La bajante del río Paraná trae nuevas complicaciones a raíz del aprovechamiento que hacen cazadores furtivos de la situación para matar y comerciar fauna autóctona. En este caso, la situación de los carpinchos quedó expuesta tras varias situaciones notificadas a organizaciones ambientalistas que dan cuenta de que ejemplares de la especie son cazados en cantidad y que las crías, que quedan desprovistas, son comercializadas como mascotas.
“Estos meses se incrementó la caza furtiva en los humedales, también la ausencia del Estado en los territorios”, aseguraron desde El Paraná No Se Toca respecto de la matanza de carpinchos para su posterior comercialización, tanto su carne así como las crías para ser adoptadas como mascotas, en la ribera sur santafesina.
Una vez por mes, organizaciones, productores ganaderos, apicultores, puesteros y demás protagonistas que están estrechamente relacionados con las islas del Delta del Paraná se reúnen en Victoria como parte del Plan de Manejo de la Reserva de Usos Múltiples que se aprobó a finales del año pasado para regular el uso del territorio que le corresponde a la ciudad entrerriana.
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Ambientalistas denuncian la presencia de cazadores furtivos en las islas.
Si bien hay muchas diferencias con relación a varios temas que se vinculan con el manejo del suelo o las actividades a desarrollarse en las islas, hay un punto coincidente entre todos: la falta de seguridad y control en las islas.
“No hay presencia del Estado. Se dan robos, abigeato y caza de animales”, explicó a La Capital Pablo Cantador, miembro de El Paraná No Se Toca.
Denuncias por caza furtiva
A las redes de la organización llegan denuncias de caza en las islas. Desde que la bajante del río Paraná volvió a ser una constante, diversas especies quedan expuestas ante la falta de agua, ya que deben acercarse a los cauces de agua principales.
Al respecto, Cantador explicó: “Estamos viendo que sucede lo mismo que en 2020, aunque la caza furtiva siempre está en la isla. Cuando hay extremos en el río, tanto bajantes como crecientes, es cuando más se ve”.
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Cartuchos de escopeta en el medio de los humedales.
Foto: gentileza Pablo Cantador
“Los animales se refugian donde hay poca tierra durante las crecientes y en las bajantes pasa que como no hay agua en los arroyos y cursos de agua interiores de las islas, se acercan a los principales cauces. Así, son presa fácil de la cacería”, detalló.
El problema, tal como sucede con los incendios, se da porque “la caza se da en territorio entrerriano, pero todo se vende en el lado santafesino. No es sencillo porque no se articulan controles en conjunto”.
Tiros en el ambiente y quita de recursos
A la organización ambientalista llegan mensajes para avisar de distintas situaciones que se viven en las islas ya que, según indicó Cantador, las fuerzas que se deben encargar de actuar en el territorio o no toman cartas en el asunto o no disponen de recursos necesarios para hacerlo.
“Estamos todo el día en el río. Vemos cazadores y se sienten los tiros. También nos reportan personas de la isla que nos cuentan que cuando el río está bajo, entra gente con perros y armas a terrenos privados. Los puesteros tratan de echarlos porque también temen por el cuatrerismo, pero la cosa también es complicada para ellos”, describió.
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Restos de la caza furtiva en las islas.
Foto: gentileza Pablo Cantador
Y ese no es el único problema, ya que las personas que llegan desde esta parte a la isla para cazar lo hacen en cantidad, algo que confirma que no son personas que viven en el Delta las que cazan de esta manera ya que se trata de un recurso cotidiano para ellos.
Sobre ello, Cantador apuntó: “Quienes van desde las ciudades cazan de a cuatro, cinco o lo que agarren de carpinchos. El islero también caza, pero eso les da de comer a ellos y lo hacen para llenar la olla. Cazan uno solo, para alimentar a la familia. Entonces les sacan ese recurso”.
Mascotismo
La caza para abastecer clandestinamente a diversos puntos de comercialización no es la única advertencia que lanzaron desde El Paraná No Se Toca.
Sucede que al matar a las hembras adultas que tuvieron crías, las mismas quedan desprovistas, terminan en manos de los cazadores y también son comercializadas.
De situaciones como estas derivan hechos como el que se registró en Granadero Baigorria el mes pasado, cuando agentes de la Brigada Ecológica de la policía intervinieron en plena vía pública por un carpincho que estaba atado del cuello con una cadena. El estado de salud del animal, que fue rescatado, era regular.
“Vemos que, muchas veces, los procedimientos son impulsados por organizaciones que denuncian pero no vemos que salga de las autoridades”, afirmó Cantador.
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Desde el Ministerio de Ambiente y Cambio Climático piden a la ciudadanía denunciar los puntos de venta de especies silvestres para luchar contra el tráfico ilegal. En este sentido, se recuerda que la tenencia y venta de animales silvestres sin la documentación legal están prohibidas y penalizadas en la provincia de Santa Fe. Para consultas y denuncias, comunicarse al teléfono 0342-4579204.