Lo que pasó ayer con Miguel Barbieri ya es historia. El defensor jugará en Xolos de Tijuana porque el equipo mexicano le pagará a Racing, el dueño del pase del defensor, una suma cercana a los 3 millones de dólares por la totalidad de la ficha y le asegurará un contrato por tres años que Central nunca hubiera podido igualar. Hasta ahí nada que no serpentee por los carriles normales de cualquier gestión. Lo que sí llamó poderosamente la atención es que la negociación terminara abruptamente de esta manera cuando el 30 de diciembre de 2019 el presidente racinguista Víctor Blanco les dijo a los dirigentes de Central que aceptaba la propuesta canalla por un préstamo de 200 mil dólares hasta finales de junio y además se había pactado una opción de compra de un millón de dólares por la mitad del pase del futbolista. Incluso ese acuerdo verbal entre las partes no se firmó en ese momento porque Blanco prefirió esperar. Obviamente que la dirigencia canalla, con Ricardo Carloni a la cabeza, optó por el camino de dejar pasar las fiestas navideñas y firmar todo entre el jueves y ayer. Se menciona al vicepresidente de Central porque fue el encargado de hablar con Blanco, a quien conoce mucho por haber compartido infinitas reuniones en el comité ejecutivo de la AFA. Pero la historia terminó como trascendió ayer. Con Barbieri no concurriendo a la pretemporada canalla en Arroyo Seco y a punto de firmar su pase a Xolos, equipo que dirige el argentino Gustavo Quinteros. La negociación de la ida de Barbieri apunta a una nueva gestión de Christian Bragarnik, quien además es el representante de Diego Cocca. Lo cierto es que el empresario futbolístico es uno de los que gerencia el club de Tijuana y además representa a Leonel Miranda, actual volante de los Xolos que ya tiene todo acordado para ser el nuevo refuerzo de Racing. Según cuentan, para compensar la partida de Miranda a Racing, Bragarnik se lleva a Barbieri a Tijuana.