El maestro Augusto Mercau, hijo dilecto de San Luis, falleció el pasado 5 de abril a los 103 años. Maestro de ética, ilustre, ícono y orgullo de la medicina argentina ha desaparecido físicamente de este mundo. Renunció a fortunas ofrecidas en EEUU a fin de regresar a su patria a volcar en su país la excelencia lograda en las universidades extranjeras tal cual lo hiciera el ilustre médico rural, como prefería que lo recordaran, René Favaloro. De mi maestro y amigo relataré dos episodios que me tocó vivir. El primero: fui a ver a mi maestro a su taller de San Luis 751, refiriéndole que tenía una paciente con problemas que no podía visitarlo, no podía trasladarse. No envió ningún colaborador, fue él en persona, no cobró honorarios y le envió los medicamentos necesarios. El segundo me tocó íntimamente. Año 2006, a raíz de un problema que me aquejaba e imposibilitado de ir a su consultorio, lo consulté telefonicamente, indicándole que me enviara al hijo, Augusto, dermatólogo también. Al día siguiente con sus 97 años, subió los 30 escalones de casa para examinarme, haciendo el correcto diagnóstico. Entre mis afectos guardo la publicación Sociales de La Capital donde en tapa se aprecia la fotografía del ilustre puntano bajo el título "Más allá de la piel". Qué lindo sería que el decano de la prensa reeditara aunque más no sea un resumen de esa hermosa publicación. Maestro Augusto Mercau, usted vivirá en los corazones de sus alumnos, amigos y pacientes. Merece un descanso eterno.