El padre Yaco: "Jesús era subversivo, no por violento sino porque vino a dar vuelta todo"
A los 72 años Salvador Yaco hace 38 que es párroco de Santa Catalina, en Capitán Bermúdez, y lleva 40 como sacerdote. Vehemente, sincero y frontal, participó de 25 días de ayuno en 1997, junto a los curas del decanato del cordón industrial, entre otras luchas, en el marco de la pastoral social."Yo soy así: no uso sotana ni cleriman"
El padre Salvador Yaco en la Parroquia Santa Catalina: "Jesucristo puso blanco sobre negro"
“Jesús era subversivo, pero no en el sentido de la violencia física que le damos a esa palabra, era subversivo porque propuso dar vuelta todo. Jesús viene del lugar más pobre, de la Galilea de los gentiles, prácticamente en la diáspora, en las afueras del judaísmo, del lugar de los pecadores, de los endemoniados, de los este De los últimos. De los últimos, nace de madre virgen, sin padre conocido, el padre medio raro, José. Iinclusive los mismos paisanos no lo reconocen cuando él va a Nazaret y le dicen: “¿Vos quién sos?” sorprende tras más de dos horas de diálogo con La Capital el padre Salvador Yaco, de 72 años, que acaba de cumplir 40 como sacerdote y 38 como párroco de la Iglesia Santa Catalina, un encantador templo vidriado, desde el que se ve el jardín, en una esquina de Capitán Bermúdez.
Cabello y barba canosos, remera deportiva azul, bermuda y sandalias negras, el padre Salvador -como lo conocen todos aquí- desarrolló en sus 40 años en el sacerdocio una prolifica tarea pastoral y social, que se extiende desde la remodelación de la Parroquia Santa Catalina y la compra de terrenos y la construcción de un edificio para Cáritas hasta su titánica lucha por los trabajadores despedidos de la Municipalidad de Capitán Bermúdez, en la gestión del intendente socialista Carlucci, que incluyó un ayuno de 25 días en una carpa, y su pelea con el gobernador Carlos Reutemann, en defensa de los desocupados que generó el neoliberalismo de Menem en los 90. Cualquier parecido con la actualidad no es una mera coincidencia.
Nacido el 30 de junio de 1953 en una vieja casa de Saavedra y 1º de Mayo, en el barrio Tablada, Salvador Domingo Yaco es hijo del albañil Salvador y del ama de casa Electra Rangoni. “Mi viejo era peón de albañil y trabajó 20 años en la estación de servicio Mazzini, de Ayacucho y Estado de Israel, hasta que el ministro de Obras Públicas, Pistarini, le dio trabajo como ferroportuario en el Puerto de Rosario, y ellos pudieron comprar un departamento en el barrio Sáenz Peña, en Arijón entre Laprida y Buenos Aires, con el primer Plan Qinquenal de Perón” recuerda sus orígenes en el corazón de la zona sur.
-¿Cómo fue tu infancia en el barrio Sáenz Peña?
-Prácticamente viví toda mi infancia en el barrio Sáenz Peña, pegado al entonces Reformatorio, donde jugábamos a la pelota todo el día y también nos cagábamos a piedrazos con los negros, con cariño, pero también había una disputa.
-¿Cómo era el barrio Sáenz Peña?
-Era un barrio de clase media bien, pero nos mezclamos un poco. No había tanta villa, la villa estaba más bien por Ayacucho. Era un barrio de trabajadores, pero para arriba, porque también había gente de plata, había buenas casas en la parte de Arijón, sobre todo para el este, Y nos criamos jugando al fútbol en las canchitas del Reformatorio, y después teníamos las canchas de (el Club) Sáenz Peña, la del (Regimiento) 11, la del Club Las Heras, en avenida Lucero (Del Rosario) y Buenos Aires. Hice la primaria y la secundaria en el colegio de los curas, en Villa Gobernador Gálvez, que ahora pertenece a los Hermanos de la Mené. Y después vivíamos vinculados con el agua y la pesca. Ibamos a pescar al pueblo del frigorífico y a las quebradas (del Saladillo), donde también nos bañábamos, y al Club Guillermo Tell donde cruzábamos el campo a pie con mis padres.
"Tuve una infancia bárbara"
-¿Jugabas todo el día en la calle?
-Tuve una infancia bárbara, Qué lindo todo eso mezclado con cualquier colegio, muchos chicos, mucha vida, mucha actividad, y no había tantos peligros, no había peligro en la calle ni nada. Siempre hubo cosas, pero abríamos los ojos y nos cuidábamos entre nosotros, no era como ahora. Y después jugamos mucho al fútbol en torneos entre las parroquias.
-¿Cómo hacía Don Bosco, que evangelizaba con la pelota?
-Don Bosco rescató a chicos de la calle, fue un adelantado, un progresista, que tenía otra mirada, por eso el Colegio San José tiene protección en los vidrios de las ventanas de los patios para que los chicos jueguen al fútbol.
-¿Don Bosco tenía una mirada más cercana al peronismo?
-Era el espíritu de Don Bosco. Don Bosco trabajó con los chicos de la calle y de ahí viene su carisma para trabajar con jóvenes. Era más abierto, sin tantas exigencias. Y el peronismo trabajó en toda la cuestión social, en lo derechos bien concretos de las personas, en todas las dimensiones: los niños, el trabajo, las vacaciones, el aguinaldo, las ocho horas, los ancianos, todas las cosas que ahora están en discusión.
-Uno de los trabajadores despedidos del Frigorífico Euro, de Villa Gobernador Gálvez, confiaba que todos ellos votaron a Milei. ¿Es el síndrome de Estocolmo, cuando el torturado se enamora del torturador?
-Me parece que sí, pero también me parece que la malicia tiene muchos motivos y fundamentos. El kirchnerismo tuvo horrores, pero tuvo aciertos extraordinarios. Las dos cosas. El gobierno de Néstor y el de Cristina fueron casi únicos después de Perón porque no hay otro gobierno que se compare. Lo que pasa es que este tuvo horrores, tuvo cosas indiscutibles. Yo con la política tanto de Néstor como de Cristina tengo una mirada totalmente distinta y crítica, pero con respecto a Milei son Pelé y Maradona o Gardel y Lepera juntos. El tema es lo que los medios hegemónicos le han dado, cómo le han pegado al kirchnerismo, incluso hablaron de muerte del kirchnerismo apenas asumieron, apenas asumió Macri desde el gobierno dijeron que el kirchnerismo tenía que morir, tenía que desaparecer el kirchnerismo de la tierra y lo vienen llevando a cabo. El kirchnerismo es el corazón del peronismo.
-Ese discurso de los medios hegemónicos parece necesario, pero no suficiente. ¿Por qué alguien que se hizo su casa con el Procrear llama a Cristina “la Yegua”?
-Yo también tengo gente acá en la comunidad que dice lo mismo. Tengo gente que se ha jubilado con ama de casa, por ejemplo, y ni siquiera reconoce eso y hasta habla de eso como algo negativo. Recibieron la jubilación, la cobran y dicen que está mal. Me parece que este tiempo lo que tiene de muy bueno es que se cayeron las caretas. Totalmente. No necesito una cultura que está a mitad de camino entre el espíritu cristiano y el barniz. La esencia y el corazón no son cristianos. Lo humano es el barniz. Cuando hablamos de derechos humanos, hay que ver qué decimos porque parece que derechos humanos tienen tanto el genocida y el que tortura como el que es torturado, entonces dicen que los derechos son iguales.
-¿La Teoría de los dos demonios busca equiparar la violencia insurgente con el Terrorismo de Estado?
-Son distintas las funciones y las posibilidades de unos grupos y las del poder. Y es uno el que decide porque convengamos, para poner el ejemplo de la dictadura, de las dos partes, el Estado y ciertos ciudadanos, que podemos llamar extremistas o revolucionarios, pero eso necesitan una Justicia justa. El juicio como corresponde, y no lo que se hizo porque yo tengo la posibilidad de delinquir, no me pueden negar la posibilidad delinquir. Me tengo que hacer cargo de todo esto, pero tengo que pasar por un juicio como corresponde, me tienen que dar la pena que corresponde, pero no más ni menos, porque no es solamente la pena, se pide la tortura. A los menores se pide bajar la imputabilidad de la edad, que las cárceles sean lugar de tortura, que no sean lugar de rehabilitación. Es decir, absolutamente todo lo contrario de lo que tiene que ser según el pensamiento cristiano y humano.
"Me crié rodeado de mucho afecto, contención y juegos"
-¿Cuándo te picó el bichito de ser cura?
-Recibí de mi mamá toda la parte religiosa, era muy devota, especialmente de San Antonio, íbamos a San Antonio de Padua muy seguido, en San Martín y Ayolas. Entonces me acuerdo que de chiquito tenía una imagen de San Antonio. Ya era muy devoto de San Antonio. Inclusive hoy soy muy devoto. Yo te invito a que lo hagas, cuando se te pierde algo importante, invocá a San Antonio y te aparece. Después fui monaguillo en las Oblatas. Yo con me crié entre monjas y en el colegio entre curas también. En la primaria, en tercer y cuarto grado, me sacaban de la clase para hacer de monaguillo. Cuando llegaba un muerto y había una ceremonia me llamaba el cura capuchino a que lo ayudara en la misa. Y lo mismo con las monjas, pero era el monaguillo ya preparado, instruido, reconocía todo. Me gustaba todo eso. Me crié en el ambiente religioso, estaba rodeado de mucho afecto, de mucha contención y de mucho juego.
-¿Tu vida era como la de cualquier pibe más la parte religiosa?
-Totalmente. Tiraba piedras, me enojaba, me amigaba, iba a los cumpleaños como cualquiera, pero además vivía la parte religiosa, que era muy fuerte, a lo mejor era mi vocación. En ese contexto se fue formando hasta que en 1964 quise entrar al seminario cuando tenía 10 años, estaba en quinto grado en los capuchinos, pero estuve una semana.
-Llegué con mis viejos al seminario y los despedí en el comienzo de la arboleda. Me metieron ahí y ellos empezaron a caminar, pero cuando llegué adentro estaba todo vacío, no había nadie. Si hubiese habido alguien que me recibiera, capaz que me quedaba, pero me sentí tan solo que me fui corriendo hasta la verja y dije: “Me voy, me voy, me voy”.
-¿Cómo siguió tu vida?
-Volví al colegio de los capuchinos, estudié todas las vacaciones, rendí sexto grado libre y entré a primer año.
-¿Y por qué hiciste eso?
-Por idea de mi vieja. Mis dos primas por parte de ella habían hecho el sexto grado libre y mi vieja que dijo: “Vos tenés que rendir sexto grado libre”. Y me chupé todas las vacaciones estudiando al pedo.
-¿Por qué se le ocurrió esa idea?
-Mi vieja era hija de piamonteses y creo que había un dejo de miserabilidad, propio de la familia, porque mi viejo era un tipo generoso, bondadoso, te daba lo que no tenía. Era alcohólico, pero fue un padre excelente, una persona buenísima. Y ella era una mujer muy recta, muy dura y cerrada. Mi viejo, en cambio, tenía una familia siciliana distinta, era más abierto, más solidario, más afectivo.
-¿Cuándo volviste al seminario?
-A los 17 o 18 años estaba en una crisis, no sabía qué iba a hacer. Mis viejos me mandaron a hacer changas para ganar un manguito: “Se terminó”. Y me dijeron que tenía que ir a la universidad. Así que ingresé a la facultad. Nunca había rendido una materia, tenía notas excelentes, pero me dedicaba a estudiar. Cuando llegué a Ciencias Económicas la primera materia que rendí me bocharon porque no estaba acostumbrado a rendir. No sabía qué era rendir porque aprobé todas las materias con un promedio muy alto. Después empecé a meter materias, cursé hasta cuarto año, pero en el medio estuvo el servicio militar e hice Marina, dos años, estuve en el crucero General Belgrano, que después los ingleses hundieron en Malvinas. Jugaba al fútbol, participaba en actividades con jóvenes. Empecé a trabajar en la estación de servicios casi cinco años, vendiendo combustible, lavando autos, haciendo de nochero, bueno, después trabajé en la Fábrica Militar de Armas y terminé trabajando cuatro años de empleado administrativo en Electricfun (una fundición eléctrica de acero),.antes de entrar al seminario. Tengo todo el conocimiento así que empecé haciendo cosas de pinche, pero después terminé haciendo cosas casi de contador. Tenía mucha capacidad y laburaba.
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Celina Mutti Lovera / La Capital
-¿Cómo decidiste tu vocación?
-En todo ese contexto de trabajo y estudio, en el grupo juvenil de la Parroquia San Martín de Porres eran muchísimos chicos y chicas. Yo estaba en crisis, ¿a ver qué qué hago? Estaba el tema noviazgo porque no había salido nunca con ninguna chica, por lo menos de manera definitiva. Entonces estaban el tema del noviazgo, el tema de los amigos y el tema de esto que me picaba dentro: del llamado del Evangelio porque ¿qué es Jesús? Para mí Jesucristo fue Jesucristo de Nazareth porque fue siempre el Evangelio, algo que me iluminó toda mi vida. Para mí el Evangelio es una política, es una ideología, es una forma de vida. Me enamoró, me cautivó así que estaba en una crisis porque no sabía para qué lado agarrar: estaba la facultad que ya se había extendido un poco por el servicio militar, porque trabajaba también, estaba el noviazgo, había muchas cosas en el medio, así tenía una cierta confusión. Y creo que agarré la parte más fácil. Porque ahí yo ya tenía toda seguridad, yo iba al seminario y se terminaba todo. Porque en el seminario no había más laburo, no había más decisión, había que meterse, estar adentro y estudiar aasta llegar al momento de la ordenación, si hacías las cosas bien. Y salió así.
-¿Y qué edad tenías?
-Yo entré a los 25 y me ordenaron sacerdote a los 30. Entré en el 78 y me ordenaron en el 83, el 83. En el 84 salí a atender dos parroquias, San Martín de Porres y y la de Ovidio Lagos y Uriburu, donde estaba mi primo, Salvador Guerriero, que estaba muy enfermo. Así estuve un año, en el 85 me llamó Villena, uno de los obispos, y me dijo: “Chico, ¿a dónde querés ir vos? ¿Querés ir al seminario o querés ir a la Capilla Itatí?" Porque yo había estado trabajando en Itatí, en Las Flores. Yo iba permanentemente con los jóvenes y los chicos me querían muchísimo.
-¿Te gustaba más trabajar en Itatí?
-Yo tenía el doble juego: la posibilidad de optar por Itatí o por el seminario. Pero con sinceridad mi vocación es Itatí. Pero el tema es siempre el poder. El seminario es otra cosa. Entonces le dije: “No, decídanlo, ustedes”. Y ellos decidieron mandarme al seminario.
-¿Por qué?
-Porque no querían que fuera ahí. Yo no tuve los huevos que tenía que tener, no tuve la fidelidad que tenía que tener a lo que yo sentía. Porque mi camino estaba claro. Yo lo sabía, pero no he dicho: “No, voy a ir Itatí”. Yo sabía que mi camino estaba ahí. Y yo le esquivé al bulto. Pero no lo hice de manera directa. Me arrepiento, pero ya está. De eso no hay vuelta.
-¿Cómo te fue en el seminario?
-Estuve cinco años en el seminario, desde el 84 hasta el 88 inclusive como prefecto. Hice todo tipo de tareas: con los más chicos, con los medianos, con los nuevos que entraban. Estuve como responsable primero de los más grandes del seminario menor, después fui el responsable de los más grandes, fui su director espiritual, trabajé muchísimo en el seminario. Pero así como trabajé me sacaron de ahí.
"Me sacaron del seminario porque empezaba a decir algunas cosas"
-¿Por qué te sacaron?
-Porque yo empezaba ya a pensar, a hablar, a decir y hacer algunas cosas, y tuve algún enfrentamiento. ¿Viste cómo es el tema? Nunca es clara la cosa.
-¿Y quién era el director del seminario cuando pasó eso?
-El padre Santidrián. Él tiene su forma de ser. Yo creo que él tuvo mucho que ver en mi salida del seminario. Inclusive se lo dije en el 2000 y se enojó muchísimo, y luego para reconciliarse me llamó. Yo fui. Por supuesto que no había nada que reconciliar porque las cosas pasaron y lo que pasó pasó. Yo sigo pensando lo que pasó: me sacaron de taquito. Yo hice un ascenso impresionante y el descenso fue estrtepitoso. Como subí, bajé de un solo toque. Pero me sirvió muchísimo: entendí qué es la Iglesia. Lo que es el poder, en carne propia, y a partir de ahí tomé la decisión de seguir acá y de tratar de hacer que las cosas fueran distintas.
-¿Qué lectura hacés ahora de tu paso por el seminario?
-Te cuento cómo fue: estaba en el seminario porque yo en ese momento era el prefecto de loa más grandea, y de tercero y cuarto de Teología, los diáconos que ya están casi ordenados. Era el responsable de toda la pastoral, yo le he dado la pastoral a todo el seminario con la que cada uno iba a trabajar en cada parroquia. Yo tenía una cierta situación, digamos que era el lugar, me parece, de más responsabilidad. Y también daba clase. Creo que Santidrián tenía algún pensamiento sobre mi persona porque él me pidió de entrada y después me dijo que yo tenía que dejar ese lugar, hacer otro sacerdocio e ir a trabajar con los menores, con los que había empezado al comienzo. Le dije: “Mirá, yo no tengo problema, Tomás”. ¿Pero qué pasó a los dos años? Una mañana golpeo la puerta, se abrió la puerta, me llemó por un tema de la división de los chicos míos, y estaba con el teléfono. “Hola, Salvador”, me dice. “Mirá que está el obispo”. “Sí”, le dije. “¿Qué pasa?” Sí, quisiera que si vos querés seas el párroco de la Parroquia Santa Catalina”. Le dije: “Mirá, entonces lo que él decida yo lo acepto“. Y le dije: “Pero que él sepa que yo voy a ocupar la parroquia, la voy a atender”.
-¿Fue el paso previo a tu salida del seminario?
-Fue el paso previo a la despedida. Me eligieron como director espiritual externo del seminario.
-¿En términos futboleros vos eras un jugador que él como director técnico no había pedido?
-Es entendible, pero siempre hablo con sinceridad. Vení de frente:“Mirá, no me servis”. O: “Yo quiero otro perfil”. Si hablaron con el obispo sé honesto conmigo. Sí, no, póngase de acuerdo. Pero fui entendiendo. Después me pusieron de director espiritual, llegué a tener una gran cantidad de pibes, pero impresionante. Chicos que querían que los dirigiera espiritualmente.
-¿Te fuiste del seminario pero seguías trabajando ahí?
-Tomé la parroquia y me dieron la Capilla de los Milagros, de las monjas, donde estuve 20 años como capellán, acá a cinco cuadras, hasta que me hicieron una cagada y me echaron como un perro. En el seminario era el director espiritual, iba a todas las semanas porque los chicos necesitaban charlar. Tenía como 30 chicos y tenía que dedicarles tiempo. Tenía la parroquia, las monjas, los chicos. Hasta que llegó un día que le dije al director del seminario: “Señor, usted decida”. Entonces me dijo: «Dejá esto de acá y quedate con la parroquia y las monjas».
-¿Te limpiaron del seminario?
-Porque también estaba lo que pasaba con los pibes porque yo tenía un número que crecía cada vez más. El rector del seminario, Pablo Sudar, me dijo en un momento: “Mira, Salvador, si vas a dejar de ser director espiritual externo, queremos que vengas como confesor”. «No, porque si yo voy a ser confesor, todos los chicos van a venir a hablar conmigo en la confesión y yo no no voy a poder decirles nada. Porque yo en la confesión no puedo, ¿qué les voy a decir? Me van a tirar todos los problemas a mí. Hasta tengo el secreto de la confesión».
-¿Rechazaste trabajar como vicario general del obispo de La Pampa?
-Un día monseñor López me dijo por teléfono: “Necesito que vayas a La Pampa porque va a asumir Bredice como obispo y te pide a vos como vicario general”. Yo era párroco de la iglesia de Villa Manuelita y le dije: «Dejame que lo voy a pensar». Pero tenía que pensarlo ese día porque era todo rápido. Así que ya lo hablé el domingo a la noche con algunos curas, con mi familia y con la comunidad. Yo tenía la reunión del Decanato con todos los curas de la zona. Coincidió todo justo ese día. Yo estaba dispuesto a hacer lo que los obispos me pedían, así que fui el martes a la mañana y le dije a monseñor López: “Yo no tengo ningún problema, pero usted tiene que saber quién soy yo. Usted tiene su forma de ser, tiene su espiritualidad. No creo que sea la mía. Yo soy una persona muy sincera. Tengo mi forma de ser. Yo no la voy a cambiar porque yo mis principios y mi ética no los voy a cambiar. Así que usted piénselo”. «No, está bien. Quedate tranquilo».
-¿Qué había pasado?
-Cuando salgo de ahí, me agarra monseñor Villena y me dice: “Vení chico” y me llevó a su despacho. “Yo te pedí, pero quería ver a tu primo Salvador Guerreiro Yaco”. Yo soy Salvador Domingo Yaco y mi primo había sido su compañero, o sea que había habido un error, aparentemente.
-¿Si hubieras aceptado podrías haber hecho la carrera de obispo?
-Yo siempre digo que esto es así. Era un puesto importante, un cargo de vicario general, que está prácticamente después del obispo. Y a lo mejor puede ser una carrera para obispo, pero a mí no me interesa, me interesa. Yo empecé en el seminario y cuando descubrí todo lo que era, no me quedé nunca más.
-¿Optaste por trabajar en la pastoral social?
-Descubrí todas las opciones y yo elegí la social, con la comunidad también. Y no tengo este problema en la lengua, yo las cosas las digo, no las oculto, con mucho respeto, porque yo no impongo nada, simplemente mi pensamiento no lo callo y lo digo respetando a las estructuras y demás.
-¿Sos un cura sin sotana?
-Me van a ver vestido así, no uso sotana ni cleriman. ¿Cómo estaba vestido Jesús en la iglesia? ¿Qué sé yo cómo tiene que estar vestido un cura en una iglesia? A ver. Dios mira el corazón y no mira toda la paparruchada de lo externo. Yo tengo otro concepto de Dios.
-¿Dónde está Dios?
-Dios no está y Dios está acá dentro, ¿viste? ¿Qué sé yo? Va conmigo de noche, todo el día, como también estará con vos, que igual lo tenés. Entonces todo esto está al servicio de algo distinto.
-¿Jesús es el que echó los mercaderes del templo?
-Sí, pero tené presente que el tema es porque eso está a veces mal interpretado, se toma de manera literal. Ahí lo que Jesús hace es destruir el culto antiguo. El culto antiguo existía porque para ellos, los judíos, el templo de Jerusalén era la gloria de Israel, era lo más grande que tenían. Porque ahí estaba el arca de la alianza, que los había acompañado durante 40 años en el desierto. El arca de la alianza era una parafernalia, una construcción con los ángeles que estaba colocada como el santo de los santos porque el templo tiene el patio de las mujeres, que las mujeres no se pueden encontrar para nada con los judíos, el patio de los paganos -de los que no eran judíos-, el lugar de los hombres, después estaba el templo, el santo y el santo de los santos donde estaba estaba el segundo santo una vez al año. Y Jesús dijo: “De esto que ustedes ven, no va a quedar piedra sobre piedra. Y yo a este templo lo destruyo y lo construyo en tres días”. ¿Cómo? Se refiere al templo de su cuerpo. ¿Pero qué pasó? Los cristianos no tenían templo, se veían en casas de familia, donde la eucaristía era una comida como esta: a mitad de la comida agarraban un pan, lo partían y hacían la eucaristía era eso.
-¿Por qué fueron perseguidos?
-Fueron perseguidos, pero no por la forma en que vivían sino porque hablaban de un Dios hecho hombre, encarnado. Fueron perseguidos primero por los judíos, el judaísmo los persiguió. Y después cuando se quedaron en Roma, se escondieron en las catacumbas hasta que en el siglo IV el rey se hizo cristiano. Entonces lo sentó al Papa, le dio la basílica de Basileo, que era una residencia para que tuviera un lugar amplio, donde una parte era para el templo, otra parte era para el bautismo y otra para la casa del Papa. Entonces avanzó y lo domesticó. Y ahí viene la iglesia actual. Vino al templo, al sacerdocio, a las leyes, al lugar del sábado, del domingo.
-¿Los comunidades de los primeros cristianos compartían sus bienes según sus necesidades, ese es el espíritu de la iglesia?
-En realidad fue y no fue. Eso creo que fue un intento, pero estamos en un contexto apocalíptico. Porque Jesús ya venía. Entonces, como ya llegaba ell fin del mundo, llegaba Jesús al reino, entonces era más fácil hacer eso. Desprenderse de las cosas, compartir, inclusive algunos no trabajaban porque Pablo lo dice al exhortar a que el hombre trabaje, que el pan se gane con el sudor de la frente, que el no trabaja no coma. Lo dice Pablo, ¿por qué? Porque era un concepto apocalíptico. Jesús no llegó, se vendieron todos los bienes y cada uno se quedó sin nada, se empobrecieron, tuvieron que pedir ayuda a otras a otras comunidades porque la comunidad de Jerusalén se hizo hizo percha. Es decir, que era la locura de siempre. El fanatismo era locura y una mala interpretación. Jesús dijo que llegaba el hijo del hombre y vamos para 21 siglos, pero no llegó. Por eso te digo: podemos entender lo que queramos. Está bien. Y la religión tiene que hacer no para el más allá ni para lo que fue porque viene Navidad, donde todo es el arbolito, el pesebre, la misa de Navidad, donde nos damos un abrazo y un beso, que si nos queremos, nos concientizamos. Es decir: hay que tener ese espíritu todo el año. Esa Navidad pasó. Y ahora llega con poesias, pero en el medio hay una avenida que es extraordinaria y que va a ser sobre la cual vamos a ser enjuiciados, que no creo que tampoco hay que hacer un juicio. ¿Cuál es el juicio? Vengan para acá. Me dieron de comer, me dieron de beber, estaba preso o enfermo y me visitaron, sin ropa y me vistieron. ¿Cuándo? Cuando dejamos seguir sufriendo al más pequeño de tus de mis hermanos, lo hicieron o lo dejaron de hacer, conmigo lo hicieron, hicieron lo concreto. Esta es la religión concreta. No es la de la misa de los sacramentos. Está la religión de la jerarquía y yo siento la atención al pueblo y especialmente a los más débiles.
-¿Cómo participaste de la pastoral social en la crisis de los trabajadores desocupados generada por el neoliberalismo en los 90?
-En los 90 hubo un industricidio parecido a lo que pasa ahora, pero aquel fue terrible: perdimos cinco mil puestos de trabajo, había una depresión impresionante, suicidios, los hombres no sabían qué hacer, las mujeres se iban a trabajar. Acá en la comunidad, venían a confesarse conmigo, pero no confesaban pecados sino que me hablaban de la situación que tenían porque era tal la angustia que tenía la gente en aquella época. Era tal el sufrimiento que la gente me buscaba no para la parte espiritual sino para contarme que estaba mal, que estaba depresiva.
-¿Cómo nació la pastoral social de entonces?
-La pastoral social nació en el 94 con esta consigna: “Sin trabajo digno, no hay pan ni paz”. Pero el pan no es el pan material solamente, el pan es el trabajo con todo lo que implica: con derechos, con las ocho horas, aguinaldo, vacaciones, jubilación, pero también implica ropa, alimento, bebida, educación, salud, nutrición, farra, diversión, es decir, eso implica trabajo digno. Una vida digna. Entonces sin trabajo digno no hay pan y si no hay pan no hay paz. Porque si no hay paz no es porque no queremos que haya paz, es que no están dadas las condiciones para la paz porque hay cuatro o cinco vivos que se quedan con todo. Es decir que es un mundo para ellos. Que hay un mundo para pocos y un país para pocos.
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Celina Mutti Lovera / La Capital
-¿El modelo económico actual es que seamos Perú o Paraguay, un país primarizado y sin industrias?
-Sí. Entonces tienen que repartir palos, lo que ocurre con el tema de toda la represión, con los jubilados, con cualquiera.
-¿Cómo puede la gente votar a un gobierno que les pega a los jubilados?
-Bueno, pero ahí está lo que decíamos. Me parece que hay una lectura: primero lo que vos decías. Creo que hay un pensamiento hegemónico en general, que hay que estar bien, pero estar bien es estar como los que están arriba. La Argentina fue un país si podemos llamar de clase media, que quiere subir y llegar a estar como los de arriba y que odia a los que están abajo. Y se olvida de que es trabajadora. Y después tampoco se entiende que un trabajador no quiera estar en un sindicato. Pero no se entiende que el sindicalista sea un traidor. Entonces hay una confusión. Estamos hablando de los gordos, de los que cortan el pescado porque los delegados en la fábrica, no siempre, pero muchos delegados son honestos. Hay un montón de cosas que están dadas vuelta. Porque si voy a hablar de democracia, esta democracia no es representativa porque no es ni por el pueblo ni para el pueblo. Hacen lo que ellos quieren. Este partidismo es beneficiar a los poderosos y en contra del pueblo. No es el gobierno del pueblo. Argentina, a mi entender, tiene por lo menos un 30 o un 40% de ricos. Cuando hablo de ricos porque no hablo de los que tienen todo. Hay algunos que tienen todo y mucho más que todo. Hay otros que están a la mitad de camino, pero hay mucha gente que gana muy bien, que vive muy bien, que son los que se se van de vacaciones los fines de semana largo, hay gente que gana bien que tiene a lo mejor 3, 4 o 5 millones de pesos. Después tenés un 30% de indigentes y de pobres, pero tenés un 20% o 25% de la clase media famosa,que es la que decide las cosas y casi siempre envidia a lo de arriba y odia a los de abajo. “Porque son drogones, son negros, son vagos, son chantas, porque no son como yo”. Pero es una comunidad humana cristiana.
-¿Quiénes integraban esa pastoral del 94?
-Nace a partir de esta situación económica porque empezamos a salir a acompañar a los trabajadores en las fábricas, a hablar con empresarios, con gremialistas. Yo estaba en la calle permanentemente, y salió la famosa marcha del silencio con los curas del decanato de la zona. Y sumamos algunos pastores que estaban cerca. Hicimos una marcha impresionante, fueron como cuatro mil personas. Veníamos de Baigorria al principio hasta la estación de trenes de Bermúdez. Nos apoyó muchísima gente y del norte venía otra columna de San Lorenzo, que eran cerca de tres mil personas. Después hicimos también un ayuno en la Carpa en San Lorenzo, con todos los curas de Decanato y las comunidades. Así celebramos la Navidad ahí en el 97. Eramos 10 parroquias, casi todo el cordón: Bailgorria, Bermúdez, Beltrán, San Lorenzo, Puerto, Oliveros, Timbúes, Andino, Clarke y Serodino.
-¿Fuiste perseguido por liderar esa pastoral social?
-Siempre fui el referente de esas marchas en un trabajo pastoral social. En esa marcha del decanato teníamos la impronta de estar con la gente, pero en un momento se produjo un desbande de curas porque el obispo me llamó y me dijo: “Padre, usted está diciendo que yo a los sacerdotes los disperso porque no les doy nada”. Entonces le respondí: «Porque ustedes castigaron a los sacerdotes, salvo a uno, que era sacerdote de Timbués, a quien usted nombró párroco de San Miguel y lo elevó de categoría». “Acá somos todos igual, acá hay una diferencia”, me contestó. Yo salí de la Catedral y al día siguiente llegó una carta del obispado: “parroquia de primer nivel paga tanto, parroquia de segundo nivel, tanto”. Yo era de cuarto nivel.
-¿Te castigó?
-Son esas cosas tontas, pero hipócritas también. Esto se fue diluyendo con los años, ya quedé solo con la marcha hasta 25 años. “Hasta acá llegamos”, dije, porque éramos 15 personas.
"En la parroquia siempre trabajé con libertad"
-¿Después te dejaron trabajar tranquilo en la parroquia?
-En la parroquia yo siempre he trabajado con libertad, pero sé que cada tanto me van a llamar del arzobispado para darme un tirón de oreja. ¿Y ahora qué hice? Creo que tengo prontario, no tengo antecedentes. Pasa que siempre he hablado con total libertad: yo soy muy crítico de la Iglesia porque soy muy crítico de mi persona. Lo que te digo te lo digo como pienso, como soy, aunque no es el común de los sacerdotes ni lo que la Iglesia piensa, es mi sentir, muy personal, muy propio y sé que de alguna manera soy el que estoy descolocado. Y yo acepto esa postura. Lo que pasa es que es mi conciencia, yo no puedo estar en contra de mi conciencia. Y no creo que haga nada que pueda afectar gravemente a la institución, a la iglesia, y hago todo lo que la institución me pide porque yo cumplo con todo, pero yo tengo esta impronta. Te puedo contar todo lo que he trabajado en la parroquia para nombrarte algunas cositas: discapacitados, chicos de la calle, adicciones como droga y alcohol, enfermos mentales, desnutrición, refugiados. Tuve viviendo refugiados conmigo durante dos años. Estuve e Liberia, en Africa, en 2000, en Liberia. Este, desnutrición. A los refugiados de Africa los tenía acá porque eran perseguidos allá. Y casi todos los casos salieron bien. Ellos vienen con destino a Estados Unidos y a Europa, no a Argentina, pero estaban conmigo.
-¿Cuál es el trabajo de la Casita de Cáritas?
-La Casita de Cáritas, acá enfrente, era un lugar donde había gente de paso, que eran perseguidos, que los querían matar, venían acá y de manera anónima, escondidos, los tenía viviendo acá conmigo. Hemos tenido acciones comunitarias con acciones ecuménicas, con bautistas, con adventistas, con metodistas, hemos trabajado en el Chaco, hemos hecho colectas para Africa, colectas para los pobres, trabajos de salud, por ejemplo, gestionar la operación de personas ciegas, se han hecho muchísimas cosas.
-¿Cuál fue la respuesta de la comunidad a estos trabajos sociales?
-Todo el trabajo para afuera tuvo cierta aceptación y mucha reticencia de parte de la comunidad porque estos son problemas de una persona. Era una comunidad bastante pujante, muy fuerte. Estaba el consejo pastoral, con unos 30 movimientos dentro de la parroquia. entraba y salía gente permanentemente.
-¿Qué pasó con el intendente Carlucci?
-En el 99 cae en Bermúdez el gobierno peronista y entra un gobierno radical que aparentemente era de la Alianza. El intendente Gerardo Carlucci decide descabezar todo el municipio, saca todos los puestos, la gente que era jerárquica de toda la vida, entonces se armo un gran despiole porque la gente estuvo casi tres meses en la calle, quemando gomas, hasta que en un momento me vinieron a pedir ayuda. Los despedidos vienen a buscarme para pedirme que les diera una bendición, que los acompañara.
-¿Cómo siguió el conflicto municipal?
-Hay cosas llamativas, que son significativas. Tengo el texto del Evangelio del domingo siguiente que habla del sordomudo. Le dije a la gente en la misa de la mañana: “El sordomudo, ¿por qué es? ¿Por qué este es mudo? ¿No será que no escucha y por eso que no habla? A lo mejor no es muy sordo, a lo mejor no quiere escuchar. Entonces ¿qué? No estamos escuchando y no estamos diciendo”. A la tarde suena el timbre y vienen dos municipales. La esposa y el esposo. «Padre: necesitan hablar con vos porque están en problemas municipales». Llevaban tres meses en un quilombo de la ciudad patas para arriba, con barricadas, con fuego. El municipal era un jerárquico con la señora. “Mañana lunes te espero en el gimnasio y voy a hablar con ustedes”. Así que fui al sindicato. Justo el domingo siguiente el otro texto evangélico dice: “El jornal del obrero clama al cielo por el salario pidiendo justicia, el Señor le hace justicia al salario del trabajador”. Entonces, hice una carta porque estaban tres meses sin cobrar, una carta extensísima, muy dura en la cual yo dispuse que los que tienen esta política en contra del trabajador en mi parroquia no pueden comulgar. Y la envío a los medios. La mando primero al intendente y luego a los concejales. Había mucha gente de Carlucci en la misa, muchos se fueron. Se armó un caos terrible.
"Lo reputié a Reutemann en todos los idiomas"
-¿Hicieron un ayuno de casi un mes?
-Yo empecé a acompañar al trabajador municipal y a las dos semanas me fui a hacer una carpa, donde estuvimos 25 días de ayuno: 25 días sin comer, con los trabajadores. Los saqué de la calle, nos reagrupamos, empezamos a hacer un camino juntos. Y estuve 25 días hasta que finalmente una mañana lo reputié a (el gobernador Carlos) Reutemann en todos los idiomas.
-¿Qué le dijiste?
-“Este es un peronista malparido“, que “lo había traído Ménem”, que “este un asesino porque no paga el jornal a los trabajadores” y que “como peronista nunca lo vi en el peronismo”. Esa misma tarde me llamaron del Arzobispado y me dijero: «Padre: el ministerio dictó la conciliación obligatoria». Así que levantamos el ayuno y comenzamos a dialogar.
-¿Cómo hiciste para aguantar 25 días de ayuno?
-Yo estaba allá, en la carpa, estaba en la cama, porque había dejado todo acá. Estuve 25 días en una carpa sin comer ni desayunar. Todo mate y al mediodía me traían un caldito con sal, era lo único. Bajé 10 kilos, pero estaba bastante fuerte. Algún médico me venía a controlar de vez en cuando, a ver cómo estaba, pero la fuerza la tenía en lo que estaba haciendo. El ayuno te purifica y aparte tengo un gran cariño hacia los trabajadores, a sus familias porque imaginate vivir sin cobrar. Hubo gente que murió, otra que se enfermó, otra que perdieron casas, otra que tuvieron tremendos problemas. Le mandaban algún título a la tele, a nivel nacional, para subir un poquitito el rating, hasta que conseguimos que Reutemann me llamara: «Quiero conocer al cura que me puteó en cinco idiomas». Reutemann me dijo que me había llamado “para conocerme”. Cuando salgo de ahí estaban todos los medios y me contaron que habían cambiado al intendente. Asumió el presidente del Concejo Municipal. Renunció el intendente y asumió este, que era peor que él.
yaco 4
Celina Mutti Lovera / La Capital
-¿También le marcaste la cancha al intendente Do Brito?
-En Bermúdez ganaba históricamente el peronismo. Al último intendente peronista, Do Brito, le mandé una carta abierta cuando asumió y le dije: “Mira, Do Brito, te felicito porque estás en la comunidad, pero así como te felicito hoy, te voy a pedir cuentas. Si vos no hacés lo mínimo que tenés que hacer, yo no me voy a quedar callado”. Do Brito fue un desastre, era tal el estado de la ciudad, estábamos todos tan pero tan mal que reuní a todas las organizaciones de la ciudad: comerciantes, escuelas, concejales, todos nos encontramos acá. Entonces quedamos en que íbamos a hacer una carta pidiendo la intervención de la provincia. Que esto no podía seguir porque era un caos, era ingobernable, era un desastre. ¿Pero qué hicieron? Al otro día, cuando nos encontramos para hacer la carta, estaba yo solo, no había nadie. Me llama el obispo y me dice: «Vos, ¿qué estás haciendo? Vos no podés ser destituyente. ¿Cómo vas a destituir al intendente? ¡Vos no respetás la democracia!».
-¿Cómo terminó ese conflicto?
-Llegaban a fin de año, todas las tarjetas del arzobispado, de de los centros de comerciantes, de las vecinales, del hospital, las preparaba, las metía en un sobre y se las mandaba de vuelta. Quedé solo porque los medios me dieron durante cuatro o cinco meses hasta que una mañana de marzo yo estaba hecho mierda, pero tranquilo porque sé quién soy y a qué me dedico, me levanto y Obeid, que era el gobernador, destituyó al intendente y mandó al interventor.
"Milei es un hijo de mil putas: lo aplaudo porque se cayeron las caretas"
-¿Te arrepentís de algo en todos estos años como pastor?
-Lo que pasa es que yo ahora estoy en el teatro y te digo: terminé, ya está. Y te voy a decir algo de Milei: yo lo aplaudo y lo felicito, ¿por qué lo aplaudo y lo felicito? Porque la maldad que tiene y porque su convicción es tan profunda y tan clara que te dice: «Viejo meado». Es decir, es un hijo de mil putas y va adelante, consigue todo con la ley bases, pero todos le votan todo porque hay tipos que piensan así, porque están de acuerdo, entonces se cayeron las caretas. Entendamos que el tipo es inteligente para la maldad. Y la inteligencia mía, la inteligencia nuestra, no llega de acá a la esquina, hermano. La honestidad no llega de acá a la esquina. Aparece una mitad de camino, porque el peronismo es esa mitad de camino. No es eso, pero tampoco es esto. Yo no quiero ser peronista, yo soy peronista, coincido con esa política, pero yo no soy peronista de este hijo de puta, porque Cristina es una traidora. A ver, me pongo de pie con Cristina por sus políticas, pero Cristina es una traidora. Pagó la deuda externa, fíjate. Pero también Cristina tuvo muchos aciertos, no se pueden negar el matrimonio igualitario, la jubilación del ama de casa, los trabajadores teníamos paritarias y teníamos trabajo. Hay cosas que no podemos negar, pero también hay errores que hay que reconocer. Pero no es ”malo” o “menos malo». No, yo quiero bueno. Yo quiero un peronismo que defienda a los trabajadores y a los pobres. A todos los más débiles. El gobierno hoy se caga en la cuestión social. Las cosas que dicen los denigra y para ellos es “todo comunismo”. Por eso me mato de risa y lo aplaudo. Lo aplaudo porque es un discurso tan pero tan tan increíble y tan creíble por la gente y aceptable por mucha gente, que vos te das cuenta. Entonces aplaudo porque aparece la verdad, hermano, todo se cae en la cara. Y te digo, los que están de mi lado, no son muchos. Porque hay muchos que piensan, pero piensan la mitad del camino porque quieren tener algunas cosas y ser de otra manera. No, yo quiero todo, para mi pueblo quiero todo, no quiero que me den algo, quiero que me den todo lo que me corresponde, los derechos que son de la persona. Y el artículo 14 de la Constitución tiene que cumplirse.
-¿Qué le pasó a Jesús en la tierra?
-Está la expresión “nadie fue profeta de su tierra” y está la otra expresión que dice: “¿Acaso hay algo bueno de Galilea?” Jesús no tuvo títulos,no fue rabino, ni profeta, no tuvo prerrogativas ni privilegios,fue uno más en la humanidad, fue carpintero. Sale y los paralíticos vuelven a caminar, los ciegos vuelven a ver, los sordos empiezan a escuchar, el corazón que palpita se da cuenta que la cultura y la religión estaban al servicio de algunos de los títulos de aquella época, que eran doctores de la iglesia, fariseos, saduceos, escribas y la mar en coche. Y en ese pueblo humillado y pisoteado, usado por la religión y por la política, esclavos de los romanos, Jesús empieza a ver las cosas y a hablar con claridad. Empieza a abrir ojos, a abrir mentes y a tener seguidores, pero lamentablemente también los seguidores lo confunden con un milagrero porque él hace signos. Los signos que hace simplemente son para que vieran que él tenía autoridad. No hacía los signos por hacerlos. Ciertamente había compasión hacia las personas, pero fundamentalmente para que vieran que en esos signos justificaban que era el Mesías. Cuando él se da cuenta de que la gente lo busca simplemente por los signos, porque les da de comer, porque los cura, ya empieza a retroceder un poco y empieza con algunas exigencias para su seguimiento. Se queda solito. La gran mayoría de los apóstoles lo dejan, cuando llega la hora decisiva de los 12 no queda nadie. Queda pintado. El estuvo con la gente, no estuvo en el templo. No estuvo celebrando misa ni tampoco estuvo en la sinagoga, estaba siempre con la gente, con el pueblo. Es decir, el pueblo no es mi enemigo.
"El narcotráfico tiene mucha gente buena"
-¿Cuál es tu mirada sobre el narcotráfico en nuestro país?
-El mundo de la codicia en la Argentina, el narcotráfico, no es mi enemigo. El narcotráfico tiene mucha gente buena, mucha gente que está metida ahí porque no le queda otra. Los chicos de 14 años son hijos míos. A ver, chicos de 14 años, son víctimas que agarren un arma y matan. Yo no estoy de acuerdo con eso. ¿Cómo lo voy a comprender? ¿Cómo lo voy a condenar encima de lo que hizo, pobrecito, encima que es un animal, porque es una bestia, es más bestia todavía, pero hay causas, no es casualidad, Hay contexto y es responsable de todo esto y terminamos cortando el hilo por la parte más fina. Entonces, la drogadicción es un mundo paralelo. A ver, no es paralelo, es el mismo mundo porque no es Estado y narcotráfico. El Estado marca el narcotráfico. Los gobernantes, los presidentes, los jueces trabajan para eso. Y se criminaliza la pobreza, el eslabón más débil. Jesús está bien en ese mundo. No es un mundo fácil. Pero no para justificar sino para iluminar, para comprender, para rescatar, y para poner en evidencia esta hipocresía del Estado. Que no es Estado paralelo, es el mismo Estado. Y de los empresarios que lavan dinero para los narcos.
-¿Todo es del color del cristal con que se mira?
-Todo esto hace a una forma de ver la vida. Mi vida no puede terminar aquí en una misa, en una confirmación o en una confesión, este es un grupo de gente que cocina para los pobres y que trabaja para dar un aumento a los pobres. También hay que recibir mucho a la gente y salir a la política. La política es esencial. Yo me reúno normalmente con ateos porque la política es lo más importante que tenemos. La política es participación, y cuando omitís, participás también porque estás permitiendo, estás concediendo lo bueno y lo malo.
-Hay un autor que dice que “la política está en todo, hasta en el precio del pan”. Y otro que sostiene que el que dice “Soy apolítico” ya está tomando una posición. ¿Suscribís?
-Pero claro, hermano. El tema de la política es esto, un día alguien levantó la mano en el templo y me dijo: “Usted está haciendo política. Usted está haciendo política”. Varias veces. Pero decía “política” como una mala palabra. Y se iban, más de uno se iba. Yo me he quedado mirando a los ojos y no le dije nada. Pero ¿por qué hago política? Cuando yo le pego a Carlucci y les pego a los concejales y a todos los que participaban de esa política lo hago porque es la misma política que la Iglesia quiso imponer al mundo y fracasó. Yo tengo otra forma de vivir. Se caen las caretas. Y te digo esto: mucha gente está acá dentro, pero cuidado, imagino que no siempre tienen mi pensamiento.
-Cuando nombraron Papa a Jorge Bergoglio había una vecina mayor, muy católica, que festejaba porque Bergoglio se había peleado con Néstor Kirchner, pero cuando Francisco empezó a tomar las primeras medidas lo puteaba porque decía que era un Papa peronista. ¿Esa dicotomía nos define, es como una pintura de la historia política del país?
-Hay que ver esa persona desde dónde habla, si habla desde una subjetividad o habla desde una objetividad. Se habla desde un fanatismo porque en la Iglesia vos tenés posturas, que se van a ver, pero a lo mejor también habla de su color político. Me parece que Francisco se sostuvo. ¿Cuándo lo reconocen a Francisco en la comunidad argentina? Cuando muere.
"Francisco tuvo gestos hacia afuera, pero hacia adentro no cambió nada"
-¿Qué opinás de Francisco?
-Cuando empezó su papado dije que era más de lo mismo -agarrá el Diario La Capital de esa época- porque el problema era que hacia afuera tenía una imagen maravillosa porque comparado con Pablo II es Maradona y Pelé juntos. Sí, ¿pero la comparación con quién tiene que ser? Con Jesucristo, hermano.
-¿Francisco produjo cambios y escribió encíclicas notables?
-Él fue la cabeza de la Iglesia. Hacia afuera tuvo algunos gestos, pero hacia dentro no cambió nada. La organización no la cambió, la verticalidad sigue estando, sigue habiendo una jerarquía, un montón de cosas que no van más, el tema de la mujer que no tiene lugar. No tocó nada de todo eso. Se animó a hacer algunas cositas, pero nada más porque tiene el quilombo adentro. Jesús habló con claridad y quedó solo. El tema es desde dónde vas a hacer el análisis. El tipo visitó el puerto italiano donde estaban los inmigrantes africanos que morían y los abrazaba, así como a los discapacitados, hubo muchas cosas hermosísimas, es indiscutible, un tipo humilde, un buen tipo. Eso es indiscutible, pero el tema es lo otro: Jesucristo no fue un buen tipo, Jesucristo fue un revolucionario, hermano, fue un subversivo. Porque dio vuelta las cosas. Un subversivo no es un violento. Lo que pasa es que la verdad de los subversivos se explicó, pero subversivos fueron los militares. Por eso depende cómo cómo se toman las cosas: si Jesús fue un revolucionario o fue un romántico. Jesús no fue un buen tipo, fue un tipo que vino a cambiar las cosas. Sin una escopeta, pero él era violento con su palabra. Aparte luchó contra todo, tiró abajo todo. Por eso lo crucificaron y bien crucificado estuvo porque es imposible convertir a un tipo así. Hasta el mismo pueblo tenía miedo porque era un tipo que puso blanco sobre negro.
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