"Una vida de pasión, compromiso y perseverancia". Así intuyó Gabriel Digerolamo, que fue la presencia de los italianos en suelo argentino, desde las horas fundacionales del país al laboreo de los primeros surcos. Engarzó ese devenir con la vida social, cultural y política de Santa Fe, hasta imaginó los cielos de llanura que acompañaron el desarraigo y plasmó la investigación en su libro "Alambrados", que se presenta en Arroyo Seco.
El texto fue editado por la Asociación Dante Alighieri, área de idioma, de la Sociedad Italiana local, en cuya sede de Hipólito Irigoyen 187, se presentará este viernes, a las 19. Las escuelas, bibliotecas y entidades de la zona ya tienen el libro que llevó casi tres años de labor, fecundando el rigor de fuentes como Conicet y documentos oficiales, con testimonios del pasado mediato.
Digerolamo convivio hasta los 22 años con su bisabuelo Castelano Castelani, que llegó de Petriolo, Macerata, con 17 años, en los últimos años del siglo XIX. "Un hombre correcto, cordial y tranquilo con muchos valores morales y el deseo de reunirse en familia y uno queda pegado a esas cosas", dijo el autor, kinesiólogo de profesión.
"Está comprobado que en la tercera o cuarta generación de inmigrantes hay una búsqueda de lo que fue el pasado de uno", comentó, y dijo que de ese disparador surgió la necesidad de dejar sentada su indagación personal. Lo primero que detectó fue que la historia profunda de la migración italiana "no siempre está bien contada y sobre todo relacionada con los procesos fundacionales e integradores del país", argumentó.
Y ejemplificó que muchas veces se asocia inmigración con el antes y después de las guerras mundiales, dejando afuera otros momentos históricos tanto o más gravitantes. "Ya en 1860 había flujo migratorios que se fortalecieron desde 1870", explicó. Y dijo que su libro rastrea la presencia desde la colonización española.
"Los primeros registros de la llegada de italianos al Río de la Plata datan de 1536, cuando don Pedro de Mendoza funda Buenos Aires, su escudero era el italiano Leonardo Gribeo, de Cagliari", citó. Y de esa gesta anotó otros apellidos que se quedaron en estas tierras como Pedro Sangarme, Sebastián Salerno y Juan Ambrisio, tal como revela el mapa que adjunta, sobre la distribución de la tierra del lugar.
Desde ese punto, el texto explora los aportes de italianos al desarrollo político, económico, social y cultural de Argentina, desde 1730, con el padre de Manuel Belgrano como botón de muestra.
"No me circunscribí al hecho de que los inmigrantes italianos aparecen en 1880, lo que intento demostrar es su participación en el nacimiento, el progreso, la evolución y las crisis del país", explicó. Entre las gestas más reconocidas está el sello de trabajo que imprimieron en las extensas y fértiles llanuras, transformando para siempre el perfil productivo, un recorte histórico típico, que Digerolamo intenta superar.
"Siempre hubo un italiano como partícipe necesario", dijo desde su mirada sobre la historia, lo que considera su principal pasión. La escritura llegó como condensación de esa inquietud y de la labor de la Asociación Dante Alighieri, cuya comisión integra. Allí llegó un italiano a estudiar la migración en Bariloche y Bogotá; la visita lo motivó para ensamblar historias transoceánicas. La tarea le demandó casi tres años con fuentes seleccionadas, como trabajos de investigación de textos de italianos, artículos del Conicet y libros de Bancos oficiales. "Hubo revisión de revisión, ensamble y asociar los procesos, no fue nada fácil", enfatizó. Y dijo que eligió el título porque evoca las delimitaciones que hacían los italianos cuando comenzaron a cultivar las tierras "los alambrados aparecen con ellos en esta provincia".
Alambrados también cuenta con el aval de la vicegobernación de Santa Fe, el municipio de Arroyo y la comuna de General Lagos. Su venta será a beneficio de la Asociación Dante Alighieri.