Dos enviados del Papa Francisco iniciaron ayer reuniones con autoridades en Paraguay y se entrevistaron con el presidente de ese país, Horacio Cartes, en medio de un escándalo que amenaza con dañar la imagen de la Iglesia Católica y que se desató por los cuestionamientos a un sacerdote investigado por abusos a menores en el pasado.
El cura cuestionado es el argentino Carlos Urrutigoity, número dos en la diócesis de Ciudad del Este a cargo de monseñor Rogelio Livieres, quien lo recibió en 2008 y desde esa fecha lo defiende de los ataques. Urrutigoity enfrentó denuncias de abusos a menores en Pensilvania (Estados Unidos) hace más de una década, que se resolvieron de manera extrajudicial.
El escándalo en Paraguay estalló el mes pasado, cuando una cadena de televisión estadounidense recordó el pasado de Urrutigoity y enumeró las denuncias de abuso sexual, acoso y pedofilia que se le reportaron en diferentes partes del mundo. En sintonía con esas sombras, el arzobispo de Asunción, Pastor Cuquejo, sugirió reabrir la investigación contra el prelado.
Los dichos de Cuquejo enojaron al obispo Livieres, superior de Urrutigoity, quien llamó a su colega "homosexual" en los medios. A las pocas horas, lejos de pedir disculpas, agregó que Cuquejo era una "mala persona".
El Papa Francisco designó al cardenal español Santos Abril y Castelló y al obispo auxiliar de Montevideo, Milton Luis Troccoli, para investigar la diócesis de Ciudad del Este. Los enviados se reunieron ayer con el presidente Cartes en la sede del Gobierno, en Asunción y luego viajaron hacia el este.
"El Santo Padre quiere estar informado, quiere por tanto tener una presencia y poder hablar entre nosotros", dijo Abril a periodistas.
Antes de llegar a Paraguay, el argentino Urrutigoity sorteó varias denuncias. Cuando tomaba clases en un seminario bonaerense, en la década de los '80, se le reprocharon "comportamientos incorrectos", por lo que el entonces rector de la casa y hoy obispo en El Bolsón (Río Negro), Andrés Morello, pidió su traslado.
Así fue a parar a Winona, Minnesota (Estados Unidos) donde fue acusado de acosar a un seminarista, por lo que lo expulsaron nuevamente. Luego lo admitieron en la diócesis de Scranton (Pensilvania), donde le saltaron otros casos de "extraña y anormal influencia en los seminaristas y sacerdotes".
En la Academia de San Gregorio de ese estado conoció en 1999 al estudiante John Doe, menor de edad. En 2002, el distrito de Pennsylvania admitió la denuncia de John Doe y su familia contra los sacerdotes Carlos Urrutigoity y Eric Ensey, por asalto y agresión, así como imposición intencional de angustia emocional.
"El padre Urrutigoity y el padre Ensey cultivaron relaciones íntimas con estudiantes de San Gregorio, proveían de bebidas alcohólicas a menores de edad continua e insistentemente y dormían con ellos", detalló la denuncia.
Finalmente, la Diócesis de Scranton pagó una millonaria indemnización a la víctima para finiquitar el juicio. La cifra habría rondado los 450 mil dólares, según los medios de prensa de ese país.
Expulsado, Urrutigoity recaló en la diócesis paraguaya de Ciudad del Este, donde fue recibido por el obispo Livieres Plano. Allí ejerce un ministerio donde enseña a jóvenes, y tiene un alto cargo.
Livieres no solo defiende a capa y espada a su segundo sino que destaca sus méritos y su labor pastoral. Por lo cual, cuando escuchó al arzobispo de Asunción, Cuquejo, cuestionar a Urrutigoity respondió que es el menos indicado en opinar debido a las denuncias de homosexualidad que pesan sobre él.
Paralelamente, grupos de laicos de Ciudad del Este denunciaron irregularidades con fondos que la hidroeléctrica paraguayo-brasileña Itaipú destinó a la diócesis para asistencia social.
El enfrentamiento amenaza con dañar la imagen de la Iglesia Católica del país.
Buenos Aires
La primera denuncia contra el sacerdote Carlos Urrutigoity provino del hoy obispo de Río Negro, monseñor Andrés Morello, quien lo tuvo como alumno en el seminario Nuestra Señora Corredentora del partido de Moreno, provincia de Buenos Aires. “Yo pedí que lo sacaran por comportamientos incorrectos”, dijo Morello al diario ABC Color de Paraguay. “Fue alumno nuestro cuatro años; después fue trasladado a un seminario de Estados Unidos de la congregación a la que pertenecía”.