Referentes de las áreas de Protección Civil, Seguridad y Ambiente de la provincia, de la Secretaría de Control y Convivencia del municipio, de la Cámara Náutica y del Consejo Consultivo del río, y titulares de guarderías de embarcaciones, se reunirán el próximo martes, a las 11, en el Concejo Municipal. El encuentro, al que también será invitada Prefectura, servirá para actualizar protocolos en relación al uso del Paraná frente a la llegada de la temporada de verano y, entre otros temas, se analizará la posibilidad de realizar controles de alcoholemia en las guarderías náuticas.
La reunión, convocada a partir de un proyecto de la concejala del radicalismo Anahí Schibelbein, busca ordenar el uso y disfrute del río y tiene un antecedente reciente. Hace poco más de un mes, dos lanchas chocaron en inmediaciones de las guarderías cercanas a la desembocadura del arroyo Ludueña. El episodio dejó varios heridos, entre ellos un menor de edad que debió ser hospitalizado.
Y, de acuerdo a la información brindada en forma oficial, el conductor de una de las embarcaciones no pudo pasar en forma satisfactoria el test de alcoholemia: presentaba 1,3 gramo de alcohol por litro de sangre.
El episodio volvió a poner en debate los controles que existen para quienes navegan por el Paraná, ya en forma deportiva o por simple esparcimiento. "Todos los actores involucrados del río están muy preocupados por este tema, por eso se planteó esta reunión para acordar protocolos de actuación tendientes a evitar en su máxima medida este tipo de eventos", explicó la concejala de la UCR.
En el río y en tierra
Los navegantes no son ajenos a los controles de alcohol. La Prefectura Naval Argentina comenzó hace catorce años a realizar testeos obligatorios a los conductores de embarcaciones náuticas deportivas, incluyendo botes, veleros y lanchas, y a los tripulantes de la Marina Mercante. Si no se aprueba el control, el conductor puede ser sancionado e incluso se puede prohibir la navegación hasta que recupere su estado normal.
Una disposición (la N° 9/2011) del organismo nacional prohíbe la conducción de embarcaciones náuticas deportivas de cualquier tipo a quienes se les detecte un grado de alcoholemia superior a 500 miligramos por litro de sangre. En tanto, para los vehículos acuáticos como moto o similares el límite de tolerancia es menos: 200 miligramos por litro de sangre.
La norma establece también que todos los conductores de embarcaciones deportivas deben someterse a las pruebas destinadas a determinar su estado de intoxicación alcohólica. La negativa, destaca, constituye en sí una falta, además de configurarse la presunción de haber infringido la prohibición de consumir alcohol.
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Sin embargo, según se advierte entre los usuarios del río, Prefectura no siempre cuenta con recursos suficientes para poder controlar el gran caudal de embarcaciones que circulan por los 17 kilómetros de costa que tiene la ciudad.
Por eso, una de las medidas a consensuar el martes próximo, es que agentes municipales se encarguen de la fiscalización en forma aleatoria en los lugares desde donde salen o a donde vuelven los navegantes: las guarderías náuticas.
"Queremos ponernos de acuerdo entre todos los actores relacionados con el río para que se puedan realizar los test en las guarderías que están bajo jurisdicción del municipio", explicó Schibelbein, y aclaró que si bien el tema de la fiscalización del consumo de alcohol será uno de los temas "prioritarios", también se revisarán los protocolos existentes para evitar quemas en las islas o sobre el manejo responsable de residuos.
Hay cada vez más navegantes
En los últimos diez años, la cantidad de yates, veleros, motos de agua y kayaks que cruzan el Paraná desde Rosario con destino a las islas del Delta creció en forma exponencial. De acuerdo a los últimos registros de Prefectura, del verano pasado, en la ciudad están registradas más de 25 mil embarcaciones.
Esta cifra pone al parque náutico de Rosario como el segundo más grande del país, tras el de San Fernando (Buenos Aires) y adelante del de Santa Fe, que es el tercero. Y la actividad sigue creciendo: en 2021 la ciudad sumaba unas 24 mil los barcos, lo que marca un crecimiento en la cantidad de embarcaciones del 4% en los últimos tres años.
Gran parte de esa flota son embarcaciones deportivas. Hay unos 9.600 barcos inscriptos en el Registro Especial de Yates (REY), otras 6.642 lanchas a motor de uso recreativo o para pesca deportiva y alrededor de 9.100 embarcaciones propulsadas a remo matriculadas en las categorías de kayaks, piraguas, canoas canadienses o botes de goma.
En la ciudad hay 51 establecimientos que las guardan: 14 guarderías de kayaks, 18 guarderías náuticas y 19 clubes náuticos.
Todo este mundo de navegantes, vehículos e instalaciones sobre los que se planifican nuevos controles.