Aya Batrawy
Aya Batrawy
AP
Los principales rivales regionales de Irán —Arabia Saudita e Israel— siguen de cerca lo que sucede en ese país, a la espera de detectar cualquier indicio de vulnerabilidad y de potenciales cambios en medio de una ola de protestas. Pero han adoptado actitudes totalmente diferentes ante lo que acontece allí.
Las autoridades sauditas no han hecho comentarios oficiales sobre los disturbios, tal vez porque no quieren ser acusadas de interferir. Israel, en cambio, se ha mostrado mucho más osada y les ha enviado mensajes a los manifestantes.
En un video difundido a través de internet, el primer ministro Benjamin Netanyahu elogió el valor de los manifestantes que piden libertad y denunció al "cruel régimen" iraní por invertir miles de millones de dólares en la "diseminación del odio". "Este régimen trata desesperadamente de sembrar el odio entre nosotros", sostuvo. "Pero no lo conseguirán".
El líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Jamenei, acusó a los enemigos del país de alentar las protestas que estallaron hace una semana por los aumentos en los precios de los comestibles. Aludía seguramente a Israel, Estados Unidos y Arabia Saudita, que siempre se han opuesto al gobierno iraní, teocrático, encabezado por clérigos, y ansían, por no decir alientan, cambios profundos.
Las protestas tomaron a muchos por sorpresa.
El presidente de Estados Unidos Donald Trump dio su apoyo a los manifestantes y dijo que "llegó la hora de un cambio". La embajadora estadounidense ante las Naciones Unidas Nikki Haley, declaró que Washington desea hacerse eco del mensaje de los manifestantes.
No está claro qué tipo de influencia pueden tener en Irán las declaraciones de apoyo a los manifestantes que vienen del exterior.
Arabia Saudita e Israel ven a Irán como una amenaza y les preocupan su programa nucleary de misiles de largo alcance. Los sauditas han tratado sin éxito de contener la influencia de Irán en la región y acusan a Teherán de apoyar a los rebeldes shiítas de Yemen, suministrando incluso misiles que son disparados contra su país. Israel ha librado una serie de guerras contra la organización libanesa de Hezbolá y los palestinos de Hamas, ambos aliados de Irán.
Oficialmente, Arabia Saudita está a la espera, cuidándose de no hacer declaraciones de apoyo a los manifestantes. Estados Unidos tal vez genere cierta simpatía entre algunos sectores iraníes, pero Arabia Saudita no es bien vista por nadie. El reino tal vez espere que el gobierno de Trump tome la iniciativa, ya sea con nuevas sanciones o en Naciones Unidas.Abdulrahman al-Rashed, comentarista con fuertes vínculos con el palacio real, fue cauteloso y afirmó que la región no puede darse el lujo de tener más caos. "Para los países de la región, sobre todo los árabes, lo ideal sería que el gobierno no se derrumbe pero que cambie su política exterior y haga a un lado su enfoque agresivo", escribió.