"Leña es una llamada al sentir, una revelación ante la indiferencia", dice el texto de invitación a una muestra que reúne piezas donde el cruce de técnicas y materiales hace que la mirada se torne compleja.
Por Lisy Smiles
"Leña es una llamada al sentir, una revelación ante la indiferencia", dice el texto de invitación a una muestra que reúne piezas donde el cruce de técnicas y materiales hace que la mirada se torne compleja.
Lila Siegrist es la curadora de esta muestra que el propio Taparelli concibe como antológica, como una manera de conjugar saberes y sentires.
La curadora escribe un texto casi íntimo sobre la muestra. Elige desmenuzar un encuentro. "Me exige, me demanda, me honra, vuelvo sobre la belleza de sus huesos que se condensa en el modo de mirar. Mira desde su médula ósea", revela Siegrist sobre el artista que "propone ejercicios de memoria y, en esa destreza, me confiesa que su próxima exposición prefiere que sea una antológica, que los objetos vienen cargados, y él cuando los recibe los dota: ni los encuentra, no los asiste, ni resemantiza, los dota. Dota de cierta genealogía, en el que aparece su abuelo constructor de puentes y su madre excelsa retratista elegantísima".
Cuenta Siegrist sobre la muestra: "Aparece un universo bruñido. Aparecen piezas de orígenes desconocidos. Aparece el recuerdo, el patrimonio que se activa a través de la memoria y decide configurar un repertorio tan delirante como ajustado, objetos testigos. ¿Cómo teorizar este cuarto de maravillas, que debe caber en la sala de un museo?".
Como la leña que presta el título a la muestra, las obras que Taparelli presentará hoy tienen algo del tiempo que pasó pero se expresan en este presente. Algo de fortaleza o contundencia las enuncian pero también hay sobre ellas engarces que las tornan más delicadas, frágiles, a tal punto que pueden perderse en el tiempo.
Y también está la presunción del fuego, de la combustión. De un fogata que puede convocar, reunir, encantar con sus destellos. Donde las ideas se presentan como sutiles cenizas que se escapan del leño encendido.
"El origen de la reunión, el origen de la conversación, el origen del diálogo se define alrededor del fuego. Se define el cobijo en el espacio de reunión que genera el fuego", acota Siegrist.
El conjunto de objetos esculturales y pinturas "compondrán un espacio escenográfico y especular desde opacidades relativas", comenta la curadora sobre la muestra.
Porque lo escenográfico es un arte que Taparelli maneja con claridad. La ciudad, Rosario, es el terreno donde el artista ha desplegado parte de su obra. Los pintores convocados sobre los muros como un museo a cielo abierto, las ferias de antigüedades y vestimenta, sus intervenciones en el Museo de la Memoria, los colores esparcidos por Barrio Corrientes, su recorrido nocturno por el cementerio El Salvador, los paseos de las esculturas y los maestros, la Máquina de Volar o la Fuente de las Utopías, por citar sólo algunas de sus intervenciones urbanas, son parte de su obra y de su sueño de una ciudad diversa.
"Inaugura Taparelli. Vengan, de todas las hordas, de todos los colores, a compartir un espacio más de su arrolladora epidermis amorosa", propone Siegrist, y entusiasma.
Data
Leña inaugura hoy, a las 20, en el Museo Estevez (San Lorenzo 753). Luego, y hasta el 24 de febrero, puede visitarse de martes a domingo de 9 a 14. Feriados, de 9 a 1 3.