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Pero en las aulas la utilización de penes de madera o vulvas de tela no son novedad. Incluso antes de contar con estas herramientas, los y las docentes han puesto en juego su creatividad para cumplir con la ley de ESI, vigente desde hace 15 años, pero cuya implementación es aún dispar en las escuelas. Mariana, Hernán, Carina y Andrea dan clases en escuelas de Rosario y Granadero Baigorria y no solo dan su opinión sobre este debate, sino que recuerdan qué contenidos de educación sexual tuvieron cuando eran estudiantes. Se remontan a su autobiografía escolar y cuentan sobre las películas, las charlas de Johnson & Johnson y los aprendizajes en el patio de la escuela.
Mariana dicen que si bien la foto que posteó es de 2015, en las escuelas trabaja desde mucho antes con estos contenidos. Recuerda el día que un colega suyo, profesor de lengua, entró al salón donde estaba Mariana con sus alumnos y se sorprendió de buena manera al ver que todo el curso estaba de pie, con los bancos dados vuelta, colocando preservativos a las patas de las sillas. “Son prácticas comunes que hacemos en las escuelas desde hace añares. Por eso no puedo entender a la gente con este debate que se armó, porque estamos hablando del cuidado del cuerpo y la salud, y de una forma de garantizar derechos", afirma.
La docente de Baigorria hizo la primaria en la Escuela Nº 68 Leandro Alem y de aquellos años hay una imagen que conserva nítida. Ella estaba en 4º o 5º grado y vio cómo un nene de primero se cayó en el patio, se golpeó la cabeza y se largó a llorar. La maestra lo llevó al baño para mojarle el golpe. “Metida como siempre —dice Mariana— me acerqué y le dije «no llores, ¿no cierto señorita que no tiene que llorar, que los varones no lloran?. La maestra me interpeló y me dijo «sí, ¿cómo no va a llorar si es un persona y tiene sentimientos?”. Ese día sintió un cimbronazo que lo recuerda hasta el día de hoy. Un golpe a ciertos postulados machistas que empezaban a crujir. Ya en séptimo grado recuerda una charla de Johnson y Johnson de la que participaron solo las nenas y les pasaron un video sobre cómo era la menstruación. “Todo era en torno al cuerpo de la mujer y con un fin biologicista, no se hablaba de pene y del cuidado del cuerpo. Por eso me gusta resaltar que todas las personas hemos transitado educación sexual en las escuelas, porque cuando a vos te marcan el largo de la pollera, si podés usar aros o cómo te tenés que sentar o parar están trabajando educación sexual, aunque no sea integral”, reflexiona.
Hoy como educadora, para la profesora de Baigorria es clave trabajar la ESI todo lo que se pueda, sobre todo de forma transversal. “Creo que hoy la herramienta es lo transdisciplinar, porque lo que tiene de bueno es que se pude dar ESI y perspectiva de género hablando de Olympe de Gouges mientras se enseña Revolución Francesa”, ejemplifica. Por eso considera fundamental que los equipos directivos respalden y brinden las herramientas necesarias, para evitar que queden como experiencias aisladas.
De películas y aprendizajes
Cuando era chico Hernán Allo fue al colegio San Carlos, de San Lorenzo. Terminó la secundaria en el 94, cuando la temática del VIH Sida estaba muy presente en la agenda pública. Lo menciona porque si tiene que rastrear su ESI —”que por acción u omisión siempre hay”, aclara— recuerda charlas organizadas por la fundación de un banco donde mostraban videos de personas con crueles marcas de esta enfermedad en sus cuerpos. También videos con fuertes imágenes en contra del aborto. Pero también destaca que la escuela supo acompañar a una alumna que quedó embarazada, respetando sus tiempos y ausencias cuando debía amamantar.
“También me acuerdo que en las clases de biología se hablaba de eso, sobre todo cuando llegaba la parte del aparato reproductor. Hoy yo lo tomo como educación sexual, en ese momento no”, dice Hernán, docente de historia y vicedirector de la Técnica Nº 550 de Baigorria. Como flashes de este tipo de aprendizajes menciona la vez que vieron la película sobre el femicidio de María Soledad Morales y el debate posterior sobre la violación y los abusos de los aparatos del poder. También el beso entre sor Juana y la mujer del virrey en el filme Yo, la peor de todas (de María Luisa Bemberg). O ese profe de derecho que antes de darle play a Expreso de medianoche les dijo: «Si se ríen en un momento de la película que yo sé les pongo un uno». Se refería a las escenas de violación en una cárcel de Estambul.
Como docente y vicedirector, Hernán apuesta a pensar a la ESI como un espacio transversal, que atraviese lo que pasa en las aulas y en el patio, y sobre todo con instancias de escucha a chicas y chicos. “Hay que entender —dice Allo— que están en un proceso de aprendizaje y vienen de familias con historias, tradiciones y religiones muy distintas, por eso hay que escucharlos, porque si uno desvaloriza eso lleva al silencio”. Hacia el interior de la escuela, dice que la intención es trabajar el tema desde un lugar lo más amplio posible, más allá de lo reproductivo. Por eso también pone el foco en lo micro, en lo cotidiano, lo que se naturaliza desde la ropa hasta las masculinidades. “Para eso —cuenta— trato de que salgan de lo políticamente correcto, prefiero que se vayan al barro y pensar desde esa situación qué pasa con alumnos y con los profesores, porque nosotros también vamos tratando de escuchar y aprender de los docentes que están más formados, como Mariana Rossi y Analía Roberts”.
De Mariana Rossi es que Hernán aprendió la técnica de los bancos patas para arriba para la clase de educación sexual. “Las pibas la tienen más clara, porque no les da vergüenza”, apunta. Desde hace un tiempo en la escuela hay un pene de madera y una vulva de tela para el docente que necesite usarla. Cerca de la escuela hay un centro de salud que cuenta con esas herramientas.
“Lo de la ESI es mucho más amplio que un pene de madera, se ve desde lo que pasa en las filas de la escuela hasta lo que expresan las bromas”, afirma. Destaca también que el año pasado estudiantes de las tres secundarias de Baigorria participaron de una capacitación en temas de ESI y después ellos capacitaron a sus docentes. Además el municipio distribuyó en las escuelas cinco libros con abordaje en la diversidad y las disidencias. Estas y otras experiencias son para el docente muestras de que el abordaje debe ser colectivo, trabajando en conjunto entre la escuela y otras instituciones.
Toda educación es sexual
Carina Trivisonno es directora de la Escuela Nº 90, repasa su autobiografía escolar y confirma que aunque no tuvo ESI sí tuvo educación sexual, “porque como dice Graciela Morgade, toda educación es sexual”. La docente hizo la primaria y la secundaria en una escuela católica de San Lorenzo, donde recibió una educación signada por la represión y los silencios. “Éramos todas mujeres, así que estaba muy pautado lo que era adecuadamente femenino y lo que se esperaba de nosotras como mujeres”, recuerda. Carina recorre anécdotas de aquellos tiempos donde se impartía una educación sexual “normalizadora”. En 4º y 5º año de la secundaria tuvo una materia que se llamaba vida cristiana, dictada por un cura que cuando entraba al salón las señalaba con el dedo y les preguntaba si aún eran vírgenes. “Este cura abordaba el tema de las enfermedades venéreas así que trabajaba mucho con el miedo, la solución para evitarlas era no tener relaciones sexuales. Otro tema que lo ocupaba era la masturbación, decía que traía enfermedades físicas, como la ceguera. En ese momento nos divertíamos porque era una forma de hablar de sexo”, cuenta. Recién en 5º año tuvo como materia educación para la salud, donde se abordaba la educación sexual desde un enfoque puramente biologicista, se estudiaba el aparato reproductor y las enfermedades de transmisión sexual.
Actualmente como directora, Trivisonno cuenta que la ESI atraviesa el proyecto institucional de la escuela que conduce. El cambio de nombre de la escuela a María Remedios del Valle tiene que ver justamente con la aplicación de la perspectiva de género en el currículum escolar. En la escuela de Córdoba 3845, la ESI se aborda desde el diseño curricular que viene pautado por Nación desde el 2008, donde también están planteados los contenidos articulados con las distintas áreas. “La ESI tiene una doble aplicación, una es transversal y otra que tiene un tratamiento específico, porque hay temas que están sistematizados, por ejemplo en el primer ciclo el abordaje de las configuraciones familiares”, explica. Destaca que la ESI también se aplica en el tratamiento de temas emergentes, como cuando se producen actitudes abusivas de los chicos más grandes hacia los más pequeños, y es necesario trabajar el tema de las masculinidades, un contenido que ya está planteado pero que se aborda en función de ese emergente.
Respecto del debate por la compra de penes de madera, Trivisonno lo define como anacrónico, pero afirma que no la sorprende porque se trata de sectores conservadores ligados a las iglesias que siempre están alertas y saltan cuando la ESI hace ruido. “En el 2018 tuvimos la embestida de «con mis hijos no te metas», ahora tenemos la embestida contra el lenguaje inclusivo que los irrita. La ESI sigue marchando en las escuelas, pero cuando se hace visible para el afuera ciertos sectores saltan, por pánico moral, pánico sexual, es una postura anti sexo bajo la concepción de que el sexo es peligroso y de que hay que taparlo”, sostiene.
La directora afirma que este no es un tema nuevo. Se trata de kits para abordar las infecciones de transmisión sexual y están en las escuelas desde hace años, ya desde el 2008 cuando comenzaron las capacitaciones y la distribución de materiales para trabajar en las aulas. Trivisonno considera que hay que ir por más y avanzar hacia una nueva ley de ESI: “La ley de 2006 ya nos quedó corta porque hay legislación posterior como matrimonio igualitario, de identidad de género, ley Micaela y el cupo laboral trans. En Santa Fe tenemos un proyecto fabuloso que el año pasado tuvo su media sanción en Diputados, con una focalización en el tema de género, diversidad sexual y derechos humanos que rompe con las perspectiva binaria, que es lo característico de la ESI vigente y que hay que cambiar. Es un proyecto que por primera vez habla del derecho al placer sexual y rompe con el mandato procreativo de la sexualidad. Un proyecto que hoy espera en el Senado y por el que tenemos que luchar”.
La docente de educación especial Andrea Giusti también se animó a hacer memoria y se refirió a su experiencia escolar de infancia y adolescencia respecto a la educación sexual: “No tuve educación sexual en la escuela, primero cursé en una escuela rural y luego en Rosario en una católica durante la dictadura. Cuando hice el secundario, solo en biología hablábamos de órganos reproductores de animales”, recuerda.
Giusti, que trabaja en la Escuela Santa María y Padre Contardi, cuenta que en su ejercicio docente aborda la ESI con sus alumnos porque siente que fue algo pendiente en su historia. “Y porque además —dice— desde la discapacidad creo que debe ser abordada como un derecho”. Trata de trabajarla desde todos los lugares posibles y de distintos modos. “Desde el teatro, la filosofía y desde cada espacio que transitamos, donde hacemos referencia a la perspectiva de género, a la no violencia y a no tratarlos como eternos niños y niñas, desde allí es el abordaje”, explica.
Además sostiene que si se reduce la ESI a los penes de madera se estaría errando el camino, el abordaje y la mirada: “Si hacemos eso dejamos de hablar de derechos para hablar de un simple pene de madera y me parece que ese no es el debate. Estaríamos poniendo el foco en otro lugar y no en lo integral, porque la ESI no se reduce a los órganos sexuales”.
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