El sueño terminó. Los All Blacks se encargaron de poner fin a la ilusión de Los Pumas. Con un categórico 44-6 se metieron en la final del Mundial de Rugby Francia 2023 y esperan al ganador del partido entre Inglaterra y Sudáfrica, que jugarán este sábado también en el Stade de France de Saint Denis.
En un partido de estas características se sabe que no se ganan a los diez minutos, pero sí se pueden empezar a perder. Para ganar, Los Pumas tenían que escalar una montaña de contrariedades y las presunciones de que lo podían hacer se basaron más en una cuestión de fe que en hechos reales. Haberle ganado a los hombres de negro en 2020 y 2022 generó una ilusión extra en el conjunto albiceleste, que nada pudo hacer ante un equipo de la jerarquía de los All Blacks, que terminó ganando por paliza.
De los cuatro semifinalistas, los neocelandeses eran el mejor equipo en cuanto a las estadísticas de ataque y este viernes lo refrendaron sin problemas. Ya al término del primer tiempo habían marcado tres tries (Will Jordan, Jordie Barrett y Shannon Frizell) y en el complemento se despacharon con cuatro de distinta factura (Aaron Smith, Shannon Frizell y Will Jordan por partida doble) que pusieron blanco sobre negro que esos datos no eran casualidad.
Cuando se largaron a jugar, demostraron todo su poder y su amplio repertorio para herir al rival. Tanto fue así que el partido fue parejo los primeros veinte minutos, ya que después de haber conseguido una buena diferencia, los neocelandeses se encargaron de cuidarla y aumentarla.
La defensa fue otro punto alto del que se aferraron los hombres comandados por Sam Cane para cantar victoria. No es que Los Pumas no atacaron, sino que no pudieron vulnerar la sólida pared negra que estuvo frente a ellos. De hecho, las únicas modificaciones en el marcador fueron a través de sendos penales de Emiliano Boffelli, ya que nunca Los Pumas pudieron vulnerar su ingoal.
Antes de jugar el partido ante Argentina, de los cuatro semifinalistas, los dirigidos de Ian Foster tenían el mejor promedio de intento de tackles exitosos (87%) y ayer continuaron en esa senda, aunque bajaron el porcentaje debido, en parte, al estado del campo de juego y el clima.
Es que la historia demuestra que los equipos que ganan Mundiales son muy buenos defensivamente, y los kiwis tomaron esta premisa como su punto de referencia y la utilizaron sin salirse del libreto, pensando ya en lo que será la gran final, probablemente ante los Springboks (es lo que marcan las apuestas).
El primer tiempo fue muy físico, muy friccionado, de un desgaste tremendo del que Los Pumas dieron cuenta en el complemento. Con el partido ya definido en el primer parcial, el complemento sólo sirvió para el morbo, porque todo el mundo sabía que era imposible que los argentinos pudieran dar vuelta el resultado.
Con mucho control de pelota, los All Blacks siguieron erosionando a la defensa argentina metro a metro, con un nivel de intensidad, velocidad y precisión impresionantes. Y eso se trasladó al marcador. Se terminaron floreando, con cruces, tijeras, como si estuvieran en un entrenamiento.
En las otras semifinales que disputaron Los Pumas en los Mundiales anteriores habían perdido con Sudáfrica, en 2007 y con Australia en 2015. El tercer grande del sur se sumó ayer. Los de negro conocían el paño. Por novena ocasión en 10 mundiales jugaron una semifinal sabiendo plenamente lo que significa perder y ganar, y no quisieron volver a tener el sabor amargo en la boca como sucedió hace cuatro años. Por eso terminó en paliza.
Argentina fue un digno rival. Jugaron un buen partido a la medida de sus posibilidades, pero nada más que eso. Aun así estuvieron lejos de poder equiparar el poder de los hombres de negro. Entre otras muchas cosas les faltó una conducción, le faltó experiencia. Pasó muchas veces que cuando el juego no aparecía, el espíritu, la locura bien entendida o la mítica garra puma ocupaba ese lugar y hacía realidad lo que parecía imposible. Ayer no fue el caso. Sólo fueron arrestos individuales de un equipo quebrado desde su concepción. Los All Blacks, sin grandilocuencias, haciendo el ABC a la perfección y con mucha experiencia, se llevaron el pasaje a la final y de yapa le dieron a Los Pumas un baño de realidad, muy necesario para encarar lo que falta.