En los últimos años, Ozempic y Wegovy se convirtieron en nombres habituales en redes, consultorios y titulares. Ambos medicamentos comparten el mismo principio activo —la semaglutida, un análogo del GLP-1—, pero fueron aprobados para fines distintos y no deben usarse de manera indistinta.
Mientras que Ozempic está indicado para la diabetes tipo 2, Wegovy fue desarrollado para el control del peso corporal en personas con obesidad o sobrepeso con comorbilidades. Este último llegó esta semana a Argentina y son muchas las dudas al respecto.
Las redes sociales y los titulares ayudaron a instalar una narrativa que simplifica lo complejo: “la inyección para adelgazar”. Sin embargo, detrás de ese rótulo hay una diferencia fundamental que los médicos insisten en aclarar.
Una misma molécula, dos propósitos
Ambos fármacos fueron desarrollados por el laboratorio danés Novo Nordisk, pero responden a indicaciones distintas.
Ozempic se aprobó primero, pensado para el tratamiento de la diabetes tipo 2. Su función principal es regular la glucosa en sangre y disminuir el riesgo cardiovascular asociado.
Wegovy, en cambio, fue diseñado para controlar el peso corporal en personas con obesidad o sobrepeso con comorbilidades, como hipertensión, colesterol elevado o diabetes.
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Hasta hace poco, la semaglutida se encontraba disponible solo en dosis de hasta 1 mg semanal, bajo el nombre de Ozempic. Con la llegada de Wegovy, esa dosis se eleva a 2,4 mg, lo que aumenta la eficacia del tratamiento para la pérdida de peso.
La droga se aplica una vez por semana a través de una lapicera prellenada y actúa imitando la hormona GLP-1, que regula el apetito y la sensación de saciedad.
Qué dice la evidencia científica
Los ensayos clínicos internacionales —el programa STEP, con más de 4.500 participantes— demostraron que las personas tratadas con semaglutida perdieron en promedio un 17% del peso corporal, y que uno de cada tres pacientesalcanzó reducciones de 20% o más.
Además, los estudios registraron mejoras en la presión arterial, los niveles de glucosa y colesterol, y en la calidad de vida relacionada con la salud.
En Argentina, Wegovy acaba de llegar al mercado, dos años después de su aprobación por la ANMAT. Se presenta en dosis de 0,25 mg, 0,5 mg, 1 mg, 1,7 mg y 2,4 mg, y está disponible bajo receta médica. Los precios varían entre $296.000 y $696.000, según el formato.
Lo que tienen en común Ozempic y Wegovy
Tanto Ozempic como Wegovy no son tratamientos estéticos, sino medicamentos con respaldo científico para enfermedades crónicas. Ambos actúan imitando la hormona GLP-1, lo que genera menor apetito, mayor saciedad y mejor control metabólico.
Los efectos adversos más frecuentes son leves —náuseas o constipación— y suelen desaparecer con el tiempo.
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Los cinco mitos más frecuentes
1. “Sirven para cualquiera que quiera bajar de peso.”
No. Estos fármacos están indicados solo para pacientes con obesidad o sobrepeso asociado a otras enfermedades. Usarlos sin control médico puede ser riesgoso.
2. “Una vez que bajás de peso, se deja el tratamiento.”
Falso. La obesidad es una enfermedad crónica. Los estudios muestran que suspender la medicación puede provocar recuperación parcial del peso perdido.
3. “Son una solución rápida o estética.”
No lo son. Las semaglutidas no reemplazan los cambios de hábitos, sino que los acompañan. Comer mejor, moverse más y dormir bien siguen siendo esenciales.
4. “Generan dependencia o adicción.”
No existe evidencia de que provoquen adicción. Sí requieren seguimiento y ajustes de dosis a lo largo del tiempo, como otros tratamientos prolongados.
5. “Funcionan igual en todas las personas.”
Tampoco es cierto. Cada organismo responde de manera diferente. Hay quienes logran descensos notables y otros resultados más modestos.
Una revolución con desafíos
Para los médicos, la llegada de estas terapias marca una revolución médica, pero también abre debates éticos y sociales. El entusiasmo global contrasta con su costo elevado y la falta de cobertura en muchos países.
Y aunque la ciencia celebra su eficacia, los especialistas advierten que no hay atajos: la obesidad sigue siendo una enfermedad compleja y multifactorial, que requiere un abordaje integral.
En palabras de la nutricionista Mónica Katz, “las semaglutidas representan un avance enorme, pero no reemplazan la educación alimentaria, la actividad física ni la gestión emocional. Son una ayuda, no una varita mágica”.