Pareciera ser una broma macabra del destino, sino fuera dolorosamente cierto: la cuadra de Salta al 2100 es testigo inocente de dos de los hechos más aberrantes que nos tocara vivir a los rosarinos, y que nunca olvidaremos. Uno es la reciente explosión del edificio de Salta 2141. La ignorancia, la impericia, la desidia, la irresponsabilidad, la culpa. Todas y cada una de ellas resumidas y juntas, produjeron 22 muertes. El otro hecho fue desatado por un asesino, tan despreciable como cobarde, que causó un accidente donde murió María Celeste y un asesinato a sangre fría del modo más despreciable, contra un ser indefenso caído en el piso, en el caso de Daniela. María Celeste Haiek tenía 22 años y Daniela Caruso 16. Las dos fueron atropelladas por un monstruo llamado Sebastián Pira que manejaba a 130 kilómetros por hora por calle Salta cruzando Oroño. A María Celeste el impacto la despidió por los aires matándola instantáneamente, pero lo atroz del hecho es que no fue un accidente en el caso de Daniela. Después del impacto ella quedó aferrada al capot del auto y este asesino no se detuvo, manteniéndola así hasta que llegó a la intersección con Balcarce, donde sí frenó bruscamente para que Daniela cayera al pavimento viva y acto seguido le pasó con el auto por arriba, para luego huir. Este último asesinato está a punto de quedar impune, por dos causas: una inacción de la Justicia y una ley que permite que a un delincuente fugado lo beneficie igual la prescripción de una causa. Esperemos que en el caso de la explosión, tengamos la justicia que todos reclamamos. La explosión de calle Salta de agosto de 2013, el asesinato de Daniela Caruso bajo las ruedas del auto que conducía Sebastián Pira en marzo de 1997, dos terribles historias de esta, la cuadra maldecida de Salta 2100.
Gustavo A. Albertengo
DNI 12.256.060