Alejo Véliz va haciendo camino al anotar. Lo hace en Central y ahora en la selección Sub 20, donde su figura sigue creciendo para dejar de ser un proyecto y convertirse en un jugador de valía. La joya canalla y uno de los baluartes de Argentina la peleó desde chiquito para cumplir con el sueño de triunfar, algo que está logrando, con creces y a una velocidad llamativa para Rubén Ramírez, el primer técnico que tuvo en el Club Unión de Bernardo de Irigoyen. "No me sorprende lo que hace, sí como fue tan rápido avanzando en su carrera. Se fue a los 16 o 17 años a probarse, quedó en Central y ahora tiene este presente", sintetizó.
El nueve de Central, de 19 años y nacido en Godeken, se fue formando desde purrete. Primero en su pueblo natal ubicado a 170 kilómetros de Rosario. Y continuó en Bernardo de Irigoyen -donde nació su mamá-, a 110 de la ciudad en la que se instaló actualmente. En el Club Unión Deportiva y Cultural fue donde empezó a mostrar sus dotes y sus ganas de convertirse en profesional. El deseo de continuar con su carrera de futbolista fue creciendo año tras año y hoy es uno de los nombres que mencionan orgullosos en la entidad de la localidad de algo más de 1.800 habitantes.
"Tuki", publicó el club en su cuenta de Facebook con el golazo de cabeza que marcó Alejo de cabeza ante Guatemala mostrando el orgullo por el jugador de la selección que puso en alto el nombre del pueblo. Y que este martes festejó su tanto tirando unos pasos del malambo.
Hoy Véliz está en boca de todos. No sólo triunfa en Central si no que lo está haciendo en la Sub 20, algo de suma importancia de cara a su futuro. Es indudable que de continuar por esta senda en un tiempo no muy lejano partirá hacia Europa y, quizás, logre transformarse en un deportista de elite.
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Pero hubo una historia previa a este presente fructífero. Con una familia humilde, laburante. "El padre hacía bases de silos, conoció a la mamá en Irigoyen y se mudaron a Godeken, donde nació Alejo. A los pocos años volvió y venía al club junto a su primo, Ezequiel. A Alejo lo empecé a utilizar y quedó en la categoría 2002. Jugaba de delantero, pero en cancha de siete lo hacía jugar de 2. A veces también atajaba", relató Ramírez en la charla con Ovación.
"En la reserva de la entidad jugó de segundo marcador central. Me decían que estaba loco, pero él en todo momento estaba predispuesto. Siempre fue goleador. Lo que recalco de sus virtudes es el cabezazo. Se destacó desde chiquito, es algo innato que tiene", contó.
En su búsqueda por triunfar en el fútbol en un momento se fue a Colón y de ahí partió cedido a préstamo a Argentino San Carlos, hasta que regresó y "lo tuve en la tercera y la reserva de Unión" en los torneos de la Liga Galvense.
Véliz no se quedó quieto en su afán de triunfar en el fútbol, "se probó en Central y quedó. Pero hubo cambio de dirigencia y tuvo que hacerlo nuevamente", expresó Ramírez, quien tiempo atrás también fue jefe comunal del pueblo y cuando en 2017 la localidad sufrió una inundación "Alejo junto a sus amigos repartieron bolsas de arena en las casas para tratar de controlar el avance del agua".
La familia de Véliz permanece en el pueblo y Alejo cada vez que tiene libre se instala para compartir momentos con sus amigos. "En el verano viene a la pileta y es uno más", sostuvo Ramírez, quien señaló que el grito de gol de Véliz ante Uzbekistán en el debut en el Mundial "se escuchó en todo el pueblo".
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"Actualmente estoy dirigiendo la primera de Unión y cuando puede y nos acompaña para ver el partido. Es un hincha más y los hinchas de los otros equipos aprovechan para sacarse fotos con él", afirmó.
Bernardo de Irigoyen, a pesar de su escasa población, tuvo otros futbolistas que llegaron a primera como Jorge Iman, quien jugó algunos partidos en Colón. Y a Matías Aimaro, quien lo hizo en Ferro. Pero sin dudas Véliz es la figura de la localidad que aún no llegó a su techo, sigue avanzando y de continuar por este camino se convertirá en una figura internacional. Algo que todos ansían. "Es el sueño de todo chico y que lo haya logrado es algo increíble", resumió.
Alejo Véliz, el pibe del momento que de purrete ganó un concurso de malambo representando a Santa Fe, avanza a pasos agigantados. Y lo hace con lo mejor que sabe hacer: goles. Una virtud de pocos.