“Abogado (aunque es mujer), máster en economía y ciencia política. Administración de negocios”. Así se presenta en su perfil de Linkedin la mendocina María Eleonora Urrutia, la persona designada por el presidente electo para la transición en Educación y quien ocuparía esa secretaría en el nuevo gobierno nacional. Un área degradada que pasará a integrar el Ministerio de Capital Humano a cargo de Sandra Pettovello, junto a Trabajo, Salud y Desarrollo social. Según pudo saber La Capital, la primera reunión de transición iba a realizarse este martes, pero finalmente se postergó con fecha a confirmar.
Fuertemente vinculada a la educación privada argentina y chilena, Urrutia se desempeña como docente e investigadora en la Universidad del Desarrollo en Chile (UDD). Un centro académico fundado en 1990 y reconocido como una usina de ideas neoliberales. Además tiene un máster en economía y ciencia política de la Escuela Superior de Economía y Administración de Empresas (Eseade), una institución educativa que se define en la consigna “una universidad libre como vos”, y es profesora de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Memoria en riesgo
Sus vínculos familiares también pintan un marcado perfil ideológico que ella misma da a conocer a través de sus columnas de opinión en el medio chileno El Líbero y el nacional Infobae. Y es que Urrutia está casada con Hernán Büchi, quien fue ministro de Economía de Chile durante la dictadura de Pinochet, entre los años 1985 y 1989. Un funcionario de alto perfil en el país vecino, reconocido como un Chicago Boys, creador de las AFJP, y privatizador de numerosas empresas públicas, defensor a ultranza —al igual que su esposa— de la ideología del libre mercado. Su relación marital no sería relevante, si no fuera por las declaraciones y reflexiones que Urrutia hace sobre la historia política latinoamericana a través de sus columnas y en sus redes sociales, en las que expone una mirada abiertamente negacionista respecto del terrorismo de Estado ejercido por las dictaduras cívico militares argentina y chilena. Quien por el momento sería la encargada de conducir la secretaría de educación, se explaya sin pudores en su reafirmación de la teoría de los dos demonios y la existencia de una “guerra interna”, que justificaría errores y excesos cometidos por las fuerzas militares.
Un repaso sobre una columna suya publicada en marzo de 2018 en El Líbero da cuenta de ello, y adelanta además, el posible rumbo del área educativa en materia de memoria y derechos humanos. La nota que escribe Urrutia en el medio chileno se titula: “La verdad oficial sobre la última dictadura militar argentina”, y arranca con la expresión “las cosas como son”. En el desarrollo de esta columna, la autora habla de una “pacífica sublevación militar”, y destaca el amplio apoyo partidario y social al golpe de Estado producido en el país en marzo del 76. Dice que la Argentina vivió “una guerra interna y revolucionaria”, y pondera las leyes de obediencia debida, punto final y los indultos menemistas. Sobre las políticas públicas de memoria, verdad y justicia que comenzaron a implementarse en el país desde 2003, dice expresamente: “Al asumir Néstor Kirchner decide reimpulsar estos juicios – por venganza, por armar un relato, por un acuerdo con la extrema izquierda, da igual. El hecho es que estos juicios que estaban cerrados, con el problema solucionado desde punto de vista legal, institucional y constitucional y que habían pacificado al país – con tensiones, pero ningún país sale de una guerra civil sin tensiones – se re abren”
En el mismo artículo, define la nulidad de las leyes de obediencia debida y punto final como mamarracho jurídico, y denuncia la persecución a los militares con la apertura de nuevos juicios, a su criterio, improcedentes. Va un poco mas allá y cuestiona la figura de lesa humanidad por la que se condenó y aún se sigue condenado a quienes ejercieron esos delitos. Y sostiene: “Fue un ataque deliberado y sistemático a Montoneros, al ERP y a organizaciones de menor envergadura. Que ese ataque estuvo mal llevado, con irregularidades graves, con procedimientos inaceptables, etc. no convierte a ese ataque en un delito de lesa humanidad porque no fue ataque a población civil sino a población combatiente. El gobierno militar cometió errores y horrores en el marco de la guerra civil desatada por el terrorismo marxista, pero en absoluto estos fueron en la proporción ni en la dimensión que pretenden endilgarles sus enemigos”.
Desde estas ideas donde se niega abiertamente el Terrorismo de Estado y confluyen conceptos como guerra interna, excesos e irregularidades, cabe preguntarse que sucederá con los avances realizados en materia de pedagogía de la memoria, y más aun, ¿habrá que volver a debatir lo ya debatido?
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Los Tribunales Federales de Rosario, escenario de audiencias de juicios por delitos de lesa humanidad.
Antifeminista
Otro de los ejes donde la educación argentina avanzó a paso lento en los últimos años, también viene a ponerse en cuestión desde la mirada de quien sería la nueva secretaria de Educación. Se trata de la educación sexual integral (ESI), nacida hace 16 años de la ley 26150, que se esfuerza por hacer pie en las escuelas con la meta de garantizar mas derechos, favorecer la igualdad y el respeto a las diversidades.
En sus declaraciones, Urrutia se define como mujer antifeminista, niega la existencia de una sociedad patriarcal y cuestiona fuertemente la ideología de género. En uno de sus videos de Tik Tok, interpela: ¿Para qué sirve instalar la idea de que existe una brecha salarial entre el hombre y la mujer? En breves minutos, la docente despliega un relato que pretende tirar por tierra los reclamos del movimiento feminista. Si bien dice aceptar al feminismo de la primera ola, al que reconoce haber logrado la igualdad ante la ley de hombres y mujeres, desprecia el actual movimiento feminista y sus luchas. Y dice expresamente: “Ellas no quieren igualdad ante la ley, ellas quieren desigualdad, apalancarse en el Estado y obtener privilegios, ventajas y prebendas, que por mérito propio, estudio o currículum, no conseguirían. Así crean en la Argentina el Ministerio de la Mujer, usan la ideología de la tribu mujer para acceder a cargos públicos. (…). la verdad es que las mujeres no somos víctimas, no necesitamos la tutela del Estado. (...) Lo que necesitamos es que la sociedad evolucione, sigamos avanzando, que culturalmente se acepten las diferencias que tenemos entre hombre y mujeres, y cada uno ejercer el rol que elije y quiere en la sociedad”.
Entre otros artículos, en una de sus columnas de El líbero sostuvo abiertamente: “La idea de que vivimos en una sociedad patriarcal, con una clara dominación masculina en la repartición de la riqueza y el capital, y donde las mujeres hacen el trabajo sin paga, está sesgada hacia una diminuta proporción de hombres súper exitosos que se extrapola para representar la estructura completa de la sociedad”
Desde esta perspectiva no es difícil inferir una ESI en riesgo. Si amplios sectores de la docencia vienen reclamando por la profundización de una ESI desde una perspectiva de respeto a los derechos humanos, mas realista y adaptada al presente de las infancias y adolescencias, el panorama que parece avecinarse parece poco favorable de avanzar al respecto.