El aire que las personas respiramos en interiores como empresas, hogares y gimnasios puede estar más contaminado que el de la calle y eso influye en la salud mucho más de lo que se cree. La mayor parte del día estamos en espacios cerrados donde la calidad del aire puede ser entre dos y cinco veces peor que en el exterior, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Cuando pensamos en contaminación del aire, la imagen más común es la de una gran ciudad con smog, tráfico intenso y chimeneas industriales. Sin embargo, el aire que respiramos dentro de nuestras casas, oficinas o gimnasios puede estar entre dos y cinco veces más contaminado que el del exterior. En esos ambientes cerrados se acumulan partículas de polvo, compuestos químicos provenientes de productos de limpieza, alergenos, virus, bacterias y niveles elevados de dióxido de carbono, sobre todo cuando la ventilación es insuficiente.
"La exposición prolongada a este tipo de aire tiene consecuencias que van más allá de una simple molestia. A corto plazo puede provocar fatiga, dolor de cabeza, irritación ocular y disminución de la concentración. A largo plazo, se asocia con problemas respiratorios, cardiovasculares e incluso metabólicos. En entornos laborales, la combinación de mala calidad del aire y sedentarismo genera un círculo vicioso: menos oxígeno disponible, menor energía y menos motivación para moverse, lo que agrava el impacto sobre la salud", señala un informe de Daikin, una de las compañías líderes en climatización.
La ventilación diaria es crucial
Los especialistas recomiendan ventilar de forma cruzada al menos dos veces al día durante diez minutos, evitar fumar en interiores, reducir el uso de aerosoles y productos con químicos volátiles, incorporar plantas que ayuden a filtrar el aire y mantener limpios los filtros de los sistemas de climatización y purificadores. Son medidas simples que pueden marcar una diferencia en la calidad del aire que respiramos.
La ciencia también explora soluciones más avanzadas. En los últimos años se han desarrollado tecnologías capaces de controlar temperatura, humedad y pureza del aire, e incluso pueden regular la concentración de oxígeno para simular altitudes moderadas, una técnica conocida como hipoxia controlada. "Inspirada en el entrenamiento de atletas en altura, esta innovación busca mejorar la salud metabólica y cardiovascular". Cada vez son más las empresas que se suman a este concepto, desarrollando sistemas que pueden instalarse en oficinas o espacios de trabajo para recrear estas condiciones de forma segura y controlada.
Salas hipóxicas para entrenar
Estudios recientes muestran que ejercitarse en un ambiente con menor concentración de oxígeno puede ayudar a reducir picos de glucosa después de las comidas, estimular la liberación de hormona de crecimiento y mejorar la función vascular.
En Tokio, por ejemplo, un espacio que implementó esta tecnología midió los resultados y observó que quienes entrenaban allí al menos 30 minutos una o más veces por semana lograron disminuir grasa corporal, grasa visceral y presión arterial. Además, una encuesta realizada en julio de 2022 reveló que el 86% de los sujetos se sintieron más motivados a hacer ejercicio gracias a la sala hipóxica. Estas salas también se usan en ámbitos médicos para mejorar la salud respiratoria.