Con más de una docena de disparos calibre 9 milímetros, y enceguecido por la
furia que sólo despiertan los celos, Mario Alberto Garay le puso punto final a la historia de amor
que vivió el último año con Florencia Corvalán, una relación desgastada por la presunta relación
que ella había encarado con otro hombre. El crimen ocurrió en una fiambrería ubicada en el centro
de Villa Gobernador Gálvez, a una cuadra de la comisaría 29ª, lugar en el cual la chica trabajaba.
Hasta allí llegó Garay, empleado de una agencia de seguridad, empuñando una pistola Bersa Thunder.
Primero les ordenó a dos compañeras de Florencia que se tiraran al piso y después le exigió a ella
que lo acompañara a un depósito contiguo. Ahí, sin piedad y sin mediar palabras, le vació el
cargador del arma.
Tras ejecutar a la joven, Garay salió del local. En la puerta se cruzó con dos
clientas a las que les pidió que se fueran porque estaba haciendo un "operativo de control". Caminó
unos 50 metros, sin prisa y con aplomo. Guardó el arma en su 4 x 4 y retornó a su trabajo, de donde
había salido "un rato para hablar con mi novia", según dijo.
Florencia Corvalán, de 29 años, estaba separada y tenía una nena de 7 años.
Juntas vivían en el barrio Stolfi, un sector de clase media de Villa Diego, por cuyas calles se la
veía junto a Mario Garay, de 34 años, afincado en la misma zona y no bien visto por los
vecinos.
Horror. "Decime que está viva", rogaba ahogada en lágrimas Susana, la mamá de
Florencia, al policía que estaba de consigna frente a la puerta de la fiambrería "La Fábrica", en
Eva Perón y Garay, donde hasta ayer trabajó su hija y donde su novio la asesinó a tiros. "Está
muerta, está muerta", fue el grito de la mujer que desgarró la mañana y confirmó ante los curiosos
lo que ya se comentaba. "¿No me diga que es Florencia, la hija de Susana, los Corvalán?", preguntó
a viva voz una de las vecinas que se acercó a ver qué había pasado. El grito de Susana sirvió como
disparador para que la hija de Florencia, de7 años, masticara la peor noticia que escuchará en
mucho tiempo.
En Garay y Eva Perón, a tres cuadras de la Plaza de las Madres y a una de la
casa del intendente, según contó un vecino villagalvense en tono de baqueano, funciona una de las
tres sucursales de "La Fábrica". Florencia era una de las tres empleadas de la fiambrería y, según
dijo un vecino, "trabajaba más que todo por la tarde, como apoyo, porque a las chicas las rotan
mucho".
Florencia supo estar en pareja y de esa relación tuvo a su única hija. Según las
voces de la cuadra, la mujer se separó hace un par de años. Tras ello inició la relación con Mario
Garay, a quien sus vecinos no veían con buenos ojos. "Todos le decíamos: «¿Cómo podés andar con
ese? No ves que es un loquito»", contó un hombre que hizo guardia frente al comercio hasta que el
cuerpo de Florencia fue cargado en la mortera.
Garay despertaba en la barriada más odios que amores. "Andaba todo el tiempo en
su 4 x 4 con la música bien alta. El pasaba y el reggaeton te hacía vibrar los vidrios", contó una
vieja vecina. "Mirá, es de esos tipos que lo ves caminar y sabés que puede hacer una cagada. Una
gran cagada", reflexionó otro habitante de Stolfi.
Empleado de seguridad. Garay trabajaba en una empresa de seguridad privada que
custodia el local que la financiera Finansol tiene frente a la Plaza de las Madres, a unos 40
metros de la sucursal de Confina donde en junio pasado fue asesinado el cabo Marcos Zanuttini.
Según pudo conocerse, también tenía un ingreso extra desempeñándose como patovica en un boliche de
Pueblo Esther, rubro al que llegó, entre otras cosas, por tener 1,90 metro de altura y 110 kilos de
peso.
Según pudo reconstruirse, Garay fue a trabajar ayer a la mañana al local de
Finansol. Cerca de las 9 se subió a su Nissan Pathfinder, dominio BPI953, y circuló las tres
cuadras que lo separaban del gimnasio Juventus, en el club Sociedad Recreativa, donde realizaba
ejercicios de musculación. Ahí se había ganado el apodo de Demonio rojo, "porque era el único que
se reía de un chiste malo", recordó uno de sus compañeros. "Pasó a saludar. Estaba bien, tranquilo.
Me dijo que iba a ir a hablar con la novia", recordó Gustavo, profesor del gimnasio. Tras ello,
caminó unos 50 metros hasta la fiambrería. Vestía el uniforme de la empresa de seguridad.
Sin palabras. Garay entró al local donde estaban Florencia y sus dos compañeras
de trabajo. "Todavía hay que recostruir de qué manera llevó a la joven hasta el depósito del
negocio", precisó la fiscal Graciela Argüelles, quien junto a la jueza de Instrucción Alejandra
Rodenas se constituyeron en la escena del crimen. El hombre les ordenó a las otras empleadas que se
tiraran al piso y entró con su novia a un garaje reformado que funciona como depósito del
comercio.
"Se escucharon varios tiros. Primero pensé que eran los obreros que están
trabajando en el tendido de las cloacas en el barrio. Era como si alguien golpeara una chapa con un
fierro", recordó Mabel, una clienta que llegó al negocio después del crimen. Los pesquisas
indicaron que el cuerpo de Florencia recibió "entre 12 y 16 disparos", aunque resaltaron que hay
que aguardar la autopsia para determinar si todos los orificios que presentaba el cuerpo eran de
entrada de balas.
"Todo hace prever que le hizo un primer disparo y la mujer quiso protegerse con
el brazo. Ella se cayó y él le siguió disparando en el piso. La remató. La gran mayoría de los
impactos los tenía de la cintura para arriba", explicó un vocero. Culminada la atroz faena, Garay
se fue del lugar. Cuando estaba saliendo se topó con dos clientas que entraban a hacer compras.
"Yo escuché los disparos, pero no les di importancia. Estaba en la casa de una
amiga y me crucé a la fiambrería a hacer las compras. Cuando entraba nos cruzamos con este tipo,
que tenía un arma en la mano. Pensé: «Este debe estar buscando a los choros de los tiros». Nos miró
y nos dijo: «Señoras, vayánse que esto es un operativo». Y nosotros nos fuimos", recordó Mabel, una
vecina del lugar.
En tanto, Garay salió a la vereda y caminó hasta donde había dejado estacionada
la camioneta. "Lo vi salir de la fiambrería con la pistola en la mano. Iba caminando como si nada,
tranquilo. Llegó a la 4 x 4, abrió el baúl, dejó algo, se subió y se fue. Así, lo más tranquilo",
indicó otra mujer del barrio.
De ahí se marchó de nuevo a su trabajo, donde efectivos de la comisaría 29ª lo
detuvieron poco después. Los agentes que lo apresaron lo escucharon decir: "Hice esto porque la
quería sacar de la drogas". Es que, de acuerdo a fuentes tribunalicias, "la relación entre Mario y
Florencia estaba terminada y ella había comenzado una nueva relación con un hombre del que Garay
sospechaba que era vendedor de drogas".
Registrada
Mario Garay asesinó a Florencia Corvalán con una pistola Bersa Thunder calibre 9
milímetros de su propiedad. "Tiene el arma registrada, pero no tiene portación", explicó un vocero
de la pesquisa. Y sostuvo que cuando la secuestraron, el arma tenía su cargador para 16
propyectiles totalmente vacío.