En el mes de la mujer, la abogada rosarina Liliana Molina Soljan -destacada especialista en inteligencia artificial y nuevas tecnología- participó del 6 al 10 de marzo en el WEF (WOMAN ECONOMIC FORUM) junto a la directora Lina Anllo y un grupo de mujeres destacadas, en la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer, dependiente del Consejo Económico y Social de Naciones Unidas en su sede central de Nueva York. Allí destacó entre otros puntos que “internet no es para todos, solo el 5 % de la población mundial tiene acceso a internet y sólo el 48% de mujeres utiliza internet, existe una brecha de género en el uso global de internet del 12,5%. Cuatro de cada 10 mujeres en América Latina y el Caribe no están conectadas o no pueden pagar una conectividad efectiva”. Este año, el eje central del encuentro fue la innovación, cambio tecnológico y educación, direccionado a la igualdad de género y el empoderamiento de mujeres y niñas.
La ponencia de Molina Soljan se llamó “La desigualdad de la mujer en la era digital”. Expuso junto a un prestigioso panel en el Side Event de ONU que se desarrolló el 7 de marzo en la sede del consulado argentino, con gran concurrencia y transmisión online. El 10 de marzo pasado la abogada rosarina replicó su ponencia ante la misión oficial de lka OEA y en la embajada de Argentina en Washington en una mesa de diálogo multisectorial.
En su exposición, Molina Soljan manifestó que hoy nadie duda que “la revolución tecnológica ha redimensionado nuestras relaciones al extremo de ponderar a las tecnologías de la información y comunicación (tics) como figura representativa de nuestra cultura”, aceptándose la expresión de “sociedad de la información”.
Números contundentes
“Si bien somos parte integrante de una cultura digital, internet no es para todos, solo el 5 % de la población mundial tiene acceso a internet (ONU 2020). Solo el 48% de mujeres utiliza internet, existe una brecha de género en el uso global de internet del 12,5%. Los porcentajes siguen siendo alarmantes: menos de 1/3 de la mano de obra en ciencia, tecnología, investigación y matemáticas son mujeres. Una de cada cinco personas que trabajan en Inteligencia Artificial( IA) es mujer. Solo 28% de graduadas mujeres respecto a 40% de graduados hombres. Y cuatro de cada 10 mujeres en América Latina y el Caribe no están conectadas o no pueden pagar una conectividad efectiva”.
Molina Soljan _@dra.liliana—molina—soljan en Instagram_ agregó que la situación de desigualdad puesta en números coloca a la mujer en una posición infrarrepresentada, sufriendo en carne propia las desigualdades y la discriminación en sus carreras. Y esta desigualdad traducida al campo tecnológico “la vemos en los sesgos algorítmicos de género”. A título de ejemplo dio los asistentes de voz. La voz femenina parecería que es más “aconsejable” para instrucciones domésticas y las masculinas para máquinas o sector automotriz.
Según un estudio de la UNESCO, la preferencia de voces femeninas para asistentes digitales puede derivarse de las normas sociales de la mujer como “cuidadoras” y otros sesgos de género incorporadas a la sociedad desde antes de la era digital. Este estudio analiza cómo los asistentes de voz de IA, Alexa de Amazon y SIRI de Apple usan las voces de mujeres, propagando los perjuicios de género.
Hay que hacer hincapié también de la desigualdad mediante la violencia por internet: el 73% de las mujeres han sido víctimas de delitos o contravenciones, como extorsiones por exhibición de imágenes íntimas y videos , creación de perfiles falsos y otras conductas que afectan la dignidad, libertad e integridad física, psicológica, sexual y económica de la mujer en situación de desventaja con respecto al varón en entornos digitales ( redes sociales, correos electrónicos, o aplicaciones de mensajería).
Plan de acción
Frente a este escenario, la profesional enfatizó que el camino hacia la igualdad de géneros pasa por adoptar un plan de acción positiva de tres ejes. El primero, el Estado debe colocar en agenda el tema de la IA convocando a mesas de diálogo a diferentes sectores, dejando de lado ideologías y con participación del sector privado. La presencia femenina debe ser en número igualitario, ya que va a influir mucho sobre la manera en que las tecnologías están creadas y qué tipo de pensamiento se diseñó en las aplicaciones de la IA. Esto, “en atención al principio de transversabilidad de la perspectiva de género, cerrando las brechas de género en el acceso y uso de las tecnologías para impulsar la autonomía de las mujeres en el ecosistema digital.Se buscará así erradicar la violencia digital y el hostigamiento por redes a la mujer”. El segundo eje: se necesita generar conciencia a través de la educación para superar los estereotipos de género que establecen desigualdad y contribuyen a generar violencia contra la mujer.”Cuando la ciencia y la tecnología son desarrolladas, implementadas y aplicadas bajo la guía de los más altos principios axiológicos, los beneficios son abundantes y felices”, señaló la expositora. Y todo esto no es posible sino comenzamos con una política educativa libre de mandatos y estereotipos en todos los niveles tendientes al desarrollo y específicamente a lograr una democratización en el acceso a la tecnología.
Algoritmos al banquillo
El tercer eje consiste en propiciar las “auditorías algorítmicas”, ya que las empresas y los programadores ponen su mente en el éxito del modelo y no en el impacto social, rigiéndose por objetivos comerciales y no por parámetros ético-legales. Debemos propiciar la “equidad algorítmica”, con algoritmos más transparentes, con modelos de “Machine Learning” que puedan explicar cómo se toman las decisiones. Se trata de responsabilizar a la industria tecnológica por el impacto social que producen sus algoritmos en caso de ser dañinos. Todo ello debe ir acompañado de un estricto cumplimiento de tratamiento y protección de datos personales con los más altos estándares internacionales.
Para finalizar, indicó que se trata de posicionar a nuestro país en el escenario internacional. Solo fomentando al estudio y desarrollo de IA como política de estado podemos garantizar que nuestro país no quede relegado tecnológicamente. Que no se convierta en una profunda ruptura, no ya del orden institucional, sino de la propia dignidad humana de las mujeres y niñas evitando consecuencias dañosas, es el momento de comenzar a dejar nuestra propia huella, de escribir una nueva historia sin desigualdad ni discriminaciones.