Ovidio Lagos y Pellegrini quedaba por entonces en los bordes de la ciudad. Tanto era así, que ahí nomás también estaban el cementerio El Salvador y la cárcel, la actual Unidad Penitenciaria III que aún siguen en pie. Por eso, la esquina era un buen lugar para que funcionaran sin provocar molestias los talleres centrales de la Compañía General de Tramways Eléctricos del Rosario (CGTER). La primera de transporte eléctrico de Rosario que desde 1905 estuvo en manos de "los belgas", como se decía por entonces al holding que lo administraba, y que en la década del 30 pasó a manos del municipio. El edificio, que hoy es parte de la Secretaría de Obras Públicas, marca el inicio del proceso de crecimiento de la industria metalúrgica rosarina.
Ese desarrollo que el Museo de la Ciudad exhibe desde hace varios meses en la muestra "Historias de metal. Del taller a la ciudad" es el que el sábado, a partir de los 10, los rosarinos podrán palpar en los mismos talleres, que abrirán sus puertas en un recorrido histórico organizado por el Departamento de Educación del museo y la compañía de Rolando Maggi, integrante de la Asociación Amigos del Riel.
"Los tranvías y su historia en la ciudad" es un recorrido gratuito (se posterga en caso de lluvia) que se iniciará justamente en la esquina de Ovidio Lagos y Pellegrini y busca adentrarse en maquinarias y herramientas con las cuales en los inicios de siglo se construían y se mantenían en Rosario los primeros tranvías eléctricos. A eso se sumará la voz de quienes llevan décadas divulgando esa historia.
"En el museo trabajamos la muestra Historias del Metal a partir de las investigaciones académicas y el trabajo de años que realizó Silvia Simonaci, y justamente el recorrido se inicia en estos talleres, que son considerados el inicio de lo que fue la Rosario metalúrgica", explicó Celeste Mujica, integrante de los equipos del museo.
Sin embargo, consideró fundamental la presencia de Maggi como una apuesta a no dejar de lado "a los divulgadores que tienen amplios conocimientos en el tema, que por años vienen trabajando en la difusión de esta historia y que además, en el caso de Rolando, trabajó personalmente en la recuperación del único tranvía que hoy funciona en la ciudad con fines turísticos y salió de estos talleres centrales".
Tranvías de la Rosario moderna
El paso de los tramway tirados a caballo a los coches eléctricos no llegó en cualquier momento. Era el inicio del siglo XIX, las olas inmigratorias de finales del 1900 se habían consolidado y por ese tiempo sobre el Paraná comenzaba a construirse también el puerto moderno, que consolidaba a Rosario como una de las principales puertas de salida al mundo de la producción agrícola y materias primas. El tranvía era parte de la modernización de la ciudad.
En el recorrido, la historia comenzará a contarse en la esquina de Pellegrini y Lagos donde se conserva el edificio y la fachada original de la que fuera la administración y los talleres de la empresa belga, una compañía que estuvo a cargo del servicio hasta la década del 30, cuando pasó a manos de la Municipalidad.
Sin embargo, el ingreso al edificio no será inmediato. "Primero hay un recorrido por las manzanas históricas", adelantó Mujica y develó que, además de ese edificio, la zona también conserva el llamado "barrio Tranviario", nada menos que un edificio donde vivieron los directivos de la compañía desde la inauguración del servicio.
"Un proceso similar al que sucedió con el ferrocarril en otras zonas de la ciudad", agregó.
La línea de tramway tirada a caballo había funcionado desde la plaza López hasta el puerto y la aparición de los coches eléctricos significó un impacto grande y reformas en la ciudad. En 1905, el intendente Santiago Pinasco avanzó en la licitación del servicio que quedó en manos de "los belgas", como se decía por entonces a las tres compañías que procedían de Bruselas, y que funcionaban a una velocidad máxima de 12 kilómetros por hora en el centro y 20 kilómetros en las manzanas más alejadas.
La primera línea que comenzó a circular en 1906 fue la Nº9, que iniciaba su recorrido en la esquina de Santa Fe y Maipú y llegaba hasta el Cementerio el Salvador. Progresivamente, se sumaron otras 14, que llegaron a tener una dotación de 100 tranvías de 40 asientos y otros 60 de 28 plazas.
Lo que guardan los talleres
Los talleres centrales de la vieja compañía de tranvías, según explica Mujica, son el punto cero del desarrollo de la metalurgia en Rosario y así se exhibe en la muestra que aún puede verse en la sede del museo (Oroño al 2300), donde se describe en todos sus aspectos el crecimiento del sector desde los pequeños espacios de producción hasta las grandes industrias.
"Esta industria vinculada a los tranvías es la que da origen a ese proceso, por eso en la muestra hay mucho material de los talleres centrales", señala Mujica y explica cómo justamente este recorrido es parte de la propuesta del museo.
Además de conservar la estructura original del edificio, las aberturas y los ladrillos de los inicios del siglo XX, en el interior, en un espacio que a primera vista puede parecer sólo una acumulación de chatarra, también se conserva el sistema de poleas, las fosas que se utilizaban para el mantenimiento y parte de la maquinaria original con la cual se construían y se arreglaban los coches que circulaban por Rosario.
"Todo eso está a la vista, junto a los espacios de herrería y carpintería de la Secretaría de Obras Públicas que aún trabajan en el lugar", explica Mujica y asume como un desafío el poder "traducir" durante la visita la historia de este medio de transporte que durante años, y hasta la aparición de los colectivos, fue la principal forma de moverse por la ciudad.