Un tradicional bar de la esquina de San Martín y Lamadrid fue baleado la madrugada del jueves. Si bien la investigación no había determinado hasta ayer cuáles podrían ser los motivos del ataque, los investigadores no descartan que tengan que ver con los hechos de extorsiones a balazos que han proliferado en los últimos tiempos contra comercios de distintos rubros. El atentado, que no produjo heridos, fue registrado cerca de las 3 de la mañana y según vecinos pudo haber sido ejecutado por dos personas a bordo de una moto que dispararon varias veces.
El ataque rompió tres paneles de blíndex y en la escena se levantaron doce vainas servidas. No obstante, el establecimiento pudo atender a los clientes restringiendo el sector que había sido afectado por la rotura de vidrios.
“Llegué esta mañana (por el jueves) a la misma hora de siempre. Me encontré con los vidrios de uno de los laterales rotos”, sostuvo el encargado del bar Dalia ante una consulta de este diario, para agregar: “No tenemos idea de por qué ocurrió esto. Este es un negocio de barrio de muchos años”.
Lo mismo ratificó por la tarde uno de los dueños a medios televisivos: “El bar estaba cerrado, trabajamos hasta las 23 y esto ocurrió durante la madrugada. No entendemos por qué pudo haber pasado esto. No tenemos problemas con nadie, nada que se pueda vincular a este tipo de hechos, este es un negocio familiar”, sostuvo.
Aprietes
En los últimos tiempos las balaceras se vienen imponiendo como “sistema de comunicación” que emplean grupos criminales de diversa índole para comunicar distintos mensajes: desde un apriete por cuestiones personales o vinculadas al narcomenudeo hasta la intención de desalojar a una familia de una vivienda con el objeto de usurparla, a veces para instalar quioscos de drogas, otras relacionadas con la rama “inmobiliaria” de algunas organizaciones delictivas.
En ese contexto también se vienen registrando ataques a balazos contra comerciantes como forma de convencerlos de pagar a cambio de “protección”. Este tipo de episodios da cuenta de cómo ha crecido durante la pandemia y la cuarentena el rubro extorsivo en sintonía con la merma de ingresos por otras actividades delictivas.
Por citar dos ejemplos referidos por este diario, a mediados de año hubo una escalada de hechos como estos contra negocios de Villa Gobernador Gálvez, donde algunos comerciantes recibieron aprietes en los que les exigían hasta 30 mil dólares para dejarlos trabajar. Incluso algunas víctimas anunciaron los cierres de sus emprendimientos como consecuencia de la situación.
Otro ejemplo conocido este año fueron los hechos atribuidos a una banda que extorsionaba a comerciantes en nombre de Los Monos, organización que salió a la luz a partir de la balacera contra el casino City Center que en enero le costó la vida a un apostador que estaba fumando un cigarrillo en un balcón cuando una bala le atravesó la cabeza. La investigación de ese hecho dio con una red que combinaba las acciones extorsivas con el juego clandestino por la cual fueron imputados de favorecerlos el fiscal Gustavo Ponce Asahad y su superior, el ex fiscal regional Patricio Serjal. Esa red, según consta en la pesquisa, tuvo entre sus víctimas a propietarios de bares a los que exigía dinero a cambio de no reventarle las vidrieras.
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Racha
Más allá de que el apriete está a la vanguardia como modalidad delictiva en Rosario durante este año, se recuerda que las balaceras a bares tuvieron otra escalada a mediados del año pasado en hechos que, según las distintas investigaciones, en algunos casos tuvieron que ver con cuestiones vinculadas al narcotráfico o también la venta de protección. En estos casos, algunos de los cuales terminaron con heridos o muertos, el ardid extorsivo pasaba por generar o no incidentes violentos que atentaran contra el negocio. “Generan plata a bajo costo: invierten en tres balas y después pasan a cobrar”, dijo por entonces a este diario un investigador.
De esa saga se recuerdan los tiros contra diferentes bares de Pichincha durante el mes de abril de 2019. El 20 fue el turno de Alabama, en Riccheri 12 bis, que si bien estaba cerrado en su interior se desarrollaba una fiesta cuando le dispararon a la fachada desde un auto. Un proyectil disparado en ese mismo ataque perforó el cartel del bar Black List. La noche siguiente fue el turno del bar Jimmy, en Riccheri y Brown, que fue blanco de un ataque a tiros pero con clientes en el lugar.
El 16 de mayo de 2019 un chico de 18 años sobrevivió a siete balazos recibidos cuando estaba en la puerta del boliche Roma, de Pellegrini y Maipú, por dos motociclistas que se detuvieron frente al local y fueron apresados momentos después en 27 de Febrero y Paraguay. Y el 2 de julio Brian Leiva fue asesinado por dos motociclistas que al parecer habían disparado contra el frente del after Sureño, en Arijón y Oroño, de donde la víctima estaba saliendo.
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