La medicina fetal, que ofrece la posibilidad de tratar enfermedades en un bebé antes de que nazca, escribió un nuevo capítulo en Rosario. Un equipo interdisciplinario de Maternidad Oroño logró salvar la vida de un bebé de 24 semanas de gestación que padecía los graves efectos de un virus que había contraído su mamá. Hoy, Julián, el gran protagonista de esta historia, ya tiene tres meses y está en perfecto estado de salud.
Daiana, quien vive en Correa, una localidad cercana a Rosario, contó a La Capital todos los detalles de lo que sin dudas, fue uno de los momentos más difíciles de su vida: durante una ecografía, a las 24 semanas del embarazo, los médicos detectaron que su bebé no tenía movimientos, y sus órganos, salvo el corazón que seguía latiendo, estaban completamente afectados. La posibilidad de que perdiera la vida era inminente.
Ese fue el comienzo de un proceso repleto de angustia pero que tuvo final feliz gracias a la rápida acción de los médicos, del conocimiento y los recursos tecnológicos para realizar un procedimiento intrauterino.
Fueron los doctores Savino Gil Pugliese y Agustina Nóbile Recalde, junto al equipo de la Unidad de Medicina Fetal de Maternidad Oroño, quienes, bajo guía ecográfica, hicieron dos transfusiones al feto para intentar que se recupere de una anemia severa provocada por parvovirus.
Los profesionales contaron que en un estudio ecográfico confirmaron "signos graves" en el feto: edema de la piel, líquido en el abdomen (ascitis), agrandamiento del corazón (cardiomegalia) y riesgo de insuficiencia cardíaca. "La única alternativa para que no fallezca el bebé era la transfusión intraútero", señalaron.
Nóbile Recalde, quien se formó en Londres durante tres años en Medicina Fetal, comentó que "si bien está técnica ya se hace en otros lugares, nosotros teníamos el conocimiento y las herramientas para realizarla en Rosario por primera vez". La experta confirmó que "el bebé que estaba muy delicado, y era realmente la última chance".
La rápida reacción de los profesionales dio sus frutos. "El trabajo en equipo con Hemoterapia, la predisposición del doctor Savino Gil Pugliese, la decisión de la madre que confió en nosotros y nunca dudó, el apoyo de la obstetra... todo se dio para que el resultado fuera el mejor", dijo Nóbile.
"Es muy importante que las rosarinas, y otras futuras mamás de la zona, sepan que en la ciudad cuentan con profesionales que pueden resolver problemas complejos. Hasta no hace mucho, solo quedaba la chance de salir de Rosario para tratarlos, con todo lo que significa. Actualmente, en la Maternidad Oroño se abordan tratamientos de embarazos gemelares monocoriales complejos, colocación de catéteres, transfusiones intraútero, entre otros. En cuanto al avance de la medicina fetal, mencionó: hoy podemos cambiar destinos de embarazos que antes no tenían solución", reflexionó.
Días de angustia
"Estaba cursando mi segundo embarazo; yo ya tengo una hija de ocho años. Durante la semana 24 de la gestación de Julián me hago una nueva ecografía y recibo un baldazo de agua helada", rememora Daiana, con angustia. "Ahí me dice la ecografista que mi bebé estaba repleto de líquido, que no lograban ver sus órganos... fue un momento tremendo, un shock".
Daiana se enteró de que posiblemente su embarazo se interrumpiera en poco tiempo más. Le solicitaron nuevos análisis que permitieron determinar que Julián tenía una anemia muy severa causada por una enfermedad que sin saber había adquirido su mamá y había pasado por vía placentaria. La anemia fetal por parvovirus, tal el diagnóstico, es una condición grave del embarazo que puede llevar a múltiples problemas, e incluso la muerte del bebé.
El parvovirus es una infección bastante común y en la mayoría de las personas no presenta síntomas, sin embargo, durante el embarazo la situación es diferente. "Me informaron que por la severidad del caso la única opción que quedaba era una transfusión intrauterina por la cual le pasan sangre al bebé por el cordón. No había experiencias en la ciudad y las esperanzas eran pocas", rememora Daiana, y destaca "la contención que recibí por parte de todo el equipo de la maternidad, los médicos, las enfermeras, el personal administrativo y también mi obra social, Ospesga, que no puso ninguna traba y se ocupó de todo".
"Agradezco el apoyo porque el momento es tremendo: son verdades muy duras que hay que atravesar y si no tenés un equipo apoyándote a vos y tu familia, es imposible", reflexiona la joven mamá.
El procedimiento
A Julián, que aun estaba en la panza de su mamá, le hicieron la primera transfusión pesando 800 gramos. La segunda fue una semana después. "Cada procedimiento duró tres horas y con anestesia local, por lo que estuve consciente todo el tiempo", rememora.
"Lo más increíble es que luego del segundo procedimiento yo sentí que mi bebé empezó a moverse, ya que con la primera transfusión no había remontado lo suficiente", señala.
No hizo falta una tercera transfusión ya que mejoraron todos los niveles en sangre del bebé: "No hay más anemia", cuenta Daiana que le dijeron los médicos. "Fue la mejor noticia".
A las 36 semanas, el 27 de mayo, nació Julián, que si bien pasó quince días en neonatología (por hipertensión de su mamá", "no tiene secuelas, algo que podía ocurrir".
"Hoy es un gordo divino, que pesa más de seis kilos y que debe hacer los controles normales que hace cualquier otro chico", menciona la mamá, quien insiste en destacar "la muy buena medicina que se hace en Rosario. En esta ciudad "incluso en casos severos, tenés lo que necesitás, sin viajar a Buenos Aires o a otros centros del mundo".
Los médicos agregaron: "Esta historia, la de Julián y Daiana, es un ejemplo de cómo la medicina fetal y las técnicas de cirugía intrauterina que se desarrollan en Maternidad Oroño ofrecen nuevas oportunidades, para el bebé y la familia, aún antes del nacimiento".