"Era querido por todos lados. El siempre me decía que se quería ir a vivir a Sanford porque es más tranquilo. Odiaba las peleas y las injusticias". Los padres de Brandon Cardozo, de 16 años, no encuentran explicación a la muerte de su hijo. Ayer estuvieron presentes en la audiencia donde un policía de la Brigada Motorizada de la Unidad Regional II quedó imputado y en prisión preventiva como el principal sospechoso de haber disparado el arma que le quitó la vida al adolescente, el 1º de enero en un fiesta callejera en Entre Ríos y Centenario.
En un edificio casi desierto por la feria judicial pero regado de la angustia que surge en cada conflicto violento que marca el pulso de la ciudad, se realizó en los Tribunales provinciales la audiencia imputativa contra Emiliano Martín G., de 26 años, el policía señalado por testigos como quien mató a Brandon luego de disparar su arma reglamentaria el viernes pasado a las 4.50 de la madrugada mientras estaba en la zona y franco de servicio.
Intencional. La fiscal de Homicidios Marisol Fabbro fue directo al grano. Ante el juez Luis María Caterina le adjudicó a G. el "homicidio intencional" del adolescente "en Centenario y Entre Ríos tras haber efectuado disparos a la multitud de jóvenes que estaban en el lugar".
Calificó esa conducta con el delito de "homicidio agravado en calidad de autor" y repasó las evidencias que acumuló para sostener su hipótesis. Mientras tanto, Laura y Rubén, los padres de la víctima sentados en la primera fila de la sala, miraban fijo al acusado que, vestido de remera sport y jeans, mantuvo la cabeza gacha, salvo cuando le tocó declarar (ver aparte).
Fabbro apoyó su postura incriminante en las declaraciones concordantes, tanto de testigos como la del policía de apellido B. que fue a la fiesta con su novia y otras dos personas. Ese uniformado fue quien se presentó en la División Judiciales de la Unidad Regional II y denunció la situación que el lunes desembocó en la detención del suboficial.
En la casa del acusado, en Grandoli al 4900, se secuestraron cinco proyectiles 9 milímetros del arma reglamentaria y prendas cuyas características coinciden con las descriptas por varios testigos como las que vestía al momento de disparar.
La fiscal también repasó el relato del primo con el que Brandon y otros chicos llegaron a la fiesta callejera del barrio Las Delicias donde se congregaron más de 300 jóvenes. "Había joda pero se empezaron a escuchar cohetes y botellazos. Entonces salimos corriendo", dijo el joven, que segundos más tarde advirtió que su primo estaba tirado en el piso y "con sangre en la boca" en la cuadra de Centenario al 1300.
"A la cabeza". La fiscal sumó otra evidencia, como la declaración de la novia del policía B. "Mirá, ese está con un arma, salgamos de acá, les tira a la cabeza a las personas", advirtió la joven a su pareja. En ese contexto, B. trató de hacerle deponer la actitud a su colega, quien siguió gatillando apostado desde un costado del auto de su camarada, según reconstruyó la fiscal.
Con ese panorama confuso y violento, el policía B. —franco de servicio—, su novia y el cuñado dieron marcha atrás el vehículo y salieron del lugar. A los pocos metros se toparon con un móvil policial y dieron cuenta de lo ocurrido. A la mañana siguiente, y al enterarse de las gravísimas consecuencias, denunció a G. en la División Judiciales.
Más tarde hizo una presentación espontánea ante la fiscal y reiteró su relato. Puso a disposición su arma reglamentaria y otras dos particulares para desechar cualquier sospecha en su contra y dijo que en ese momento él estaba franco de servicio. La fiscal ordenó peritar las armas. Dio resultado negativo y entonces ordenó la detención de G.
Otros testimonios con descripciones valiosas y coincidentes con el resto la brindó el cuñado de B. Dijo que el agresor "tiraba a quemarropa" hacia las personas, que vestía "bermudas y remera estampada" y que de volverlo a ver lo reconocería. Y sobre las características físicas, todos coincidieron en que era una persona "delgada, de pelo corto y tez trigueña. Fueron al menos cuatro quienes vieron a G. en una actitud que coincide con la mecánica descripta por los testigos", reforzó Fabbro, y explicó que en la casa del imputado se secuestran cinco proyectiles (tiene la punta teflonada color azul) que al ser sometidos a una prueba testigo con el extraído del cuerpo de Brandon dieron resultado positivo.
Sin embargo, aclaró que el cotejo balístico no se pudo hacer. "El proyectil está deformado en la punta, pero es alta la probabilidad de que corresponda al arma del policía", dijo sobre una pericia que le trasladaron de la división Criminalística.
Prisión. Al pedir la prisión preventiva, Fabbro entendió que hay peligro procesal y de fuga en virtud de la gravedad del delito y la pena en expectativa. La fiscal recordó que hay medidas pendientes, como una rueda de reconocimiento de persona con testigos.
Por su parte, el abogado defensor Marcos Cella no se opuso a la calificación legal pero cuestionó las evidencias. Finalmente el juez ordenó la prisión preventiva por el plazo máximo que establece la ley.
Confusión. Brandon llegó a la fiesta con sus primos y amigos. En un momento hubo disturbios menores, botellazos y el ruido confuso de los caños de escape de las motos. Por eso el grupo trató de salir de la zona. Pero ese contexto enfureció al ahora imputado, que desde la esquina de Centenario y Entre Ríos comenzó a disparar a sangre fría contra la multitud. Así, un balazo le ingresó por el mentón a Brandon, quien llegó muerto al Sáenz Peña.
“Soy inocente”, dijo Emiliano G.
“Soy inocente, me están haciendo una cama. Eso fue una pelea generalizada y pudo ser cualquiera. Yo no vengo de una familia policial. Quedo a disposición de la Justicia para que se investigue a fondo”, dijo al declarar el policía imputado, Emiliano Martín G., quien se negó a contestar preguntas de la fiscal. Por su parte su abogado Marcos Cella objetó la imputación y sostuvo: “No está probado que la bala sea del arma de él, pudo haber sido otra persona”.