Donald Trump solo necesitó siete palabras para poner en peligro uno de los resultados más importantes de la política de antecesor, Barack Obama, en América latina. "No voy a descartar la opción militar", aseguró el presidente estadounidense el viernes en referencia a Venezuela. Tras ocho años en los que Obama trabajó por situar a Estados Unidos como socio de la región latinoamericana, su sucesor desenterró —de momento solo en el discurso— la posición que en el siglo XX le valió a su país el calificativo de «imperialista» en América latina. "Tenemos tropas en todo el mundo, en lugares que están muy muy lejos. Venezuela no está muy lejos y la gente está sufriendo y muriendo. Tenemos muchas opciones para Venezuela, incluyendo una posible opción militar si es necesaria", insistió Trump. Pasaron 28 años de la última intervención militar de Estados Unidos en la región: en 1989, en la llamada Operación Causa Justa, el también republicano George H. W. Bush dio luz verde a la invasión de Panamá y capturó al dictador Manuel Noriega, condenada por la asamblea general de la ONU y la Organización de Estados Americanos (OEA). En esas dos organizaciones, precisamente, Estados Unidos venía trabajando junto a sus socios en los últimos meses para hallar una salida a la crisis venezolana por la vía diplomática.
En medio de los esfuerzos multilaterales por presionar a Maduro para que dé marcha atrás en su deriva, Trump puede haber roto el fiel de la balanza con su amenaza al mandatario venezolano. "Con un comentario", indicó Geoff Ramsey, experto en Venezuela de WOLA, la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos, Trump "pone en serio peligro los productivos esfuerzos multilaterales para abordar la crisis en Venezuela". "Esto es de lejos la cosa menos útil que la Casa Blanca podía decir sobre Venezuela ahora mismo", reaccionó Ramsey en Twitter inmediatamente después de las palabras del mandatario.
Trump, además, no solo está dando aire a Maduro en el interior, sino que está abriendo una brecha en América latina que puede hacer regresar el sentimiento antiestadounidense. Evo Morales, uno de los aliados de Maduro, fue de los primeros en reaccionar a la amenaza. "Ahora sabe el mundo, quienes estaban contra Maduro solo buscaban la intervención militar del imperio", manifestó el presidente boliviano.
Las reacciones de otros gobiernos latinoamericanos no alineados con Maduro comenzaron también a llegar ya. Chile tardó poco en rechazar a través de su canciller la "amenaza de una intervención militar en Venezuela". El ministro de Exteriores de Perú se la reprochó también a Trump. "La crisis en Venezuela no puede resolverse mediante acciones militares", dijo ayer la Cancillería de México.
Ben Rhodes, uno de los asesores más estrechos de ex presidente Barack Obama, asegura que no había peor paso posible a dar que el que realizó el presidente norteamericano ante la situación en Venezuela. "Maduro se agarrará a la amenaza de Trump", escribió en Twitter. "Difícil valorar cuán grande es el regalo a Nicolás Maduro, que se aprovechará de Estados Unidos para buscar apoyo dentro de Venezuela y en el resto de América latina".
Rhodes fue el artífice de la política de acercamiento a Cuba que llevó a cabo Obama y la cual, como él suele decir, sirvió a su vez para mejorar las relaciones con el resto de los socios latinoamericanos.
La amenaza dada por Trump puede llevar ahora a una marcha atrás, a abrir una brecha en el hasta ahora el momento más crítico de la situación en Venezuela. "Entorpece todo el buen trabajo que hizo su equipo del Consejo de Seguridad Nacional debilitando a la oposición de Venezuela y alineando a la región", aseguró Mark Feierstein, que fue otro de los asesores del ex presidente Obama en política exterior latinoamericana.