"Decir «Me estoy deconstruyendo» puede ser un escudo para blindar la crítica", dice Luciano Fabbri, activista, militante, docente e investigador de la Facultad de Ciencia Política de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), coordinador del Área de Género y Sexualidades de la UNR e integrante del Instituto de Masculinidades y Cambio Social. Desde todos los espacios que ocupó y ocupa desde hace más de una década, viene poniendo en cuestión las disputas en torno a las masculinidades, las llamadas "nuevas masculinidades" y, sobre todo, la mirada sobre lo que los feminismos contemporáneos provocan en quienes son socialmente reconocidos como sujetos masculinos.
Fabbri busca alentar que los varones “asuman la responsabilidad de las críticas" e incluso plantea hablarles a quienes se sienten convocados por los discursos más reactivos y conservadores. “Lejos de burlarse o dedicarles discursos irónicos, hay que hablarles para conectar con las emociones vinculadas a la frustración contemporánea de no poder cumplir con los mandatos de masculinidad que el patriarcado les propone”, sostiene.
De eso que los feminismos contemporáneos y las diversidades vienen interpelado; de eso que incomoda, desconcierta, genera acción y reacción, habla "La Masculinidad incomodada", el libro editado por la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y HomoSapiens, compilado por Fabbri y que reúne los textos de una decena de referentes y activistas argentinos y de la región, además de aportes de España y Australia, que suman para pensar masculinidades diferentes. Un trabajo que abre en el prefacio la referente colombiana Mara Viveros Vigoya y cierra el sociólogo argentino radicado en Chile José Olavarría, y sobre el que además la periodista especializada en género Luciana Peker (@luciana.peker) y el propio Fabbri (@lucho_fabbi) conversarán este lunes 3 de mayo, a las 19, a través de un vivo en la red social Instagram.
-El libro plantea la "incomodidad" que vienen provocando los feminismos en las masculinidades, pero sobre todo lo que aparece mucho en el primer capítulo es "el desconcierto". ¿Cómo es eso?
-En esa primera sección se analizan justamente las reacciones de los varones y en particular de los varones cisgénero y heterosexuales frente a la interpelación de los feminismos en Argentina y la región. Precisamente un denominador común es el desconcierto, la desorientación que genera cuando el guión de género en el fuimos educados se pone en cuestión y cuando las ventajas, los privilegios y desigualdades con las que crecimos son señaladas como injustas e interpelados. Las manifestaciones que aparecen en el discurso común tienen que ver con la idea de que ya no se puede decir nada, hacer un chiste o encarar a una chica y eso da cuenta de la desorientación. La forma que creíamos natural de vincularnos es la que hoy expone una carga de acoso, violencia y desigualdad que ya no pueden tolerarse ni silenciarse.
-Aunque las destinatarias de esas manifestaciones son mayoritariamente mujeres, la interpelación a las masculinidades proviene también de otros varones.
-Ahí va la segunda parte del libro que da cuenta de que masculinidad no es sinónimo de varón. Hay otras identidades subjetivas y otros cuerpos que desde lo personal y lo colectivo vienen disputando qué es lo que se entiende por masculinidad y quiénes son los sujetos en condiciones de ser reconocidos como masculinos. Allí hay reflexiones del Colectivo de Varones Antipatriarcales de Buenos Aires que plantean disputar los cuerpos masculinizados al patriarcado; aparece una posible reconfiguración desde las masculinidades lésbicas como también de lesbianas que se reivindican como masculinas y plantean el debate político y epistemológico de cómo la masculinidad es monopolizada por los sujetos varones nacidos con pene y testículos. Una discusión que aparece también en el marco del debate de la Interrupción Voluntaria del Embarazo y habla de los sujetos con capacidad de gestar señalando que los varones trans son personas que pueden reivindicar el derecho aborto.
-"La Masculinidad incómoda" se presenta justamente como "una cartografía" de lo que pasa a los hombres cuando entran en contacto con los feminismos. ¿Puede ahondar en ese mapa?
- A grandes rasgos se habla de tres posibles reacciones ante los feminismos contemporáneos. Una defensiva u ofensiva que son los varones más conservadores que organizados, o no, se enfrentan en redes sociales y discusiones políticas a las reivindicaciones de los feminismos. Se oponen a la Educación Sexual Integral y está el movimiento "Con mis hijos No", que se proponen como víctimas del sistema patriarcal y acusan a los feminismos de una ideología de género que busca adoctrinar. Buscan mantener el estatus quo de los privilegios y disciplinar y disuadir a las mujeres y femeneidades que toman una posición de lucha por la igualdad. A veces estoy también implica incrementos concretos de las violencias físicas, sexuales y psicológicas sobre las mujeres; otras veces violencias simbólicas que se perciben en la hostilidad que mujeres, jóvenes y feministas reciben en redes sociales, por ejemplo.
-¿Es posible apelar a esos varones?
-Hay un contexto donde sectores que promueven discursos reaccionarios buscan capitalizar la incomodidad de los varones en proyectos de nuevas derechas. A esos varones, lejos de burlarse o dedicarles discursos irónicos, hay que hablarles para conectar con las emociones vinculadas a la frustración contemporánea de no poder cumplir con los mandatos de masculinidad que el patriarcado les propone. Esos varones sienten que no tienen condiciones para vincularse sexoafectivamente con mujeres o que no cumplen los mandatos de éxito laboral y lo que encuentran en los discursos conservadores es una explicación a por qué se sienten así. Ese discurso engañoso le dice al varón que todos sus males son consecuencia del progresismo y el feminismo en el Estado, cuando es allí donde se trabaja para terminar con los mandatos que los frustran. Por eso es central discutir la agenda de manera amplia y ofrecer a esos varones formas de transformar sus relaciones y sus vidas personales y colectivas, en un sentido liberador y no en un sentido reaccionario que es el que hoy se nombra engañosamente como libertario.
-Del otro lado está la frase “Me estoy deconstruyendo", que muestra una actitud diferente a la anterior, pero que sin embargo puede ser engañosa.
-Es que hay una segunda reacción que llamo defensiva-elusiva, que critica en abstracto la violencia del patriarcado y legitima las demandas feministas, pero es elusiva porque elude responsabilidad. Cree que la violencia son otros, que el machismos es el femicida, violador y abusador y que como ellos no ejercen ese nivel de violencia, no tienen responsabilidad. Ahí es donde la expresión “me estoy deconstruyendo" puede ser un escudo que busca blindar la crítica. Una forma de abrir el paraguas y no hacernos responsables porque, mientras nos deconstruimos, hay personas que siguen padeciendo violencias y desigualdades. La que más nos interesa explorar, en cambio, es la de asumir la responsabilidad de las críticas, ser autocríticos para ver en cuáles de nuestras prácticas no respetamos el consentimiento, no somos recíprocos, no somos justos y buscamos disfrutar de las ventajas que nos asignó la cultura por el solo hecho de ser reconocidos socialmente como varones. Esa reacción puede traducirse en un camino de colectivo y personal para ser más justos con las mujeres y las diversidades.
-En alentar esta reacción que acompañe a los feminismos hay varones trabajando en la última década y nombraste al Colectivo de Varones Antipatriarcales, por citar un espacio.
-Desde los activismos venimos haciendo estos recorridos desde 2009, cuando apareció en Argentina el primer colectivo de varones, fue creciendo, hubo avances y retrocesos, pero hemos podido expandir una agenda. Esa agenda nos permite poner en discusión la importancia del trabajo con los varones y las masculinidades desde la perspectiva de género e incluso se tradujo en estos años en la institucionalización de políticas públicas en los diferentes niveles del Estado, organizaciones sociales, en instituciones públicas y privadas que proponen masculinidades que abonen a la igualdad de género y a una sociedad libre de violencias machistas.