Una nena de 9 años vendía galletitas y snacks por encargo a sus compañeros en los recreos de un colegio de la localidad misionera de Leandro N. Alem, una actividad que llamó la atención al punto que su historia trascendió en las redes sociales. Sin embargo, la "pyme escolar" -con la que la nena llegaba a recaudar casi $5.000 diarios- duró apenas dos semanas: las autoridades del colegio la prohibieron al considerar que allí había "trabajo infantil".
La comunidad de Leandro N. Alem, localidad ubicada a uno 86 kilómetros de la capital Posadas, fue escenario de esta situación. Más específicamente la escuela 62 Comandante Luis Piedrabuena", donde Carolina asiste. Allí la nena montó su pequeño emprendimiento a través del cual, y por encargo, vendía galletitas y snacks a sus compañeros.
Sin embargo, el descubrimiento de un bolso con alimentos y refrigerios por parte de un grupo de docentes encendió algunas alarmas.
Fue el papá de la nena, Freddy Haydaz, quien salió a defender la tarea que su hija realizaba en la escuela: "En los comentarios de una nota que le hicieron en Alem.News dijeron que era explotación infantil. Nada que ver, ella no lo hace porque lo necesita, lo toma como un juego y le gusta llevarlo a cabo", señaló.
"Duró dos semanas, le dijeron que los alumnos no pueden manejar dinero", indicó.
Su papá -titular de una empresa de transporte y alimentos- y su mamá Irene Boidi -quien trabaja en una compañía de té también de su propiedad- recordaron que además de ese emprendimiento "Carolina vendía helado en la puerta de casa. Lo hace porque le encanta".
Durante la pandemia, la cantina del colegio dejó de funcionar y a Carolina se le ocurrió la idea de vender productos que le podría suministrar su papá.
"Tengo una distribuidora de alimentos y le armé una mochila en base a lo que los chicos querían. Le pedían galletitas, juguitos, snacks, y yo se lo daba. El tema es que en una semana aumentaron las ventas y ya no le entraba en esa mochila. Entonces tuvo que llevar un bolso", contó Freddy en diálogo con TN.
"Le dije que en clase no podía hacer nada porque ahí tiene que prestar atención y estudiar. Ella vendía en los recreos. Lo hizo durante dos semanas", agregó.
La nena, en diálogo con Alem.News, había contado que con su emprendimiento obtenía "entre cuatro y cinco mil pesos por día". Y continuó: "Lo que me molestó es que me sacaran las cosas siendo que mis padres sabían lo que yo hacía. Siempre les cuento todo y quiero seguir haciendo lo mismo".
Convocado por las autoridades del colegio, Freddy se dispuso a hablar con la directora: "Me dijeron que está prohibido lucrar en la escuela. Le planteamos que era un juego, que le daba cuenta corriente a sus compañeros, que una amiga le hacía de cajera y otro amigo tomaba los pedidos".
El hombre planteó que todos los sábados su hija va a la empresa y allí él se dedica a enseñarle "cosas más allá de la escuela". Así, describió que le indica a Carolina cómo hacer para confeccionar un pedido, hacer una nota de pedidos o hasta un cheque.
"Hago las cosas como tienen que ser. Le daba la mercadería y le decía cuál era el monto que me tenía que devolver para saldar los productos. Pero no es lucrar, es simplemente que pueda aprender otras cosas más allá de la escuela. Es lo que yo entiendo y le puedo enseñar", dijo el comerciante.
Pese a entender la actitud del cuerpo docente, Freddy señaló: "Dicen que hay un reglamento y no pueden salir de eso. Lo entiendo, aunque en el reglamento no dice que un alumno no puede vender productos en el colegio".
"Me indicaron que lo puede hacer pero sin dinero de verdad. Me pareció un chiste, los chicos llevan plata al colegio para comprar sus cosas. Aparte mi hija entiende, yo le doy $2000 y ella va al supermercado, busca precios y a la tarde hace una torta riquísima", dijo y contó qué le dijo su hija al enterarse de la decisión de las autoridades del colegio: "Dijo que va a poner un mantel afuera y que va a vender lo mismo pero en la puerta de la escuela".
En tanto, la directora de la escuela Piedrabuena, Ingrid Marcuar, explicó: "Entiendo que la nena no tiene una mala actitud, no está mal que aprenda a ganarse la vida. Los padres habilitaban a que se quede con ese dinero, no estaban implementando el trabajo infantil".
Pero a la vez comentó los aspectos negativos de esa decisión de la familia: "Si cada padre habilita a que su hijo venda acá adentro, ¿qué va ser esto? ¿Una feria? Acá hay un kiosco saludable. Se renta la cantina a una o dos personas, se les dice qué sí o qué no pueden vender. Y la recaudación es para comprar insumos para la escuela. Nosotros nos dedicamos estrictamente a lo pedagógico".