Tremenda emoción le regalaron los chicos de la Escuela Nuestra Señora de Itatí al ex soldado combatiente de Malvinas Claudio Petruzzi cuando descubrieron un mural del Centro de Estudiantes que votó llevar su nombre. "Lo elegimos porque usted es para nosotros un ejemplo a seguir", le dijeron y corrieron las lágrimas. Fue el jueves pasado en la escuela de barrio Las Flores. Lo habían invitado a dar una charla y lo terminaron sorprendiendo con este homenaje.
La puerta del salón de 4º año se abre y ya está en plena conversación Claudio Petruzzi, junto a otros ex combatientes que lo acompañan: Eleuterio Cardozo, Daniel Castillo y Julio Más. Comparte los sueños que tenía cuando pasaba por la misma edad de los alumnos que tiene frente a él. Cuando era un adolescente recién llegado desde Monte Maíz (provincia de Córdoba) a jugar en las inferiores de Rosario Central y terminar la secundaria en la Escuela Normal Nº 3. Hasta que lo llamaron para que se presente en el servicio militar obligatorio.
Un respetuoso silencio de los estudiantes recoge el relato de Petruzzi cuando detalla cómo llegó a Puerto Argentino, donde tuvo que hacer de camillero, atender heridos, sin saber nada de esas tareas. También lo que significaba soportar los bombardeos aéreos y navales. "Ese ruido te volaba la cabeza", describe y recuerda a tantos jóvenes que sobrevivieron a la guerra pero que poco o nada pudieron recuperarse de aquella tragedia.
El relato de Claudio es de memoria, solidaridad y optimismo. Al regreso de Malvinas estudió medicina y se especializó en pediatría. Hoy está a cargo del área de neonatología del Hospital Eva Perón de Granadero Baigorria. "Fue una apuesta a la vida. Elegí estar con esos bebés que necesitan de cuidados intensivos", confiesa sobre una vocación en la que considera seguramente tuvo que ver lo que vivió en 1982.
Médico. En su crónica de vida no olvida contarles a los chicos cómo la dictadura se reflejaba en todos los ámbitos. "Cuando entré a medicina había cupo de ingreso, no era para todos. Por eso hay que valorar la universidad pública, gratuita y abierta que hoy tenemos", reflexiona quien siempre alude a una infancia y juventud sencilla y humilde, donde había que hacerle frente al día a día.
Cada tanto alguno de los compañeros aporta un nombre, un recuerdo, una señal de los años vividos al final de la dictadura cívico militar y los inicios de la democracia. Las dificultades para superar las consecuencias de Malvinas y contenerse en el regreso.
Pero son los chicos de la Escuela Itatí quienes esta vez eligen recoger esa historia. De la charla que se da en el salón de clases invitan a los ex combatientes a participar de un acto previsto para descubrir el mural del Centro de Estudiantes pintado en el patio escolar. Están los alumnos de la Itatí, profesores y el director Marcos Zencic quien valora la presencia de los ex soldados de Malvinas. Además, un grupo representativo del Centro de Estudiantes del Colegio San Antonio, que el año pasado también decidió bautizarse con el nombre del ex combatiente "Julio Más".
Día de la Juventud. Son casi las 11.30 de la mañana. Un sol espléndido acompaña cada palabra y lo que se viene. El mural está tapado casi en su totalidad con una tela azul, igual se asoman los colores. La profesora Nerina Barraza abre el acto mencionando el Día Nacional de la Juventud que se conmemora cada 16 de septiembre para recordar la "Noche de los lápices", en la que fueron secuestrados y asesinados 10 estudiantes secundarios de La Plata en 1976 (cuatro de ellos lograron sobrevivir a las torturas). Una fecha instituida en 2006 por el entonces presidente Néstor Kirchner.
"Eran chicos que tenían entre 14 y 17 años que reclamaban por sus derechos. La mejor manera de recordarlos es celebrando la democracia sin miedos", invita la profesora Nerina.
La invitación la toma enseguida la presidenta del Centro de Estudiantes de la Escuela Itatí, Agustina Muñoz. Repasa las leyes nacional y provincial que avalan el funcionamiento de la organización que preside y tal como subraya "amplía derechos" a los jóvenes. Continúa y mientras mira y dirige sus palabras a Petruzzi, un grupo de compañeros destapa el mural que lleva el nombre del ex combatiente. La sorpresa es mayúscula, pero más cuando a la escena se suman los hijos, la esposa y los padres del honrado.
Hay un abrazo infinito en la familia, acompañado por los aplausos de los chicos. Todos ríen. También hay lágrimas. Agustina retoma el acto y le dice que la decisión del Centro de Estudiantes de llamarse "Claudio Petruzzi" es porque a él lo consideran "un ejemplo a seguir". Repuesto del asombro agradece el gesto y lo define como "una recompensa muy grande después de tanto horror". "Cada uno de nosotros tiene una historia diferente para contar sobre Malvinas, en realidad lo que necesitábamos era poder hablar, estar con los seres queridos", reflexiona para todos.
Una vez más habla de la decisión que tomaron los estudiantes como "una recompensa que no tiene palabras". "Mi mensaje es no cerrar nunca las puertas, dejarlas abiertas para llevar una vida digna", propone y da las gracias por contar con sus compañeros, familia, pareja y los hijos.
También habla de la felicidad de tener a sus padres, quienes lo siguen de cerca en su relato, orgullosos. Esos padres que un día se enteraron que estaba en la guerra y esperaron cada minuto tener una señal que les dijera que estaba vivo.
Valor de Escuela. Petruzzi es generoso y agradecido. No olvida apreciar a la escuela como una institución que siempre supo contener a los ex soldados combatientes: "Cuando regresé me ayudó muchísimo estar con los chicos y los docentes, sentir esa compañía".
Desde el jueves pasado en la escuela de Flor de Nácar al 7000, la que fundó hace poco más de 40 años el padre Santiago Mac Guire, se sumó este mural pintado sobre una de las paredes del patio. Hay un Martín Fierro acompañado de un gran mate.
También lápices de la memoria, con la inscripción "Nunca más". Hormigas pintadas por todos lados simbolizando la presencia de Pocho Lepratti, otro de los nombres que contemplaron los chicos para llamar a su centro. Los verbos "promover", "amar", "unir" y "participar", entre otros estampados en grandes letras plateadas. Una frase del poeta y héroe cubano José Martí que define lo que en ese momento protagonizan esos adolescentes: "Educar es elevar al hombre al nivel de su tiempo". Y el nombre "Claudio Petruzzi".