El brutal crimen de un mecánico de 28 años movilizó ayer a más de cien vecinos
de Tostado que reclamaron Justicia frente a los tribunales locales, cuando estaba prevista la
indagatoria de un empleado ferroviario acusado de asesinar por celos a Diego Edgardo Gorobés. El
cuerpo del muchacho apareció atado, con un profundo golpe en la cabeza y signos de haber sido
estrangulado, encapsulado entre dos tachos de 200 litros en la estación de trenes.
La marcha fue convocada por familiares de Gorobés, quien trabajaba como empleado
de una estación de servicios y tenía un taller mecánico en su casa del barrio Oeste, donde vivía
con su madre. El joven desapareció el pasado sábado 20 de diciembre y al día siguiente sus
familiares lo encontraron en la estación local de trenes.
Ese mismo día quedó detenido Luis R., de 28 años, quien confesó ante la policía
pero se abstuvo de declarar ante el juez Julio César Clementín. En su admisión policial, según
familiares del mecánico, sostuvo que lo mató porque sospechó que mantenía una relación con su ex
novia Valeria L., de 24 años. La joven también fue detenida bajo sospecha de haber tenido algún
grado de participación en el caso. Sus familiares se unieron ayer a la manifestación frente al
juzgado de Instrucción Nº 15 para reclamar su libertad. Por la tarde fue excarcelada.
Diego Gorobés era el cuarto de siete hermanos, estaba separado y tenía tres
hijas de 7, 4 y 2 años. Integraba una familia apasionada por las carreras de TC. Cerca de las 16
del sábado 20 se fue de su casa en bicicleta y no regresó. Al día siguiente sus familiares
denunciaron su desaparición y comenzaron a buscarlo intensamente. Su hermano Sergio, de 33 años,
contó que alrededor de las 10 de ese día se acercó a su casa Valeria y le comentó que su ex novio
Luis "podía saber algo".
Búsqueda desesperada."A las 11 fuimos tres hermanos y un sobrino a hablar con
este muchacho que es jefe de turno en la estación. Se puso muy nervioso, nos dijo que no podíamos
revisar nada y empezó a entrar en contradicciones", dijo Sergio a este diario. Entonces R. fue
demorado en una comisaría, pero ante la falta de evidencias lo soltaron. A las 14, ante un nuevo
reclamo de los parientes del mecánico, R. volvió a quedar demorado pero una vez más recuperó la
libertad.
Los familiares exigieron un allanamiento de la estación, pero los policías les
dijeron que no podían entrar porque es de jurisdicción federal. "A las 18.30 decidimos entrar por
la fuerza. En el armario de un baño encontramos la bicicleta de Diego (una playera roja), parada y
tapada con chapas y gomas. Fue un indicio que nos desesperó", recordó Sergio, quien participó de la
angustiosa requisa junto a unas veinte personas.
Cuando ya habían revisado galpones, fosas y hasta un aljibe, uno de los hermanos
de Diego decidió romper una ventana de la única habitación que quedaba por examinar: un viejo
vestidor en desuso. "Estaba oscuro, lloviznaba —continuó Sergio—. Con una linterna mi
hermano Gustavo buscó entre la mugre hasta que, en medio de dos tachos de aceite volcados y unidos
por la boca, vio el cinturón de Diego. Empezó a gritar y rompimos la puerta a patadas".
El cuerpo del muchacho estaba escondido entre los dos tachos, atado con alambres
en las manos e hilos en los pies. Tenía la cabeza destrozada y signos de haber sido estrangulado.
Entonces R. fue detenido por tercera vez y a las 4 de la madrugada, según Sergio, confesó que había
matado a Diego por celos y ante la sospecha de que el mecánico salía con su ex.
Confesión.El empleado ferroviario reveló que diez días antes lo había citado
para que le arreglara una moto con intenciones de matarlo. "Lo iba a degollar ahí, pero le sonó el
celular y no pudo", reprodujo Sergio. Según la confesión policial del imputado, el sábado 20 volvió
a citarlo mediante engaños y a las 15.45 lo golpeó tres veces en la cabeza con una llave de cinco
kilos que se usa para accionar los frenos de los trenes. Que luego lo ató porque "se movía" y
finalmente lo asfixió con una tabla. Según la autopsia, Gorobés murió a causa del primer golpe, que
le causó desprendimiento de masa encefálica.
"Luis declaró que lo iba a tirar en un tren carguero, pero no pudo porque esa
noche hubo una despedida en la plazoleta frente a la estación. Incluso hizo llamadas desde el
celular de mi hermano para saber a qué hora iban a pasar los cargueros por Tostado", detalló
Sergio.
"Sabía que mi hermano y Valeria eran amigos, pero ella niega que tuvieran una
relación de novios y dice que Luis la tenía amenazada. Yo a este muchacho lo conocía muy bien y
hasta hoy no puedo creer lo que pasó", dijo consternado el hermano de la víctima.