Con una pala, poco dinero y mucha intuición, el paleontólogo Martín Hechenleitner comenzó hace una década a buscar fósiles en la quebrada de Santo Domingo, en La Rioja. Lo que empezó como una expedición mínima terminó convertido en un hallazgo histórico: los restos de una nueva especie de dinosaurio, uno de los más antiguos del planeta.
El descubrimiento fue publicado este miércoles en la revista Nature, bajo el nombre Huayracursor jaguensis, y posiciona a la paleontología argentina en la primera línea de la investigación mundial.
Un hallazgo en condiciones extremas
El esqueleto, de unos 230 millones de años, fue hallado en la precordillera riojana, a 3.000 metros de altura, en un ambiente de vientos fuertes, calor extremo durante el día y frío intenso de noche. “El clima es adverso y el trabajo, muy exigente. No hay oxígeno suficiente y pasamos horas caminando o cavando”, describió el investigador del Conicet, que lideró el equipo junto a Agustín Martinelli.
Hechenleitner, nacido en Bragado y formado en la Universidad Nacional de La Plata, llegó a la provincia sin imaginar que haría historia. “No era el típico chico con muñecos de dinosaurios, pero me gustaba buscar cosas nuevas y trabajar en el campo”, contó.
Una década de exploraciones
Las primeras campañas se hicieron casi sin financiamiento. En 2015 viajó con recursos propios y halló los primeros fósiles. Un año después, con un subsidio de mil dólares y algo de dinero prestado, repitió la experiencia. Desde entonces, su equipo descubrió más de 70 animales prehistóricos, entre ellos especies nuevas como Punatitán y el reciente Huayracursor jaguensis.
“El dinero condiciona cuánto tiempo podés buscar y cuánta gente podés llevar. En un terreno tan grande y difícil, eso hace la diferencia”, señaló el científico.
Un dinosaurio del Triásico
El hallazgo se produjo en 2018, cuando el grupo decidió explorar una ladera empinada donde ya habían aparecido fragmentos óseos. “Yo estaba cansado y me había movido de lugar, pero mi colega Agustín Martinelli insistió. Él encontró los primeros huesos de este dinosaurio”, recordó.
El Huayracursor jaguensis era un animal de dos metros de largo y 70 centímetros de altura, que vivió durante el período Triásico, en el inicio de la era Mesozoica. Su nombre combina el quechua huayra (viento) y el latín cursor(corredor), junto al topónimo “Jagüé”, la localidad cercana al sitio del hallazgo.
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Una nueva pieza en la historia evolutiva
El descubrimiento desafía la visión tradicional sobre cómo evolucionaron los grandes dinosaurios herbívoros. Hasta ahora se pensaba que los primeros ejemplares eran muy pequeños y evolucionaron gradualmente hacia tamaños gigantes. Pero el Huayracursor muestra un tamaño intermedio, contemporáneo a especies más primitivas.
“Este dinosaurio tiene rasgos de los primeros y de los últimos separados por millones de años. Es una pieza clave para entender esa transición evolutiva”, explicó Hechenleitner.
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Un trabajo que demandó años
Después del hallazgo, el equipo del Conicet dedicó un año completo al proceso de “preparación” del fósil. “Se limpia y se estabiliza para poder estudiarlo. Es un trabajo minucioso”, detalló el investigador.
En la misma zona también aparecieron restos de rincosaurios y cinodontes, especies precursoras de los mamíferos. En total, cinco de los animales encontrados resultaron ser totalmente nuevos para la ciencia.
“Todo se parece bastante a un sueño. Con este hallazgo, se nos quemaron todos los libros”, resumió Hechenleitner, que con una pala y su intuición reescribió una parte de la historia natural del planeta.