En Rusia, las elecciones son una paradoja, algo que se puede también aplicar a los comicios parlamentarios programados para hoy. Las elecciones no pueden cambiar en absoluto el poder que el presidente Vladimir Putin ejerce sobre el país más grande del mundo. En una nación tan autoritaria como Rusia, poco depende de la composición del Parlamento, "pero mucho depende de las elecciones", escribió el periódico opositor Novaya Gazeta al resumir esa paradoja.
Las elecciones para renovar la Duma estatal, la Cámara baja del Parlamento ruso, son las primeras en celebrarse tras la anexión de la península ucraniana de Crimea en marzo de 2014, que hizo que el índice de aprobación de Putin se disparara hasta más del 80%. Sin embargo, también son unos comicios en tiempos de una profunda crisis económica ocasionada por la falta de reformas, los bajos precios del petróleo y las sanciones impuestas por Occidente. El partido del Kremlin, Rusia Unida, que encabeza el premier Dmitri Medvedev, quiere defender su poder pero también tiene que hacer frente al descontento de los ciudadanos.
El régimen ruso no ha olvidado lo ocurrido después de las elecciones parlamentarias de 2011, cuando la oposición acusó a las autoridades de haber cometido fraude, lo que desató las protestas más fuertes contra Putin que se hayan registrado hasta el momento en el país. Esta vez, el Kremlin pretende impedir que se repitan tales disturbios. Además, para 2018 están programadas las próximas elecciones presidenciales, a las que Putin previsiblemente volverá a presentarse. Las elecciones a la Duma de hoy son consideradas como un ensayo de esa cita con las urnas.
El Kremlin reaccionó a los disturbios de 2011 con varias medidas. El presidente de la Comisión Electoral Central, Vladimir Churov, apodado "El Mago", que había asegurado los resultados favorables al Kremlin, fue destituido. Ahora, la prestigiosa ex comisionada para Derechos Humanos Ella Pamfilova tiene el encargo de procurar que los comicios se desarrollen de forma no fraudulenta. Al mismo tiempo, se aprobaron nuevas leyes electorales que han fortalecido a los partidos leales al Kremlin.
Sistema electoral mixto. Por primera vez desde 2003, los 450 diputados serán elegidos a base de un sistema electoral mixto: 225 por un sistema de listas y 225 en distritos electorales. Sin embargo, en muchos distritos electorales se juntaron zonas urbanas, donde las fuerzas opositoras tienen su feudo, con zonas rurales cuyos habitantes suelen ser fieles a la línea del partido en el poder. Tan solo para ser admitidos, los partidos pequeños se vieron obligados a superar grandes obstáculos burocráticos. "Solo los cuatro partidos más grandes tienen una posibilidad real de superar la barrera del 5% para ocupar escaños en la Duma", considera el politólogo Nikolai Petrov. Esos cuatro partidos son Rusia Unida, el Partido Comunista, el partido Rusia Justa, de la izquierda moderada, y el Partido Liberal-Demócrata, de corte nacionalista. Sin embargo, aunque tienen nombres diferentes, todos estos partidos comparten desde hace varios años su lealtad al Kremlin.
En un país donde es tan fuerte el control de las elecciones desde arriba, los pequeños cambios internos adquieren una gran importancia. ¿Cuáles son las regiones que pueden aportar resultados especialmente buenos para el Kremlin? ¿Existe el peligro de que una parte del electorado se pase al bando comunista en protesta por la mala situación social?
Una encuesta del Centro Levada, un instituto relativamente independiente, causó revuelo a principios de septiembre al reflejar un descenso del apoyo a Rusia Unida de un 39 a un 31% en menos de un mes. Pocos días después, el Ministerio de Justicia catalogó al Centro Levada como "agente extranjero", un calificativo que estigmatiza a organizaciones que reciben dinero del exterior y que complica sus actividades dentro de Rusia.
Ante esta situación, la oposición solo puede esperar ganar unos cuantos mandatos. Además, a los detractores de Putin le faltan figuras atractivas. La oposición rusa está fragmentada: los partidos liberales Yabloko y Parnas no han alcanzado un acuerdo sobre una lista común y sus candidatos han sido objeto de ataques insidiosos.
Al ex primer ministro Mijail Kasianov, que lidera Parnas, le arrojaron pintura en varias ocasiones y lo han desacreditado con la emisión a nivel nacional de un video de contenido sexual. Los pocos medios que están en manos de la oposición han intentado combatir la extendida apatía electoral. "Cada persona que no va a votar dice con esta actitud que está de acuerdo con todo", escribió el bloguero Dmitri Chernyshev.
También el popular escritor Boris Akunin llama a sus compatriotas a acudir a las urnas, pese a todo: "De hecho, las elecciones son una encuesta sobre la postura de la población hacia el régimen actual". Según Akunin, los ciudadanos deberían aprovechar esta encuesta para emitir un voto de desconfianza.
Unos 110 millones de rusos están convocados a votar hoy en las legislativas, en las que el partido del Kremlin, Rusia Unida, es una vez más el gran favorito aunque con una intención de voto inferior a anteriores citas electorales.