El edificio en construcción de Zeballos al 1000 está volviendo locos a casi todos los vecinos. Se salvan sólo algunos con problemas de audición. Los gritos de los nobles y queridos albañiles son realmente insoportables. Se solicitan materiales del piso décimo a la planta baja y se entera hasta el jefe de mantenimiento del césped de la cancha de Newell´s. Por supuesto que también utilizan malas palabras cuando los gritos no son respondidos inmediatamente por los destinatarios. Por lo tanto hay que explicarles a las criaturas que esas cosas no se dicen y que por favor no las repitan en la escuela porque no las aprenden en casa sino en la torre que nos dejó sin sol de tarde y para siempre. Los martillazos y el sonido de la sierra despiertan a los vecinos y son mucho más efectivos que la diana de la extinta colimba. En pleno siglo XXI me parece que cuando están construyendo estos malditos gallineros de lujo, algún concejal podría implementar alguna norma que obligue a los responsables a colocar un sistema de comunicación entre los trabajadores por medio de celulares, de teléfonos inalámbricos o con cable tipo portero eléctrico. De esta manera se terminaría con los insoportables gritos, insultos y cargadas que empeoran notablemente la calidad de vida de los sufridos vecinos de distintas construcciones que tienen la desdicha de tener que soportarlos por espacio de un par de años.