¿Cómo funciona? Los cartuchos se llenan con todos los ingredientes necesarios y la boquilla del robot empieza a acumular pasta licuada, seguido de la salsa, toppings y queso fundido. La razón de que la pizza sea uno de los primeros alimentos que se imprimen en 3D se debe a que su preparación funciona por capas, así que se adapta a la perfección al funcionamiento de la tecnología.
BeeHex nació como un proyecto de la Nasa y de hecho le proporcionó una subvención de 125.000 dólares para investigar cómo la impresión 3D podría ser utilizada para hacer alimentos. Recientemente, la compañía cerró una ronda de financiación de un millón de dólares para su despegue, aunque por ahora es un prototipo que esperan sacar al mercado a lo largo de este año.
Mientras los consumidores todavía no digieren por completo la idea de los alimentos impresos 3D, lo cierto es que ya existe interés entre las empresas de alimentos para adoptar la tecnología. Y no son sólo las pizzas, también el queso, en este caso el queso procesado. Hace unos días un grupo de investigadores de la University College Cork en Irlanda exploraron cómo la impresión 3D afecta a la estructura del queso.
El equipo fundió un queso procesado disponible en los supermercados y lo dispuso a través de una impresora 3D modificada que lo imprimió. El elemento se hizo en cilindros que luego se enfriaron durante 30 minutos y se pusieron en el refrigerador durante un día. Después de 24 horas de refrigeración, los investigadores sacaron el queso de la nevera para comprobar su textura y estructura química.