Parece la historia sin fin. En los últimos días, Rosario fue invadida otra vez por el humo proveniente de las islas. Los focos activos en el Delta del Paraná generaron una densa cortina que afectó especialmente a los barrios costeros de la ciudad y sus habitantes. Además del desastre ecológico que significa, está comprobado que exponerse a las partículas tóxicas que este humo genera afecta a la salud, en forma directa y también a mediano y largo plazo.
¿Cuáles son los principales efectos del humo? ¿Qué señales de alarma hay que considerar para concurrir a una guardia o llamar a un médico?
El nivel de contaminación ya ha sido comprobado. Dos informes paralelos realizados para comprobar el impacto ambiental que provoca el humo proveniente de la quema de pastizales en las islas del Delta entrerriano arrojaron resultados contundentes: se encuentra por encima de la contaminación habitual provocada por el smog de las grandes urbes tales como Ciudad de México, Nueva Delhi o Santiago de Chile. Los relevamientos fueron realizados por el Observatorio Ambiental de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) y la empresa HSE Ingeniería, encargada de la logística.
El aire presentó entre 6 y 9 veces mayor concentración de material particulado de alto volumen (partículas PM10 y PM2.5) capaces de provocar enfermedades respiratorias y cáncer.
Los que más padecen el humo
Entre los más afectados están los ancianos, bebés y niños, personas con enfermedades respiratorias previas (asma, enfisema, enfermedad pulmonar obstructiva crónica y otras), fumadores, inmunodeprimidos, embarazadas y enfermos cardíacos. Si se presenta falta de aire, dolor en el pecho, picazón extrema en la garganta con dificultad para tragar, es necesario concurrir a una guardia médica.
Estos son los problemas más habituales con los que lidian los rosarinos, tengan o no antecedentes de enfermedades previas:
Oculares: en días en los que el humo se hace sentir, las consultas en guardias médicas y centros oftalmológicos suelen trepar el 25%. Incluso hay oftalmólogos que les han pedido a sus pacientes que se saquen los lentes de contacto cuando el humo acecha para evitar más irritaciones. Las conjuntivitis y las alergias oculares aumentan en forma considerable con las quemas. Picazón, ardor, ojos que se ponen colorados, sensación de tener un cuerpo extraño, sequedad, y por el contrario lagrimeo constante, son síntomas frecuentes.
En la piel: causa irritación inmediata al afectar la barrera protectora natural, y puede generar picazón y otras molestias. El humo de la quema provoca envejecimiento prematuro, arrugas, sequedad, falta de luminosidad y un aspecto cansado en la piel, pero también puede aumentar el riesgo de desarrollar enfermedades severas. Cuanto mayor es la exposición más complicadas son las consecuencias.
Respiratorios: personas con enfermedades previas como asma, epoc y otras dolencias que afectan los pulmones son los más vulnerables, al igual que los alérgicos. Sin embargo, el humo tiene efectos negativos en todas las personas. Tos, congestión de las vías aéreas superiores y bajas, bronquitis, resfrío fuerte, son diagnósticos comunes en días en los que la humareda invade la ciudad. Incluso, cuando el olor apenas se siente y no llega a verse la cortina gris que provocan las quemas los efectos se sienten.
Cardíacos: la salud del corazón se ve afectada con el consumo de tabaco, la mala alimentación, el sedentarismo, la obesidad, y ahora se suma un factor de riesgo no tan conocido que es la contaminación ambiental que provocan los incendios de humedales en las islas. Así lo reveló el estudio denominado "Evaluación multicéntrica del impacto sobre la salud cardiovascular de las quemas de humedales del Delta del Paraná", publicado en la revista International Journal of Environmental Health Research. Del estudio participaron especialistas del Instituto Cardiovascular de Rosario (ICR/Grupo Oroño) y fue realizado por el Hospital Provincial del Centenario, la Sociedad Argentina de Medicina, la Dirección de Epidemiología de Santa Fe y el Hospital Italiano de Buenos Aires. Demostró que el humo proveniente de las quemas tiene un impacto directo y medible en el sistema cardiovascular de las personas expuestas. Entre las principales partículas contaminantes identificadas se encuentran el monóxido de carbono y las partículas finas PM2.5, las cuales ingresan al torrente sanguíneo, causando inflamación y alteraciones vasculares.
Cáncer: se comprobó que el humo que contamina, como el de las islas, tiene la capacidad de generar modificaciones a nivel celular. Puede provocar a mediano o largo plazo cáncer, en especial de pulmón, al dañar el ADN y causar inflamación y estrés oxidativo. La exposición a sustancias como el amianto, el radón, el arsénico y partículas de la contaminación atmosférica son carcinógenos que están sumamente medidos. Además hay evidencia científica que relaciona la contaminación con el desarrollo de otros tipos de cáncer, como mama, vejiga, riñón y colon, aunque se requiere más investigación.