El avance de la tecnología ha cambiado en los últimos años la manera de las relaciones interpersonales, sobre todo en cuanto a la inmediatez de la comunicación. Tener posibilidades de enviar una foto o un video en tiempo real desde cualquier lugar del planeta, intercambiar y comentar información con miles de personas, entre otras maravillas impensadas décadas atrás, es la posibilidad de democratizar la información. Salvajes dictaduras, como la última en la Argentina por ejemplo, hubieran sucumbido mucho antes si hubiesen existido las redes sociales porque no hubiera permanecido oculta y desconocida la barbarie que se estaba cometiendo en el país. Hoy nada permanece sumergido, todo sale a la luz, aun acciones clandestinas de los gobiernos o cuentas en paraísos fiscales para lavar dinero que luego se publican en la web para el acceso de todo el planeta.
Sin embargo, como todo medicamento, también existen los efectos secundarios de un mundo hiperconectado donde las relaciones cara a cara van cediendo lugar y la privacidad pierde terreno ante la exhibición.
En lo que se refiere a la información, la sobrevaloración de las redes sociales es un fenómeno que se advierte en este país y también en otros. Cuando desde los mismos medios tradicionales de comunicación se comenta que "estallaron las redes" ante determinada noticia, se está señalando un universo imposible de determinar que emite opinión, acusa, condena, libera o maltrata al sujeto del discurso, en algunos casos, o sobre una situación particular en otros. ¿Esa tendencia al "estallido" en las redes sociales tiene algún valor de peso para que, por ejemplo, los medios de comunicación mantengan vigente un tema sólo porque en las redes sociales tiene impacto? El tiempo promedio mundial de permanencia de una persona en una información en una página web no supera los veinte segundos. ¿Es suficiente para que pueda dar opinión fundada sobre ese tema y distribuirla entre los miles de seguidores o amigos electrónicos?
Umberto Eco, el gran filósofo, semiólogo y novelista italiano fallecido el año pasado, tenía una posición muy crítica sobre el tema. En una entrevista con un diario italiano, que dio la vuelta al mundo, fue concluyente: "Las redes sociales les dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que primero hablaban sólo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Ellos rápidamente eran silenciados, pero ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel. Es la invasión de los imbéciles", sentenció. "Si la televisión había promovido al tonto del pueblo, ante el cual el espectador se sentía superior, el drama de internet es que ha promovido al tonto del pueblo como el portador de la verdad", agregó.
Es que para Eco la precisión de la información y el estudio eran valores supremos. Cuando presentó hace unos años en Madrid la versión española de su última gran novela "El cementerio de Praga", les preguntó a los editores si habían podido incluir una corrección importante a la primera edición italiana. ¿De qué error se trataba? Cuando uno de los personajes de la novela camina por un barrio de París, a mitad del siglo XIX, Eco equivocó el nombre de una calle, que no había sido bautizada como él la mencionó sino recién a principios del siglo XX. La equivocación que había cometido Eco fue haber tomado un mapa más moderno para recrear el barrio parisino medio siglo más antiguo. Para los escasos niveles de rigurosidad de lo que transita hoy por las redes sociales la anécdota de Eco parece haber salido del manual de un obsesivo por el detalle histórico.
Otro gran conocedor del lenguaje y la comunicación, el norteamericano Noam Chomsky, también aporta lo suyo: "Caminar hablando por teléfono es una forma de mantenerse en contacto con otros, pero, ¿es un paso adelante o un paso hacia atrás? Yo creo que probablemente sea un paso hacia atrás, porque está separando a la gente, construyendo relaciones superficiales", le dijo hace un tiempo a la BBC de Londres. "En vez de hablar con las personas cara a cara, de conocerlas a través de la interacción, hay una especie de carácter casual de esta cultura en desarrollo. Conozco adolescentes que creen que tienen cientos de amigos, cuando en realidad están muy aislados. Cuando escriben en Facebook que mañana tienen un examen, alguien les responde «espero que te vaya bien» y conciben eso como amistad", agregó Chomsky.
Pero más allá de la mirada crítica de pensadores de otra generación, la velocidad del cambio en la comunicación a través de internet y las redes sociales es imparable y beneficiosa en muchos aspectos, lo que no significa que exista una sobrevaloración a interpretar que todo lo que ocurre allí es la nueva tendencia de la sociedad. Si así fuera, al menos en la comunicación, la inmediatez no siempre es rigurosa y la falta de profundidad y estudio de las cosas atenta contra el conocimiento y la verdad.