Estados Unidos presionó a sus aliados democráticos del G7 para que denuncien públicamente a China por sus practicas de trabajo forzado y persecución a las minorías étnicas. Los líderes del Grupo de los Siete (G7) presentaron además un plan de infraestructuras que busca competir con los esfuerzos de Beijing en los países en desarrollo.
La propuesta forma parte de la creciente campaña de Joe Biden para hacer que los líderes democráticos presenten un frente más unificado para competir con China en este siglo, según altos funcionarios de su gobierno en la cumbre del G7 en un balneario de Inglaterra.
Biden quiere que los líderes del G7 condenen con unanimidad las prácticas de trabajo forzado contra los musulmanes uigures (en la provincia de Xingiang) y otras minorías étnicas en China. El mandatario espera que esta denuncia forme parte del comunicado conjunto final de la cumbre, pero algunos de sus aliados europeos se han mostrado reacios a una ruptura tan drástica con Beijing. La incertidumbre sobre este punto podría alargarse hasta este domingo, cuando finalizará la cumbre de tres días.
Los líderes de las siete naciones eran todo sonrisas y unidad cuando el primer ministro de Gran Bretaña, Boris Johnson, los recibió el viernes sobre la recién rastrillada arena de Carbis Bay, en el sureste de Inglaterra, en el inicio de su primera cumbre desde 2019.
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La del año pasado se canceló por el Covid-19 y la recuperación tras la pandemia del coronavirus está dominando todas las discusiones este. Se espera que los integrantes del G7 _ que también incluye a Canadá, Francia, Alemania, Italia y Japón _ se comprometan a compartir al menos 1.000 millones de vacunas con países que las necesitan en todo el mundo. Pero a los miembros del club del G7 (EEUU, Japón, Canadá, Reino Unido, Francia, Italia y Alemania) se sumaron los presidentes o jefes de gobierno de Sudáfrica y Corea del Sur, entre otros. El mensaje es que el G7 tiene peso propio como para liderar a gran parte del mundo desarrollado y emergente.
China ha tenido un lugar destacado en la reunión. La crítica a las prácticas laborales chinas propuesta por Biden iba a plantearse cuando los aliados presenten un plan de infraestructuras llamado "Reconstruir mejor para el mundo", un nombre que recuerda al lema de campaña del mandatario estadounidense.
El proyecto contempla la inversión de cientos de millones de dólares en colaboración con el sector privado. Está diseñado para competir con la multimillonaria "Iniciativa de la franja y la ruta" china, que lanzó una red de obras y rutas marítimas que ya se extienden por grandes partes del mundo, especialmente en Asia y África. Esta iniciativa suele generar abultadas deudas y somete a las naciones a la influencia de Beijing. Pero a cambio China entrega infraestructuras a países en los que faltan por completo, como es el caso de Africa y gran parte del interior de Asia.
Gran Bretaña quiere también que las democracias del mundo dependan menos del gigante económico asiatico. El gobierno británico apuntó que las discusiones abordarán "cómo podemos dar forma al sistema global para beneficiar a nuestra gente respaldando nuestros valores'', incluyendo incluso la diversificación de las cadenas de suministro que en la actualidad dependen en gran medida de China.
No todas las potencias europeas han visto a China bajo el mismo foco crítico que Biden, que ha presentado la rivalidad entre las dos naciones como la competencia que definirá el siglo XXI. Pero hay indicios de que Europa está dispuesta a aumentar el nivel de escrutinio hacia Beijing. Los niveles de control social y represión que ejerce China sobre su población son impensables en las democracias del G7. A la vez, China parece haber tomado la delantera y el plan de Biden resultaría muy tardío, según analistas de la escena internacional.