El cardiólogo Carlos Vozzi advirtió públicamente durante las últimas semanas sobre la necesidad de “protegernos de las emociones negativas de alto voltaje” que afectan al cuerpo y en especial al sistema cardiovascular.
El cardiólogo Carlos Vozzi advirtió públicamente durante las últimas semanas sobre la necesidad de “protegernos de las emociones negativas de alto voltaje” que afectan al cuerpo y en especial al sistema cardiovascular.
Pidió cuidar mucho la salud en momentos de crisis y tomar medidas preventivas, además de consultar al médico para chequeos de rutina y ante síntomas de malestar, sobre todo, si uno pasó los 60 años, aunque también se está viendo un aumento importante de eventos cardíacos en personas jóvenes.
Sin dudas, en tiempos de crisis hay un alto impacto en el organismo. En torno al colapso socioeconómico de 2001 se produjeron 20 mil muertes más por problemas del corazón que en años anteriores, según un estudio de Fundación Favaloro.
¿Podemos evitar que el cuerpo y la mente lo sufran? En esta nota un análisis profundo sobre cómo se está viviendo.
-¿Qué íntima relación tienen las emociones con el cuerpo? ¿Puede un sentimiento muy negativo, un estado de estrés importante desencadenar un problema de salud concreto?
-Las emociones son un conjunto de acciones internas involuntarias que se dan simultáneamente en nuestro cuerpo ( las contracciones del músculo liso intestinal y la musculatura de nuestras arterias, los cambios de ritmo cardíaco, de respiración, las secreciones hormonales, nuestra postura, la expresión de nuestro rostro ) desencadenadas por actividades de percepción. Ante amenazas, como ocurre con el miedo, el enojo o la ira y también ante estados beneficiosos como en la alegría producimos emociones, negativas o positivas. Los sentimientos son experiencias mentales y allí habitan y pueden desencadenar emociones que son experiencias de nuestro cuerpo.
Cuando se trata de emociones negativas las mismas pueden desatar problemas de salud crónicos y agudos que en el sistema cardiovascular se relacionan con picos de presión elevados, arritmias cardíacas, alteración del endotelio de nuestras arterias, aceleración de procesos oxidación de los tejidos, y cuando impactan en nuestras arterias coronarias o territorio vascular cerebral tienen la capacidad de poder causar infarto de miocardio y/o accidente cerebrovascular.
-¿Qué escucha en consultorio en los últimos tiempos en relación al malestar diario? ¿La gente manifiesta preocupación, enojo, tristeza? ¿Qué otras sensaciones?
-En los últimos tiempos en el consultorio clínico escuchamos narraciones y síntomas de malestar que comunican incertidumbre, preocupación por el futuro, limitaciones económicas en el diario vivir, angustia existencial, ansiedad creciente, tendencia a sentirse deprimido o a querer bajar los brazos. Muchas de estas emociones se vinculan con síntomas como falta de aire, palpitaciones, pérdida de fuerza, desasosiego, dolor en el pecho, dificultad para un buen descanso y sueño reparador, presión arterial elevada.
Destaco que frecuentemente se consulta por el síntoma que emerge, como punta del iceberg, y que luego de una conversación prolongada se percibe con claridad que las molestias están muy relacionadas con las emociones negativas y que estas son las que desencadenan los síntomas.
-Cuando las crisis socioeconómicas se prolongan y de acuerdo a su experiencia, ¿hay más infartos, más afecciones cardiovasculares en general?
-Es tal cual Ud. lo manifiesta. La crisis económica vivida en Argentina en 2001 causó 20.000 muertes más que en otros períodos por problemas cardíacos (entre abril de 1999 y diciembre de 2002). Este análisis epidemiológico fue publicado en una investigación realizada por Fundación Favaloro en nuestro país. Las limitaciones económicas personales y los recursos también limitados de los prestadores de alta complejidad cardiovascular en el sistema de salud público y privado impactan en el número creciente de casos que ocurren y en las posibilidades para su tratamiento adecuado en tiempo y en forma. La prolongación de la crisis se evidencia en que frecuentemente se banaliza lo que está ocurriendo y termina minimizándose lo que ocurre en nuestro cuerpo. Es común escuchar: Me pusieron 3 stents (como algo casi natural) cuando la realidad es que los stents se colocaron en arterias severamente obstruidas por arterioesclerosis, que cada vez se manifiesta a más temprana edad.
-¿Aumentan a su vez el consumo de drogas, la mala alimentación, el hábito de fumar? ¿Se percibe un mayor descuido de la salud?
-Lo que observamos es que los hábitos son de descuido de la salud y no de cuidado de la misma. Impresiona que el comportamiento psíquico descuida al yo protector de cada humano y operan fuerzas destructivas probablemente generadas en el contexto de vida individual y social sumado a lo que la difusión masiva de noticias genera respecto a los problemas sociales, tanto locales, como regionales, nacionales e internacionales. Es como que el individuo está bombardeado de manera continua y con poca posibilidad para estar a solas con uno mismo. Esto está potenciado por el uso y abuso adictivo de las redes sociales y la tecnología disponible que termina ocupando la mente con mucha toxicidad y aportando emocionalidad negativa. De vivir en bienestar se pasa a vivir en malestar. De la salud se pasa a la enfermedad.
-¿Cómo podemos frenar esto? ¿Qué medidas rápidas y qué otras a largo plazo se pueden tomar para no colapsar? ¿Hay señales contundentes de que estamos en peligro?
-Considero que escapa a la posibilidad de un individuo poder frenar esto. Un viejo dicho nos señala que la mejor manera de salir de un pozo ¡Es dejar de cavar! El problema es que muchas veces queremos ayudar pero la persona no suelta la pala. Mientras piden ayuda siguen con la pala en la mano cavando y cavando. La tarea por delante es compleja, multidisciplinaria y se deben consensuar objetivos y lograr recursos económicos para llevar adelante las gestiones y tareas requeridas. Creo que lo más rápido es crear espacios educativos, a los que gustoso me sumo, para describir la realidad que vivimos y cómo esto nos pega directamente en nuestro cuerpo deteriorando la salud. Es un tema de salud pública que también deberían apoyar las instituciones privadas.
En relación a las señales que me pregunta hay algunas muy claras de que estamos en peligro. Las evidencias se ven, entre otros ejemplos, en el cambio climático y las temperaturas extremas que estamos viviendo, la contaminación de la atmósfera y del medioambiente. Rosario es un claro ejemplo de contaminación atmosférica severa en los períodos de incendios en las islas donde se suman un montón de problemas también en la población.
Además, algo que vemos los médicos es que es sorprendente la cantidad de infartos que ocurren en la población joven de 35 años de edad en adelante y el número creciente de intervenciones endovasculares para tratar obstrucciones de las arterias en nuestro sistema cardiovascular.
-¿Qué pueden aportar los médicos en este momento cuando también la están pasando mal?
-Podemos aportar mucho. Sin embargo primero tenemos que tener las condiciones que nos permitan pensar tranquilos, desarrollar nuestra creatividad y predisponernos a trabajar en equipo. Hoy, gran parte de la comunidad médica desarrolla su trabajo con mucha tensión en horarios extensos y prolongados y no remunerados adecuadamente. Este devenir profesional quita espacio para poder dedicarse a otras áreas de pensamiento reflexivo muchos profesionales sobreviven. Padecen las emociones negativas, el estrés laboral profesional crónico y la posibilidad de ser agredidos puede enfermar su cuerpo gravemente.
Lo primero es rescatar la dignidad de la profesión médica, revalorizar a nuestros profesionales de la salud y luego de cuidar al cuidador ver cómo seguimos.