Dos jóvenes rosarinos crearon una impresora 3D con el objetivo de imprimir a futuro piezas que le sirvan a la sociedad y aporten a la salud de las personas.
Se trata de Jonas Sciangula Street y Federico Gon que tienen la idea de trabajar con otros profesionales, localizar necesidades y poner en funcionamiento sus conocimientos para ayudar a la sociedad.
Jonas contó a ON24 sobre el proyecto y como se trabaja hoy con las impresoras 3D: “La mayoría de los componentes pudimos conseguirlos en el país, desde los mecánicos hasta las piezas plásticas. Actualmente estamos en la etapa similar a donde salían las primeras computadoras de escritorio, donde existen limitaciones en cuanto a productos/materiales para imprimir, pero se calcula que en los próximos años tendremos todo tipo de usos”.
Basada en proyecto de hardware libre reprap, la impresora es totalmente modificable. Es decir que por ejemplo si se quiere imprimir algún objeto de un metro por un metro, bastaría con reemplazar los ejes por unos más largos. O si se quisiera imprimir en porcelana, seria cuestión de cambiar de extrusor. En este sentido, tanto los productos impresos como la misma máquina son personalizables.
Los usos de la impresión 3D son varios: diseño industrial, prototipos de manera rápida, y modelajes. Los costos de operación y mantenimiento son relativamente bajos. Es ideal para escuelas, colegios o institutos. Esta tecnología puede y debería ser integrada a los cursos de estudio, siendo útiles para ingeniería, arqueología, arte, paleontología, medicina y arquitectura.
El proceso de impresión comienza especificándole a la impresora el modelo 3D a imprimir, luego la máquina calienta una boquilla la cual derrite el plástico, tal como si fuera una pistola de silicona, para que el pantógrafo con ejes x, y, z le de forma a la figura.
La impresión puede demorar desde minutos a horas, dependiendo de la complejidad y tamaño del modelo. Esto es sin embargo poco si se piensa en la inversión horas/hombre para crear, por ejemplo, un prototipo de algún producto.