Tras el doble femicidio y secuestro que conmociona a Córdoba, el nombre de “Varones Unidos” comenzó a circular con fuerza. El principal sospechoso del crimen, Pablo Laurta, sería uno de los impulsores del grupo, que tiene base en Uruguay y presencia en redes sociales y foros digitales, donde sostiene un discurso abiertamente antifeminista y reivindicador de una supuesta “crisis masculina”.
En la web del grupo, Laurta llegó a difundir una publicación donde denunciaba a la madre de su hijo —Luna Giardina, una de las víctimas del crimen— por “secuestrar” al niño y por “abusos judiciales”, bajo el mismo lenguaje que utiliza la organización para describir los conflictos familiares desde una perspectiva negacionista de la violencia machista.
En su página web, el movimiento se presenta como una organización que busca “incorporar la perspectiva masculina a las discusiones de género”, y denuncia lo que considera una “discriminación judicial y social” hacia los hombres. Bajo consignas como “#MasculinidadPositiva”, sus publicaciones apuntan a temas como el suicidio masculino, el aislamiento social, el fraude parental y la supuesta misandria (odio hacia los hombres).
“Consideramos necesario incorporar la perspectiva masculina a las discusiones de género. Las mismas actualmente dejan de lado graves problemáticas que afectan mayormente al sexo masculino”, plantean en su manifiesto fundacional.
Una visión tradicional de los roles de género
“Varones Unidos” sostiene una visión complementaria y jerárquica de los géneros, al afirmar que “la feminidad es el complemento natural de la esencia masculina” y que la pareja y la familia son el ámbito de “más íntima unión y cooperación entre los sexos”.
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Aunque aseguran promover “la armonía entre varones y mujeres”, el discurso del grupo reproduce estereotipos tradicionales y ha sido señalado por colectivos feministas y especialistas en género como una forma de reacción organizada al avance de los movimientos por los derechos de las mujeres.
En los últimos años, este tipo de organizaciones —que se autodenominan “profamilia” o “antifeministas”— han ganado visibilidad digital en América Latina. Según especialistas, operan bajo un mismo patrón: apropiarse del lenguaje de los derechos humanos y desplazar la discusión sobre violencia de género hacia el victimismo masculino, borrando las asimetrías reales que viven las mujeres y disidencias.
Una oferta de “test de paternidad” como negocio y narrativa
Entre sus secciones más llamativas, Varones Unidos ofrece un servicio de test de paternidad “con total confidencialidad y sin interferencias ideológicas”, un mensaje que refuerza la sospecha constante hacia el sistema judicial y hacia las mujeres que denuncian o reclaman manutención.
El grupo detalla un proceso “seguro y anónimo” en cuatro pasos, desde el envío de un kit de muestras hasta la entrega digital de los resultados, con la promesa de evitar cualquier “intervención de activistas o personal con sesgos ideológicos”.
La oferta se completa con un formulario para solicitar presupuesto y una serie de “casos emblemáticos” donde el grupo defiende a hombres denunciados por violencia o en disputas de tenencia. En todos ellos, el discurso subyacente es el mismo: negar las desigualdades estructurales de género y presentar a los varones como víctimas del feminismo y del Estado.
Qué defienden en "Varones Unidos"
El sitio de la agrupación enumera cuatro ejes principales:
- Desarrollo de la #MasculinidadPositiva: “Modelos positivos de masculinidad” que —según su visión— sirvan de ejemplo a niños y jóvenes.
- Defensa de los derechos de los varones: plantean que existen políticas “abusivas o predatorias” contra los hombres.
- Visibilización de las problemáticas masculinas: buscan introducir en el debate público temas como la “discriminación judicial” y la “pornografía”.
- Mejora de las relaciones familiares y de pareja: aseguran promover la “fraternidad y el mutuo aprecio entre los sexos”.
Los valores que proclaman
El grupo dice guiarse por principios de “tolerancia, integridad intelectual y equidad real”, y afirma rechazar “cualquier declaración que sugiera la superioridad de un colectivo de personas sobre otro con base en su identidad u orientación sexual”.
También reivindican la “libertad de pensamiento y expresión” sin limitaciones, un argumento habitual en los discursos antiderechos que buscan presentarse como “moderados” mientras difunden mensajes contra el feminismo o la igualdad de género.
Un movimiento con eco en redes
Aunque nació en Uruguay, “Varones Unidos” ha ganado seguidores en distintos países de la región a través de grupos de Facebook, canales de Telegram y cuentas de X (ex Twitter). Sus publicaciones suelen combinar críticas a políticas de igualdad con mensajes que buscan instalar la idea de que los hombres son víctimas de la “ideología de género”.
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En los últimos años, la organización fue denunciada por colectivos feministas uruguayos por difundir discursos de odio y desinformación, además de haber sido vinculada a campañas contra la ley de interrupción voluntaria del embarazo y los programas de educación sexual integral.
En el centro de la escena
La investigación por el doble femicidio de Luna Giardina y Mariel Zamudio puso a “Varones Unidos” en el foco público. Laurta, su presunto fundador, difundía en la web textos donde denunciaba a su expareja y a la Justicia cordobesa por supuestas “extorsiones” y “explotación infantil”, utilizando incluso fotos del niño Pedro Rodríguez, hoy desaparecido.
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Los investigadores no descartan que la actividad del sospechoso en este grupo formara parte de una estrategia previa al crimen, con el objetivo de construir un relato justificatorio.
Mientras continúa la búsqueda internacional del femicida y de su hijo, el caso reaviva el debate sobre el impacto real de los movimientos misóginos en redes sociales, su capacidad de captar seguidores y validar violencias bajo el disfraz de una “masculinidad positiva”.