Varios manifestantes condenados a muerte por participar en la ola de protestas contra el régimen islámico serían ejecutados en las próximas horas, advirtieron grupos de defensa de los derechos humanos. Teherán ya ejecutó un manifestante la semana pasada, lo que causó una ola de condenas de las naciones democráticas.
Según Amnistía Internacional, Irán se “prepara para ejecutar” a Mahan Sadrat, de 22 años, tras un juicio rápido y “sumamente injusto” durante el cual fue declarado culpable de haber sacado un cuchillo en las manifestaciones, algo que desmintió ante el tribunal. Condenado a muerte el 3 de noviembre, fue trasladado el sábado a la cárcel de Rajai Shahr de Karaj, cerca de Teherán, “lo que hace temer una ejecución inminente”, alertó la ONG. Los traslados siempre preludian las ejecuciones en el régimen carcelario de Irán.
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La temida "policía de la moral" y su accionar represivo desató la ola de protestas, a la que el poder clerical no sabe cómo poner fin.
Irán vive una ola de protestas masivas tras la muerte el 16 de septiembre de Mahsa Amini, una iraní de 22 años fallecida tras ser arrestada por la “policía de la moral”. La muerte de Mahsa desató una ola de protestas que aún continúa. Como la joven, las mujeres jóvenes iraníes repudian la obligatoriedad del velo islámico. El régimen de hecho ha aflojado el rigor que aplicaba la “policía de la morall” desde que tomó el poder en 2021 el actual presidente, el utraconservador clérigo y juez Ebrahim Raisi. Desde que las protestas escalaron y se hicieron nacionales, los temidos policías de la moral con su uniforme verde oscuro se han dejado de ver y muchas mujeres se animan a salir a la calle sin el velo y maquilladas (otra “falta grave”, para el código islámico que aplica el régimen de los ayatolás). Incluso el fiscal general de Irán aseguró la semana pasada que la policía de la moral había sido disuelta, pero esto fue denegado por los medios del oficialismo. Los opositores no tomaron en serio la declaración, considerándola un engaño para aplacar la furia popular, a la que el régimen no le encuentra otra respuesta que redoblar la represión con armas de fuego.
Esta represión extremadamente violenta ha causado al menos 458 muertes en las manifestaciones, según el último balance de la ONG Iran Human Rights (IHR), con sede en Noruega, y al menos 14.000 fueron detenidas, según la ONU.
El jueves pasado, Mohsen Shekari, de 23 años declarado culpable de haber herido a un paramilitar, fue ejecutado. Otras 10 personas fueron condenadas a la pena capital por participar en las manifestaciones. Según IHR, la condena de Shekari fue confirmada por el Tribunal Supremo. “Como los otros condenados a muerte, se le rechazó cualquier acceso a su abogado” durante todo el proceso, lo que invalida todo el proceso. El actor de teatro iraní Hossein Mohammadi, de 26 años, también fue condenado a muerte. Su ejecución es inminente, afirmó el periodista de la BBC Khosro Kalbasi Isfahani en Twitter, y publicó imágenes del artista. Mohammadi es una de las cinco personas condenadas a muerte por un tribunal de Karaj.
Amnistía Internacional denunció que otro manifestante fue sentenciado a muerte y que otro más podría ser ejecutado. Se dictó sentencia a Sahand Nurmohamad-Zadeh, un joven condenado a muerte por “derribar barandillas de carreteras y prender fuego a cestos de basura y neumáticos”. Esa sentencia a muerte fue dictada tras un “simulacro de juicio exprés”, indicó Amnistía. La ONG también advirtió que las autoridades iraníes se preparan para ejecutar al manifestante de 22 años Mahan Sadrat Madani solo un mes después de “un juicio manifiestamente injusto” el 3 de noviembre. El joven fue trasladado a la prisión de Raja’ai Shahr en la ciudad de Karaj, lo que indica que su ejecución es inminente.