Un taxista aseguró que la tarde en que Angeles Rawson fue asesinada llevó al portero Jorge Mangeri hasta el predio del Ceamse en Colegiales (donde finalmente apareció el cadáver), con dos bolsas de consorcio que cargó en el baúl de su auto y que, al llegar, el contenido de una de ellas se movió y el encargado le dijo que se trataba de un perro atropellado.
En tanto, detectives de la división homicidios de la Policía Federal remitieron al cuerpo médico forense dos muestras de rastros biológicos encontrados el lunes a la noche, mediante el uso de la luz ultravioleta, en el departamento de Mangeri, para analizar si pertenecen a la víctima.
Los peritos intentarán determinar si ese rastro acredita que Angeles estuvo antes de morir en la vivienda que habita el portero, lo que podría complicar aún más al único detenido que tiene la causa.
El taxista, de 35 años y padre de tres hijos, que se presentó como testigo ante el juez de instrucción Javier Ríos, contó que no lo había hecho antes por temor. Declaró durante más de seis horas y entre otras cuestiones, precisó que Mangeri subió a su auto a las 14,30 del lunes 10 de junio.
Señaló que cuando ambos llegaron al Ceamse la entrada estaba prohibida pero el portero se bajó, habló con un empleado, dejaron pasar el auto y lo pusieron de culata. Tras abrir el baúl y descargar las bolsas, una se movió. Mangeri les dijo que se trataba de un perro atropellado, pidió una maza y lo golpeó.
El chofer. Al volante de un taxi Volkswagen Polo, el conductor dijo en los Tribunales que recordó por primera vez lo que le había ocurrido al ver al día siguiente, martes 11 de junio (día del hallazgo del cadáver), las imágenes por televisión. Y que se lo contó a su familia.
Su relato se cumplió ante el juez de instrucción Ríos y también frente a la fiscal María Paula Asaro, y en presencia del abogado Pablo Lanusse, quien representa a la querella del padre de la víctima, Franklin Rawson.
Acompañado por su abogado, Roberto Casorla Yalet, declaró que el día en que desapareció la joven, Mangeri se subió a su taxi en la puerta del edificio de calle Ravignani 2360. El portero le dijo que tenía que cargar dos bolsas para llevar hasta el Ceamse, en Colegiales, una más pesada que la otra.
Si bien explicó que él no quería hacer el viaje, el pasajero le ofreció poner un plástico en el baúl para no ensuciarlo, a lo que finalmente accedió.
Las dos bolsas de residuos eran "grandes y pesadas, de color negro" y según el testimonio del testigo, Mangeri le tuvo que pedir ayuda a unos chicos que pasaban por el lugar para cargarlas.
El taxista contó que, al llegar al predio del Ceamse, detuvo la marcha, pero el pasajero lo hizo entrar a pesar de que el acceso está prohibido.
En ese momento, salió al cruce un empleado de seguridad, pero el pasajero se bajó y comenzó a conversar con éste, tras lo cual le hicieron poner el auto de culata y abrió el baúl para descargar las bolsas.
En ese momento, según contó el taxista, el contenido de una de esas bolsas se movió y Mangeri le dijo que se trataba de un perro atropellado, tras lo cual le pidió a los empleados del Ceamse algo para golpearlo.
"Le trajeron una maza, de mango corto pero de martillo grande. Mangeri lo garroteó", dijo el taxista a los investigadores.
Luego relató que el portero arrastró las bolsas y las arrojó en un contenedor cercano.
Agregó que posteriormente el pasajero le entregó dinero a quienes lo ayudaron y solicitó al taxista que lo llevara nuevamente hasta la esquina de Ravignani al 2300.
El testigo señaló que el baúl de su auto había quedado manchado con sangre, pero que lo lavó.
El auto Polo fue entregado ayer a los investigadores y peritos de la Policía Científica comenzaron a trabajar en busca de rastros.
Fuentes judiciales dijeron que el testigo sería convocado nuevamente por el juez Ríos y la fiscal Asaro para continuar con su testimonio.
El abogado Casorla Yalet, que acompañó al testigo, dijo que "él sabe que si miente puede ir preso durante muchos años".
Mujer imputada. En otro orden, la mujer que había afirmado que el día del crimen escuchó en la planta baja del edificio una discusión entre Angeles, su madre y el padrastro y que luego un funcionario pasó a ofrecer dinero para callar a los vecinos, quedó ayer imputada por falso testimonio.
La mujer declaró ante el juez Ríos, pero ante sucesivas contradicciones en que incurrió el magistrado interrumpió la testimonial y le notificó que quedaba imputada por falso testimonio.
La pista aportada por la mujer fue la que originó el operativo que desplegó el juez el jueves pasado, cuando ordenó a la Policía Metropolitana el traslado de todos los vecinos de Ravignani 2360 para declarar en Tribunales.
Esta testigo llegó a la causa a partir de la grabación de un diálogo telefónico que un periodista le hizo llegar al abogado querellante Pablo Lanusse.
En ese diálogo, la mujer le contaba a una productora de televisión que ella tenía un departamento en el edificio y que el día del crimen había escuchado desde el segundo piso una discusión en la planta baja donde vivía Angeles.
La mujer afirmaba que la adolescente de 16 años discutía fuertemente en el hall de la entrada del edificio con su madre, María Elena Aduriz, y su padrastro, Sergio Opatowski, porque éste presuntamente abusaba de ella.
"Si este chofer llegara a fabular..."
Jorge Mancini, secretario gremial de la Ceamse (Coordinadora Ecológica de Capital Federal) dijo que lo declarado por el taxista "le parece inverosímil" ya que "no se puede tirar basura en el predio de manera particular". "Si este muchacho (por el taxista) llegara a fabular tendría que ser ahijado de algún investigador porque está dando una gran precisión" a través de su relato, ironizó el gremialista.