Luego de una gran cantidad de conciertos líricos a los que pude asistir en mi querido país y, afortunadamente, en el exterior, me permito reflexionar sobre la gala lírica realizada en el teatro El Círculo el pasado 16 de octubre. En primera instancia, deseo resaltar el excelente trabajo del director Russo. En segundo término, confieso el estremecimiento generado en mí al ser receptora de la voz de la soprano Marina Silva, sólida, transparente y con una dulzura imposible de adjetivar con palabras; de la soprano Anabella Carnevali, digna de ser admirada hasta por el mismísimo Verdi y de la soprano Leonora Del Río con su profesionalismo más que evidente. El tenor Antonio Russo, si bien en algunos fragmentos correcto, no obtuvo una certera afinación y algunas tomas y finalizaciones de notas sonaron con un leve tinte poco grácil. Lamentablemente, algunos puntos no confirieron lo que merecía. Considero imperdonable que la última nota a cargo del cello solista y constituyente del culmen de la obra haya sido completamente desafinada, evento aún más agravante sabiendo el papel que representaba. El resto de la orquesta obtuvo momentos de mucha sensibilidad y agrado si bien fueron alternantes con algunos destiempos y desafinaciones no del todo gratos al aparato auditivo. El coro obtuvo momentos respetables, aunque lamentablemente fueron los menos; podría decirse que su desempeño estuvo en la media inferior de los coros de ópera aficionados. Con gran sorpresa y asombro pude constatar que algunos integrantes del mismo aplaudían al finalizar el concierto mientras que la mayoría no lo hacía. Esto enfatizó aún más el desalineo con el que ingresaron al escenario y egresaron del mismo. Sólo basta con ver cualquier filmación de alguna ópera ó concierto lírico efectuado en un marco de seriedad y sobriedad para constatar que los aplausos por parte del coro jamás existen ni deberían existir. Esto quita seriedad al espectáculo y habla de la imperiosa necesidad de modificar algunos aspectos protocolares por parte del director del coro, sumados a otros aspectos netamente musicales que inevitablemente deben ser modificados; más aún cuando el coro tuvo indudablemente mejores momentos artísticos-musicales, por ejemplo con la ópera "Otello" realizada en el mismo teatro no muchos años atrás. En definitiva, tuve la sensación de una noche basada fuertemente en el eclecticismo, en donde la excelencia de la mayoría de los solistas y del director de orquesta se hallaron entremezclados y hasta opacados con errores de algunos instrumentistas y del accionar conductal y vocal del coro. Solicito a la Opera de Rosario que mantenga el nivel al que nos tienen acostumbrados, petición basada en la lamentable noticia de su inestabilidad económica que peligra la continuidad de sus actividades. De esta forma podrán efectuar la contratación de personal verdaderamente capacitado para evitar las falencias referidas.