En Unidos creen que la Corte Suprema es estratégica. No por el contenido de sus fallos, sino porque allí se ubica la conducción de la Justicia. Un dispositivo que toma decisiones que bajan desde el vértice hasta los peldaños inferiores de la pirámide judicial.
Se trata del más críptico de los tres poderes, con varias capas de impermeabilizante a las corrientes de opinión pública y aferrado a rituales y procesos de trabajo.
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“La Corte nacional resuelve grandes conflictos, como los federales. Eso acá no pasa. Lo importante es que la Justicia tenga una nueva impronta, se modernice e ingrese al siglo XXI”, dicen desde la conducción del PS, que desalienta que el gobierno se embarque en una guerra con la cabeza del Poder Judicial.
En el PS creen que la oxigenación de la Corte es una oportunidad para discutir de manera más integral de la cuestión judicial. En esa clave, creen que es necesario avanzar con los pliegos pendientes y elaboran un proyecto de ley para traducir consignas como eficiencia, territorialidad y participación ciudadana en iniciativas concretas.
Para fuerzas como la UCR, el PS y el PRO que hicieron un culto del republicanismo sería un problema que se instale en un sector de la opinión pública que el gobierno quiere colonizar la Justicia.
Las vacantes en la Corte abren un juego de la silla político-judicial donde habrá más candidatos que lugares. Los operadores de Unidos están ante la difícil tarea de conseguir hombres y mujeres que al final del camino armen un tribunal con el mayor equilibrio posible entre el norte y el sur, progresistas y conservadores, las distintas ramas del derecho y orígenes: la Justicia, la academia y la política.
En la Casa Gris no hablan de nombres pero sí tienen algo en claro: perfiles que deben ecualizar con una nueva etapa en la provincia. “Tienen que ser intachables y no pueden tener un perfil militante. Van a integrar la Corte por los próximos quince o veinte años, así que el ideal es que tengan 60 años como máximo. Y tienen que tener un compromiso con la democracia y con los nuevos derechos, tienen que renunciar a la ley de enganche y pagar Iapos”, enumera un hombre de máxima confianza de Pullaro, que fue a la Legislatura a sacarse una foto con los legisladores socialistas.
Esos votos son decisivos, tanto en las reformas que ya se aprobaron como en la que vendrán. “Son los quince héroes”, bromeó un armador de Unidos, en alusión a la foto de Milei con los diputados que blindaron el veto a la ley de aumento a los jubilados.
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Chistes al margen, las vacantes en la Corte abrirán una negociación en varias mesas. En Unidos, pero también con otros espacios políticos. La amplitud de la coalición oficialista y la fragmentación opositora dificultan la síntesis. ¿Qué partidos del oficialismo colocan nombres? ¿Sólo la UCR y el PS, o abren el juego al PRO y Creo? En el PJ, ¿la conversación es con el bloque de Omar Perotti o con los senadores?
Son interrogantes que se resolverán con el correr de los meses y que revelarán la verdadera distribución de poder tanto entre el oficialismo y la oposición como al interior de cada una de las fuerzas.
El camino de la reforma constitucional
Mientras tanto, siguen las charlas, por ahora tras bambalinas, sobre la reforma constitucional. En el gobierno creen que va a salir, aunque siguen delegando el tema en la Legislatura. No quieren mostrar al gobernador corrido de la gestión y exponerlo a una derrota si la arquitectura de acuerdos se desmorona antes de tiempo.
El presidente de la UCR Santa Fe, Felipe Michlig, resaltó una fecha clave: 30 de noviembre. Ese día termina el período de sesiones ordinarias. A partir de esa fecha hasta el lejano 30 de abril de 2025 sólo se tratarán los proyectos habilitados por el Poder Ejecutivo.
Para el PS octubre es el mes decisivo para sintetizar un proyecto en Unidos y entablar un diálogo formal con el PJ. En los términos de uno de los principales referentes del partido de la rosa, un mes para ver cuánta agua tiene la pileta antes de tirarse.
Una pregunta es cómo venderle a la sociedad la reforma, un tema que suele resultar abstracto y lejano a la gente de a pie. “La reforma tiene un piso de apoyo alto. Hay un terreno fértil y conecta con el clima de una época de cambio. Primero hay que poner sobre la mesa los temas, la manera en que la sociedad se apropia de eso viene después”, creen en la conducción socialista.
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En el gobierno creen que la pregunta fundamental de la reforma constitucional es el “para qué”. Una narrativa posible es para blindar los logros de la gestión y evitar retrocesos en el futuro.
Sobre el siempre espinoso tema de la reelección del actual gobernador, cerca de Pullaro aseguran: “A Maxi lo que más le preocupa es la fortaleza de Unidos, él no va a ser un problema para la reforma”. “Lo más probable es que no siga. Por eso actúo como alguien que se va en cuatro años, sino no entraría en el golpe por golpe”, le dice el gobernador a los suyos.
Sin adversarios políticos de peso en Santa Fe
Por ahora, la hegemonía en curso de Unidos no encuentra desafiantes de peso en la arena política. Esta semana, el interbloque peronista en Diputados logró firmar un proyecto común para reclamarle a Clara García las actas y la versión taquigráfica de la sesión en que se votó la reforma previsional.
En disputa con el PJ por el lugar de principal oposición al gobierno, Amalia Granata fue más allá y pidió a la Justicia que declare inconstitucional la reforma sancionada a las apuradas mientras un grupo de manifestantes quería ingresar por la fuerza a la Legislatura. Sin embargo, las habilidades y recursos que funcionan para los golpes de efecto no necesariamente alcanzan para construir una alternativa. De todos modos, la movida sí le sirvió para llevarse aplausos y gestos del patriciado santafesino, el poder permanente de la provincia acostumbrado a relacionarse con gobernadores de un solo mandato.
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Por el momento, Pullaro encuentra sus adversarios fuera del sistema de partidos. Ahora sumó a la lista al sindicato de Obras Sanitarias, que con los años acumuló poder en Aguas Santafesinas hasta imponer una suerte de cogestión informal. Ahí le pelea es frontal.
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Por su forma de ejercer el poder, su plasticidad ideológica y su voluntad para tensionar con el sistema institucional Pullaro parece un peronista atrapado en el cuerpo de un radical, más cercano a Néstor Kirchner que a su aliado nacional Martín Lousteau.
Afinidades y guardia alta con Milei
Con el padre fundador del kirchnerismo Pullaro comparte una obsesión por el equilibrio fiscal. Es una meta económica pero también una suerte de seguro político. En la Casa Gris están convencidos de que Milei no aportará ni un peso extra a lo que cobran de coparticipación automática.
En el gobierno se espantaron cuando Milei les avisó que le tocaba a los gobernadores encarar un ajuste de 60 mil millones de dólares, un número que después Luis Caputo y José Luis Espert rebajaron a 20 mil millones. En cualquier otro contexto, que el ministro de Economía y un diputado desautoricen a un presidente generaría un temblor político.
“Lo de Milei fue grave: él es economista, es su área de expertise, no se puede equivocar en los números”, dicen desde el búnker de Pullaro, que le discutió a Milei en su propio terreno: el de la austeridad.
Con la economía que no da signos de recuperación y el desempleo en alza, Milei acentúa su posición defensiva. El insólito agasajo a los “87 héroes” en Olivos muestra que la intención del presidente es blindar una minoría que proteja sus vetos y aleje el fantasma de un juicio político.
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El video hecho con inteligencia artificial en que Milei presenta al kirchnerismo como un virus, demasiado parecido al relato de las derechas que provocaron las peores catástrofes del siglo XX, es un recordatorio a votantes blandos que empiezan a perder la paciencia sobre cuál es el punto de origen del experimento libertario y que sus opositores, por ahora, son los exponentes del antiguo régimen.