, su partido hubiera estado bajo una lupa de mayor aumento, pero de todas formas hubo cierta atención por lo que el chico de 17 años podía mostrar después de esos días de tremenda convulsión personal, que también vivió Central como institución. El pibe cumplió, lejos estuvo de destacarse como lo había hecho en varios partidos anteriores y es probable que haya quedado algún resabio emocional y psicológico de todo lo que le tocó vivir, pero él fue uno de los tantos al que el sacrificio no le pesó.
Esta vez no fue determinante pelota al pie, pero caerle por eso sería injusto, por la sencilla razón de que ninguno de sus compañeros marcó la diferencia en esa materia.
Ahora, desde el juego pudo afectarle y esto se menciona porque se sabe lo que es capaz de aportar desde lo futbolístico, pero si hubo algo que dejó en claro es que ese cimbronazo que el club le propinó al desechar la oferta de Brighton de Inglaterra no le quitó las ganas de defender la camiseta que tanto ama.
Aunque suene raro, Buonanotte fue el primer dique de contención (junto a Alejo Veliz) de un equipo que, justamente, en esta ocasión se defendió más de lo que jugó. Porque nunca se cansó de correr a los centrales en cada salida del equipo cordobés. Fue de un lado al otro y cuando esa primera línea era rebasada nunca se le cayeron los anillos para correr hacia atrás para seguir exigiendo. Es más, metió un par de robos oportunos en varios retrocesos.
Con la pelota le faltó la prestancia de otras veces. Igual cada vez que la recibió eso distinto que suele mostrar lo intentó. Por eso, el aplauso que el hincha le brindó cuando la voz del estadio anunció la formación del equipo (fue el más mimado) no fue en vano. Porque sin lucirse ejerció una encendida defensa de la camiseta.
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El nuevo ídolo. Buonanotte se prestó a todos los requerimientos.
No gambeteó a los hinchas
Facundo Buonanotte fue uno de los últimos jugadores en dejar el Gigante, pero antes de irse cumplió con el pedido de muchos hinchas que, del otro lado del tejido, requerían una foto. Y el pibe tomó cada uno de los celulares que le fueron pasando y capturando imágenes. Todo un gesto de parte del chico de 17 años que vivió una semana difícil. Minutos antes, en conferencia, Tevez dijo lo suyo sobre Buonanotte: “No me gustó el manoseo, por eso trato de protegerlo y cuidarlo. No nos olvidemos que tiene 17 años, pero es un ser humano, por eso siempre va a tener mi respaldo”.
La apuesta por Marinelli, un éxito
Si de aprovechar chances se trata, Alan Marinelli fue mandado a hacer en este triunfo ante Talleres. La victoria es lo más importante pero aquel jugador que pueda colaborar para la misma siempre tendrá un plus. Y tras el respaldo de Carlos Tevez respondió de la mejor forma: un gol, el del triunfo.
Se especuló mucho respecto a qué haría Tevez tras la lesión de Cortez y parecía que iba Gino Infantino (fue quien entró por él en el Nuevo Gasómetro), pero sorprendió con Marinelli, seguramente pensando un partido con desequilibrio en velocidad por las bandas.
Así fue como se paró pegado a la raya y desde ahí buscó el desborde, sin desentenderse del retroceso. Esa presencia ofensiva tuvo premio. Porque fue decidido a buscar algún posible rebote tras el cabezazo de Malcorra y la endeble respuesta de Herrera lo encontró ahí, en posición inmejorable. Un pase a la red, de cabeza, y ese festejo loco.
Tras su regreso tras breve paso en Estudiantes, Marinelli siempre estuvo en el radar de Tevez. Y tuvo premio. Además mostró un gran esfuerzo y por eso cuando el Apache lo reemplazó, dejó la cancha en medio de los aplausos.